En un acto inédito debido a que no hubo acuerdo entre fuerzas políticas en el Senado, el presidente Andrés Manuel López Obrador designó como nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a Lenia Batres Guadarrama, de muy bajo perfil y alineada absolutamente con el obradorismo.
Después de que de las dos ternas que para sustituir a Arturo Zaldívar presentó el tabasqueño al Senado de la República, integradas por Batres Guadarrama, Bertha María Alcalde Luján, María Estela Ríos González y Eréndira Cruzvillegas Fuentes, ninguna de las propuestas alcanzara la votación requerida para convertirse en ministra, aquel, en uso de su atribución constitucional, nombró a la primera. Así, el presidente que propone la elección popular de los ministros designó por decisión personal.
Como acostumbra en la mayoría de sus postulaciones, López Obrador propuso a una persona de muy bajo perfil y que ha sido su empleada, como lo fue Batres Guadarrama hasta hoy: se desempeñaba como consejera adjunta de Legislación y Estudios Normativos en la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, cargo hasta por debajo del de Ríos González.
En su primera comparecencia ante el Senado como aspirante a ministra, Batres Guadarrama, además de su profesión de fe obradorista, prácticamente reveló que López Obrador ni siquiera la consultó para proponerla, debido a su cercanía con él (como se ha mencionado mucho, los integrantes de la SCJN deben mantener los principios de independencia y autonomía).
“Yo creo que cuando promueve o propone a personas más cercanas que conoce, como son los casos de esta terna, pues justamente es porque sabe, sin ni siquiera habérnoslo preguntado, pero lo sabe porque los hemos manifestado, que estamos de acuerdo con estos temas y que nos va a ser obvio trabajarlos en su caso”, dijo al comparecer ante la Comisión de Justicia del Senado el 27 de noviembre.
Batres Guadarrama es licenciada en Derecho por la UNAM y maestra en Derecho Penal por la Universidad Humanitas, además de doctora en Estudios de la Ciudad por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Pese a todo ello, como muestra del escaso nivel con el que cuenta, apenas a fines del mes pasado Batres Guadarrama afirmó que la de Estados Unidos “no es una Constitución escrita” (¡sicazo!).
En la comparecencia antes citada Batres Guadarrama mencionó que ha habido una tendencia a acercar la justicia mexicana al modelo de Estados Unidos, pero que este es totalmente distinto “en tanto su Constitución no es una Constitución escrita como la mexicana”.
Por ello no es extraño sino hasta natural que la haya escogido el presidente que pone la lealtad muy por encima de la capacidad.
En aquella ocasión la hoy flamante ministra dio cátedra de obradorismo judicial: dijo que cuando el Poder Judicial abroga leyes aprobadas por el Legislativo invade funciones, que aquel ha violado la Ley de Amparo, que incumple con la austeridad, que debe destinar los recursos de sus fideicomisos a los damnificados de Guerrero y, por supuesto, se pronunció a favor de la participación ciudadana en la elección de ministros y rechazó al Judicial como poder contramayoritario, lo que considera “anacrónico”.
Por si aún interesan la imparcialidad, la autonomía y la independencia de los integrantes del Poder Judicial, hay que recordar que Batres Guadarrama fue diputada federal por el PRD en 1997 (cuando López Obrador era presidente de ese instituto político), y después, entre 2000 y 2002, fue directora general Jurídica y de Gobierno de la Delegación Cuauhtémoc, cuando la jefa delegacional era Dolores Padierna.
Posteriormente fue asesora del jefe de Gobierno del Distrito Federal, que era López Obrador, y varios años después, en 2015, se convirtió en asesora jurídica de la Delegación Tlalpan, cuando esta era encabezada por Claudia Sheinbaum.
En 2003 fue candidata a jefa delegacional de Benito Juárez y después militante de Morena, partido en el que ha sido integrante del Consejo Nacional y del Comité Ejecutivo de la Ciudad de México.
De allí que no sorprenda que en su última comparecencia ante el Senado antes de la votación de la segunda terna Batres Guadarrama insistiera en exponer su obradorismo radical. Así, este jueves Francisco Burgoa, catedrático de la Facultad de Derecho de la UNAM, presentó un prontuario de su exposición: una remuneración constitucional para ministros (“austeridad republicana”, pues), elección popular de ministros porque deben responder a la democracia, revisión de la supremacía del Poder Judicial y que el dinero de fideicomisos debe ir a damnificados de Guerrero, entre otras letanías del actual presidente.
No está de más mencionar a dos hermanos de Lenia Batres Guadarrama: Valentina, actual diputada de Morena en el Congreso de la Ciudad de México, y Martí, jefe de Gobierno de la misma entidad.
Con este nombramiento López Obrador continúa copando a la SCJN; como advirtió el 8 de noviembre, tras la renuncia de Arturo Zaldívar y antes de proponer la primera terna, “voy a empezar a ver a quién propongo, a ver si tengo suerte y le atino porque he propuesto cuatro y dos salieron ‘conservas’”.
Las dos que no le salieron “conservas” son Yasmín Esquivel Mossa (acusada por plagiar en sus tesis de licenciatura y de doctorado) y Loretta Ortiz Ahlf (esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, también propuesto por López Obrador al titular de la FGR), quienes en el Pleno de la SCJN invariablemente votan a favor del gobierno federal (del presidente, pues).
Por ello, el 29 de noviembre, al defender su primera terna, integrada por mujeres, el tabasqueño dijo sobre ellas que “las tres están muy vinculadas con nosotros. Las conozco desde hace tiempo”.
Lenia Batres Guadarrama rindió protesta ante el Senado como flamante ministra de la SCJN, en la que permanecerá 15 años. Así, abiertamente, López Obrador va colonizando el máximo tribunal del país.