lunes 08 julio 2024

AMLO contra la UNAM: “Me da mucha pena a lo que ha llegado”

por etcétera

De los elogios de ser una “gran universidad” con mayoría de estudiantes pobres, a las denuncias de “porrismo”, “influyentismo”, su “derechización” y la “cooptación” de sus académicos por los gobiernos neoliberales ha sido el trayecto de ataque del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la UNAM durante sus años de gobierno.

Al principio de su gobierno, López Obrador incluso llegó a “defender a la UNAM” y hasta a presumirla. Así, el 14 de febrero de 2019 criticó que los gobiernos neoliberales “en todas las áreas económicas, financieras, puro ITAM”, aunque reconoció que en el suyo había egresados de esa escuela “también ayudándonos”. Y agregaba: “Ayúdenme ustedes, ayúdenme a ver dónde están los economistas egresados de la UNAM, de veras, no los encuentro, qué pasó”.

Entonces no había “derechización” de la Universidad Nacional, sino al contrario: le servía para oponerla a las privadas: “O sea, no es que esté defendiendo a la UNAM, porque esto tiene que ver con una orientación, ¿o no? ¿Qué, es lo mismo la concepción de un estudiante, de un egresado de la UNAM, del Politécnico, de la Metropolitana, del ITAM, del Tecnológico, de la Ibero? Es interesante, es como el asunto de los intelectuales, que es un tema espinoso, pero que hay que tratarlo también”.

Un par de días antes había dicho que la UNAM “fue muy maltratada en este periodo neoliberal: se produjo una huelga en estos últimos tiempos, se le estigmatizó, se llegó a decir a que si un profesionista o profesional era egresado de la UNAM no tenía posibilidades de trabajo”. Y agregó algo que ya muy pocas ocasiones, y en el mismo 2019, repitió: “Aun con eso, es una gran universidad, ocupando los primeros lugares en conocimiento en el mundo. Es una gran universidad. Pero sí hubo toda una campaña en contra, como la hubo en contra de la educación pública. No podemos tapar el sol con un dedo; eso ya se terminó, ya no puede ser así, como tampoco yo voy a emprenderla en contra de las universidades privadas, no”.

También ese 12 de febrero enunció lo que ha sido uno de sus caballitos de batalla, especialmente a partir de 2020 por la crisis de salud y de falta de medicamentos, y que ha repetido innumerables ocasiones: el examen de admisión y los rechazados.

“Imagínense la barbaridad que significó rechazar a los jóvenes durante el periodo llamado neoliberal, 36 años. Afortunadamente ya se acabó esa pesadilla. En qué cabeza cabe; utilizaron de pretexto los exámenes de admisión y de esa manera rechazaban cada año a cerca de 300 mil jóvenes con la mentira de que no pasaban el examen de admisión, cuando eso no es cierto”, comentó.

Según dijo, el verdadero problema es que no había cupo “porque no se invertía en educación, porque en todo el periodo neoliberal se mantuvo el criterio, la concepción de que estudiara el que tuviera para pagar colegiatura, de manera encubierta impulsaban la educación privada”.

“Por eso, el rechazo a los jóvenes en la UNAM, en el Politécnico, en las universidades del país. En el caso de la UNAM si presentaban examen 50 mil, entraban cinco mil. ¿Y cómo hacían la selección? Esto no sólo en la UNAM, en todo el país, aplicaban un examen, una prueba, de 125 preguntas, pero como no tenían espacio, no había presupuesto, tenían que aceptar sólo a los que contestaban bien, de las 125 preguntas que contestaban bien: 120; el que contestaba bien 119 ya no entraba. No era que no pasaran el examen, es que se les rechazaba porque no había oportunidad para estudiar, porque las universidades no contaban con presupuesto suficiente”, alegó.

Para el 5 de julio de 2019, entre el desorden de la liquidación del Seguro Popular y la implementación del Instituto de Salud para el Bienestar, achacó la falta de médicos a la política de admisión de las universidades públicas, destacadamente de la UNAM, por falta de presupuesto. Y subió la cantidad de aciertos para quedarse en ella, según él: en febrero había dicho que eran 119, y cinco meses después dijo que el que sólo alcanzaba 122 ya no se quedaba.

Así, “si en la UNAM presentaban examen 10 mil para entrar a Medicina, cuando mucho entraban mil y nueve mil rechazados”, lo cual fue obra de los “tecnócratas corruptos irresponsables”. Entre esa fecha y el fin de 2022 López Obrador lo repitió cuando menos en 27 ocasiones.

El 13 de julio de 2019 dijo que para Medicina en la UNAM acababan de presentar el examen 13 mil aspirantes, y que creía que sólo aceptaron a 216. En otro acto de ese mismo día dijo que habían sido 13 mil 711 y 211 (según él, el 2 por ciento), respectivamente. Y atribuyó a esa política la falta de médicos, tanto generales como especialistas (posteriormente eso serviría de coartada para la contratación de médicos cubanos).

Una de sus últimas defensas de la UNAM fue el 19 de julio, cuando reivindicó los movimientos estudiantiles que se opusieron al cobro de cuotas y lucharon por mantener el pase automático, lo que permitió que aún hubiera en ella una mayoría de estudiantes pobres.

“Por estos movimientos, hoy la UNAM es de las universidades que tiene más alumnos pobres estudiando; y lo atribuyo al pase automático, a que, si estás en el CCH o en las prepas, tienes pase automático, muchachos de colonias populares que de otra manera sería muy difícil”, explicó.

Según sus datos, el 60 por ciento de los alumnos de la UNAM “son de familias de escasos recursos y en el resto de las universidades no es así”. Y halagó por última vez: “Pero voy también a destacar algo: la UNAM es de las mejores universidades del mundo. Se combinan las dos cosas: el acceso a todos y la calidad de la enseñanza”.

Añadió: “Pero eso fue por la defensa que se hizo. Costó. Y todo un desprestigio del conservadurismo hacia la UNAM, bueno, al grado de que por eso el gobierno se llenó —eso fue también por otros motivos— de profesionales de otras escuelas, porque hubo toda una embestida en contra de la educación pública. Pero ya cambió, sonó la campana y ya no es lo mismo”.

El 12 de septiembre de 2019 López Obrador refirió una visita que le hizo el rector de la UNAM, quien le presentó una tabla que indicaba que 65 por ciento de sus estudiantes eran de familias pobres o de clase media baja, mientras que el 35 por ciento de las clases media, media alta y alta. Y, satisfecho, dijo que él le explicó al rector que eso se debía a que se había logrado mantener el pase automático (esto mismo lo repetiría en una intervención el 1 de octubre).

Todavía el 17 de septiembre el presidente dijo que en la UNAM es donde menos influyentismo hay.

Al año siguiente continuó con el asunto de los rechazados de Medicina de la UNAM, y el 29 de septiembre recordó la caída de Pablo González Casanova de la rectoría de la UNAM, cuando “era presidente Echeverría quien gobernaba. Le mandó a decir que, si se lo pedía, él mandaba a desalojar a los que tenían tomada la UNAM, y dijo don Pablo: ‘no’. Prefirió renunciar”.

Aún el 8 de octubre de 2020 dijo tener “la fortuna” de tener a egresados de esa institución en su administración: “Yo creo que entre la UNAM y el Colegio de México comparten preferencia en el gobierno que encabezo, lo cual me da mucho gusto”.

En 2021, el 23 de abril, López Obrador todavía se refirió positivamente a Enrique Graue: “Hay muy buena relación con el rector de la UNAM, que es una persona íntegra, profesional, es una gente decente el rector de la UNAM. No tengo yo informes de que sea un malvado, que sea cacique”.

Defensora del neoliberalismo

El 18 de agosto ya inició el ataque contra la UNAM, ya que López Obrador la encuadró dentro de la esfera de influencia de dos de sus bestias negras: Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, líderes de dos grupos que “al final políticamente son lo mismo”.

“Esos dos grupos monopolizaron, pero se metieron en la academia, todo, hasta los centros públicos de enseñanza, se metieron a la UNAM; o sea, hay ese pensamiento dominante que no estaba cuando yo estudié, sobre todo en la ciencia social”, dijo entonces.

Octubre de 2021 marcó el franco ataque contra la UNAM: López Obrador inició el día 7 denunció que en la institución hay “estos grupos de poder” que bloquean el ascenso de muchos investigadores, por supuesto sin señalar con claridad ni a unos ni a otros.

El día 19 fue la declaración en la que el tabasqueño marcó su distancia de la Universidad Nacional al alinearla con el bando contrario: “Hasta la UNAM se volvió individualista, defensora de los proyectos neoliberales. Perdió su esencia de formación de cuadros de profesionales para servir al pueblo”, dijo entonces.

Un día después continuó su andanada contra su alma mater: “Es una gran universidad, pero no estuvieron a la altura de las circunstancias: la crítica al neoliberalismo no surgió de la UNAM. Al contrario, muchísimos académicos e intelectuales de la UNAM se dedicaron a legitimar la privatización, Salinas los cooptó a casi todos”.

El 21 la embestida fue a profundidad porque sintió afectado su “proyecto”: “Yo quisiera avanzar más; no puedo porque fue mucho tiempo de atraso, de saqueo, pero además de manipulación; muchísimo tiempo. Afectaron dos generaciones; en las universidades públicas, hasta la UNAM se volvió individualista, defensora de estos proyectos neoliberales. Perdió su esencia de formación de cuadros, de profesionales para servir al pueblo”.

Lamentó: “Ya no hay los economistas de antes, los sociólogos, los politólogos, los abogados. Ya no hay derecho constitucional, ya el derecho agrario es historia, el derecho laboral; todo es mercantil, civil, penal, todo es esto”.

El presidente atizó el 22 de octubre con una inusitada andanada: “No sólo la UNAM: todas las universidades fueron sometidas por el pensamiento neoliberal, todas. Es lamentable que la UNAM se haya derechizado, como sucedió en los últimos tiempos”.

Preguntó: “¿Dónde están los economistas de la UNAM que defienden un modelo alternativo al neoliberal? Se quedaron callados, los silenciaron. Y así en general. Entonces, sí, se requiere una sacudida”.

En su tarascada, afirmó: “Es una gran universidad, pero no estuvieron a la altura de las circunstancias: la crítica al neoliberalismo no surgió de la UNAM, de todas las atrocidades que se cometieron durante el periodo neoliberal, del saqueo del país, el saqueo más grande en la historia de México. ¿Y que la universidad no haya jugado un papel fundamental, determinante? Al contrario; muchísimos académicos e intelectuales de la UNAM se dedicaron a legitimar la privatización, Salinas los cooptó a casi todos”.

Manifestó su deseo de que hubiera más economistas y abogados de la UNAM en el gobierno, y dijo: “No hay: están en los despachos. Se perdió la emoción social”.

“No actúo yo de mala fe. Que la prensa vendida o alquilada use esto ¿no?, para decir que ahora estoy ya en contra de la UNAM y todo, han dicho tantas cosas. Tengo mi consciencia tranquila”, manifestó López Obrador para justificar su acometida.

También aderezó esa agresión con otra mención que ha utilizado muchas veces durante su gobierno: que José Narro Robles, rector de la UNAM entre 2007 y 2015, cuando fue secretario de Salud se refirió a los “ninis”, los jóvenes que “ni estudian ni trabajan”, además de que aceptó ser delegado del PRI en Ecatepec. “Estamos hablando del rector”, remarcó López Obrador para que su acusación calara bien en el prejuicio.

Tres días después López Obrador dijo que su embestida apenas había sido un roce a la institución educativa: “Ahora que hice un pequeño cuestionamiento sobre la UNAM se pusieron también enojadísimos. Apenas si los testereé, les dije que se había derechizado la UNAM. Estoy absolutamente seguro que eso fue lo que sucedió en todo el periodo neoliberal: se llenaron las facultades de ciencias sociales de conservadores”.

Ya encarrerado, incluyó entre los rectorados neoliberales hasta el de Juan Ramón de la Fuente, al que él nombró representante de México ante la ONU: “Desde entonces y desde antes, que empezaron a querer cobrar colegiatura en la UNAM. Imagínense ese pensamiento”.

Asimismo, acusó que en su campaña por el Distrito Federal lo intentaron emboscar en la UNAM: “Nosotros ni podíamos ir. Yo me acuerdo que en el 2000, que era yo candidato a jefe de Gobierno en la ciudad, acompañé al ingeniero Cárdenas, y nos organizaron una celada con porros, porque estaba dominada la UNAM por lo más retrógrada que había y sigue existiendo. Y se enojan porque digo que se derechizó, y esto de tiempo atrás”.

El 26 de octubre insistió ante los que se sintieron ofendidos y sostuvo: “Claro que se derechizó la UNAM en el periodo neoliberal, porque no dijeron nada durante el saqueo más grande en la historia de México. Nada”.

Se remitió al ámbito editorial como si la Universidad Nacional fuera monotemática: “También ayúdenme a encontrar los libros de la UNAM durante el periodo neoliberal cuestionando la corrupción que imperó en los 36 años. A ver cuántos tratados, libros, ensayos sobre la corrupción, cuántos tratados, libros, ensayos sobre la entrega de bienes de la nación a particulares en el gobierno de Salinas. No van a encontrar muchos porque Salinas los cooptó a todos los intelectuales y académicos; o no a todos: a la mayoría. No hay nada”.

El 27 de octubre el tabasqueño hizo una suerte de reivindicación de la UNAM para mejor golpearla: volvió a decir que es “una gran universidad” a la que no han podido destruir, y que es importante por su cuerpo académico, pero también por los jóvenes del CCH, “que traen una muy buena formación en lo social” por los planes de estudio elaborados en tiempo de González Casanova.

Sin embargo, “luego ya fue tomada, puesta al servicio del régimen y se cooptó a académicos, que se convirtieron en ideólogos del neoliberalismo, sobre todo en el gobierno de Salinas, y ya no se tocaron los grandes y graves problemas nacionales en la UNAM”.

“En la UNAM en los últimos tiempos parece que lo humano les era ajeno: no veían cómo estaban saqueando al país, y no generalizo, desde luego. Pero sí es muy importante el debate. Y si así está la UNAM, imaginen cómo están otras universidades”, remachó.

Al día siguiente volvió a lo mismo pero con mayor énfasis: “Se derechizó mucho la UNAM, aunque digan lo contrario, se aburguesaron los de arriba. Imagínense: la UNAM aplicando, desde el inicio de las primeras medidas neoliberales en el terreno educativo, aplicando el que se cobraran cuotas a estudiantes”.

Esa medida, afirmó, provino de los “organismos financieros internacionales”. Y volvió a incriminar confusamente: “Y que una receta del extranjero se aplique en la UNAM, entre otras cosas, el que no hayan manifestado nada o muy poco en contra de la corrupción que imperó en el periodo neoliberal, porque a los jefes, a los directivos, los cooptaron. Estamos hablando del saqueo más grande que se haya registrado en la historia de México, ¿y que en la UNAM no se haya dicho nada o muy poco? A ver, ¿dónde están los académicos de las ciencias sociales?, ¿qué se hicieron?”.

Por ello, no por fines educativos, López Obrador planteó una “renovación” desde “dentro”, aunque propuso que fuera hecha por los mismos universitarios. Recordó que también habrá cambio de rector, y con su típica ignorancia, dijo que le iban a decir que esa decisión la tomaría “formalmente, el Consejo Universitario” (en realidad es la Junta de Gobierno) pero que hay un “grupo hegemónico que encabeza el doctor Narro, que desde hace tiempo está manejando la UNAM”.

Volvió a recordar el mitin de 2000 en Ciudad Universitaria de apoyo a Cuauhtémoc Cárdenas y la celada que le habían preparado los “porros”. Mencionó, para mejor fustigarlos, a quienes respaldaron al ingeniero en aquella ocasión: “Universitarios, un maestro destacadísimo, un hombre de izquierda, buen escritor, consecuente, Adolfo Gilly, y otros —que, por cierto, ya de ese grupo se fueron quedando, hasta trotskistas se volvieron neoliberales, los fueron cooptando”.

Pero no desaprovechó la ocasión para hacer campaña de su precandidata: “De ahí surge Claudia Sheinbaum, en una protesta, porque querían cobrar las cuotas en la UNAM”.

“Pensamiento retrógrada”

El 14 de diciembre de 2021 ubicó la renovación que proponía para la UNAM en su movimiento: “Y van a darse los cambios, porque hay una revolución de las conciencias, porque ya no es más de lo mismo, ya la gente está muy despierta, muy avispada”.

López Obrador inició 2022 con la misma acusación de la derechización, “y lo digo sin ánimo de desprestigio, sino con el interés de que se sepa; además, una universidad es un espacio abierto al pensamiento crítico”, comentó el 5 de enero, mientras que el 10 de enero dijo que la UNAM no hizo estudios de las privatizaciones.

En el marco de la pandemia de Covid-19, 16 de mayo el tabasqueño recriminó a la UNAM presuntamente haber mandado a casa a sus médicos. Entonces afirmó que “hay una élite que tiene un pensamiento retrógrada” (sic), a lo que añadió que “es como el caso, con todo respeto, de mi alma mater, de la UNAM. Y como yo siempre digo lo que pienso, no me voy a callar, a reclamarles de que enfrentamos la pandemia y, en vez de convocar a todos los médicos estudiantes a enfrentarla, a ayudar, se fueron a sus casas. Eso no deben hacer las universidades, ni públicas ni privadas, pero mucho menos las públicas y mucho menos la UNAM, pero entiendo”. Posteriormente la Facultad de Medicina y la UNAM lo desmintieron, pero no hizo ninguna corrección al respecto.

El 19 de mayo volvió a la carga, ahora sobre la vida interna de la UNAM: acusó que hay cotos de poder e influyentismo y que no se castigue “a los que no están de acuerdo con las posturas antineoliberales (sic), porque se llegó al extremo de que la mayoría de los maestros eran aplaudidores del régimen de corrupción, y estoy hablando de las ciencias sociales, se cundió de derechismo, con todo respeto”.

Además, aseguró que con el presupuesto universitario “se premiaba a gente, se les creaba institutos especiales, se fue creando una especie de burocracia dorada, y los maestros de asignatura ganando muy poco”. Y añadió que personas cuestionadas por mal manejo en alguna institución “se va a la UNAM como premio”.

Hacia fin de año continuaron las tarascadas de López Obrador contra la UNAM: el 13 de diciembre vio el futuro de Lorenzo Córdova en la UNAM, “pero no como rector”, y explicó que era porque “ahí les dan cabida y les pagan muy bien, porque son grupos de intereses al interior de la UNAM, que se han ido formando, de mi alma mater, que me da mucha pena a lo que ha llegado”.

El 16 de diciembre fue contra la Facultad de Economía, de la que dijo que era “ejemplar”, pero que “la acabaron”. El procedimiento: “Desde Salinas empezó a cooptar a maestros, a intelectuales orgánicos y ya no hay una economía alternativa, no hay una economía moral; se fueron adaptando a los lineamientos neoliberales y dejó de haber una opción distinta en el manejo de la economía en el país”.

Y no sólo eso, sino que dijo que desde allí los funcionarios comenzaban a escalar, y el director de esa Facultad llegaba a ser secretario de Rectoría, además de que otros se hacían “miembros del consejo directivo, académico de la UNAM, ganando muchísimo dinero, maestros eméritos. Muy lamentable todo el proceso de derechización. Entonces, son los mismos”.

El 21 de diciembre Guillermo Sheridan, investigador del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, reveló que Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a propuesta de López Obrador, había plagiado su tesis de licenciatura. Ello despertó otra vez la furia del tabasqueño contra la UNAM.

A cinco días de la exhibición del plagio de Esquivel Mossa, quien presentó su plagio en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, López Obrador pidió que el asunto lo resolviera la UNAM: “Creo que debe de haber instancias de ética y, además, el tema lo amerita. Ayudaría mucho la UNAM quien un sentido o en otro que se resuelvan antes del 2 de enero (día de la elección del presidente de la SCJN). Lo puede hacer el rector, pueden convocar al comité. Que busque la forma”.

Cuando la UNAM, que argumentó carecer en su normatividad de facultades para retirar el título a Esquivel Mossa, pasó el asunto a la Secretaría de Educación Pública (SEP), López Obrador reviró el 12 de enero: “Lo que están diciendo es: ‘Hubo plagio, y no nos toca a nosotros sancionar, sino a la SEP’. Como Poncio Pilato, el rector se lavó las manos”.

Para el 16 de enero López Obrador subió el tono: “Lamento mucho la actitud de mi alma mater, de la UNAM. Están enquistados grupos que defienden los intereses políticos y económicos de las minorías. Imagínese el rector de la UNAM emitiendo un comunicado en este caso, pero, además, mal aconsejado, porque al que corresponde resolver si es legal o no el título de la licenciada Yasmín es a ellos, y se lavan las manos”.

Y el 20 de enero, el presidente dijo: “En el caso de la ministra Yasmín, que es otro tema, ojalá y la UNAM presente una denuncia y tiene la facultad, porque es autónoma. Que hagan valer a autonomía, que no estén haciendo politiquería”.

Así va el enfrentamiento del presidente López Obrador con la UNAM.

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