Durante casi todo su gobierno el presidente Andrés Manuel López Obrador ha proclamado que su modelo no sólo de sistema de salud sino de Estado de bienestar son los países nórdicos, en particular Dinamarca. En enero de este año anunció que este primero de diciembre en materia sanitaria alcanzaríamos ese nivel. Sin embargo, la realidad muestra que estamos muy lejos de la utopía que imagina el mandatario.
La utopía danesa
El 16 de enero de 2020, durante su conferencia de prensa, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó lo siguiente: “El primero de diciembre de este año va a estar funcionando el sistema de salud pública con normalidad, con servicio de calidad, atención médica y medicamentos gratuitos. Va a estar funcionando —ese es el propósito— como los servicios de salud que hay en otras partes del mundo; como en Dinamarca, así aspiramos, como en Canadá, como en el Reino Unido. Es un desafío, por eso estamos aquí y vamos a estar todos los martes, y aquí nos vamos a dar cuenta, aquí vamos a saber, desde luego la gente, que nos va a ayudar, y los trabajadores del sector salud. Sin ellos, no se podría”.
Sin embargo, la idealización que el presidente ha hecho del sistema de salud —y no sólo de este, sino del Estado de bienestar— de Dinamarca y de los países nórdicos procede de mucho antes, incluso desde antes de asumir el poder, además de que es un asunto que se ha cansado de repetir.
Ya como presidente de la República, la primera vez que hizo referencia a Dinamarca fue el 3 de enero de 2019, cuando, en el marco de la promoción del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), dijo sobre los tiempos de implementación de este que se trabajaba para que en dos años “tengamos ya un buen sistema de salud”, y añadió: “Un sistema de salud como el que tienen en Canadá, como el que tienen en el Reino Unido, como el que tienen en Dinamarca: de lo mejor. Ese es el compromiso”. También este plazo está a un mes de vencerse.
Después se ha referido una y otra vez a los casos de Dinamarca, Suecia, Noruega e incluso, en algunas ocasión de Finlandia y hasta Reino Unido. La fórmula de estos países —que el presidente llamó “modelo a seguir” en febrero de 2019— para tener un buen sistema de salud, según López Obrador, es muy sencilla: que no haya corrupción.
Así, el 13 de febrero de 2019, López Obrador citó una encuesta en la que Noruega y Dinamarca ocupaban los primeros lugares en honestidad, mientras que México ocupaba el 136, lo que, dijo, “es como una paradoja, es una contradicción porque al mismo tiempo la mayor riqueza de México está en la honestidad de su pueblo”. Pero por esto mismo, afirmó, no costará mucho trabajo acabar con la corrupción, que está “arriba”.
Según López Obrador, para tener Estado de bienestar basta con que no haya corrupción: en Dinamarca, dijo en febrero de 2019, no existe y por ello “todos los estudiantes tienen becas, la educación es gratuita, la salud pública es gratuita, los salarios de los más elevados”. A comparación, “aquí, por la corrupción, por los excesos, tenemos pobreza, inseguridad, violencia. Ojalá y todos vayan entendiendo”.
En abril de 2019 el presidente se puso otro plazo para el sistema de salud nórdico: “Yo creo que en tres años la atención médica y los medicamentos van a ser gratuitos para todos los mexicanos, y vamos a tener un servicio de salud igual que el de los países nórdicos, igual que el de Dinamarca, de Suecia, igual que el del Canadá. Ese es mi compromiso”.

En julio de 2019 mencionó otro periodo, y dijo aspirar tener un sistema de salud de primera “cuando terminemos nuestro mandato”. Sin embargo, algo debió ver López Obrador para que en enero de este año haya adelantado los tiempos al primero de diciembre de 2020. No se sabe qué pudo observar para adelantar sus tiempos y su incumplimiento.
El 23 de mayo del año pasado López Obrador dejó en claro que para México tener un sistema de salud como el de Dinamarca no es un problema de recursos: “Nos va a alcanzar el presupuesto porque no es un problema de falta de presupuesto, es un problema de corrupción”. Y habló de sobreprecios y adulteración de medicamentos para intentar reforzar sus dichos.
El 18 de julio sugirió un ejercicio de imaginación con su helado sueño nórdico: “En Suecia, en Dinamarca, en Noruega, en todos esos países no hay corrupción, no hay pobreza, no hay inseguridad, no hay violencia, a pesar que de que son países donde la mitad del año padecen de frío y están bajo cero. Por no tener corrupción, no tener pobreza y tener bienestar, a pesar de que no sale el sol son felices. Imaginen nosotros con este paraíso”.
Para alcanzar esa utopía al pueblo mexicano le basta exaltar los valores morales del pueblo mexicano, dijo López Obrador el 31 de agosto de 2019: “No hay que traer de Suecia, de Dinamarca, el modelo: ya lo tenemos. Lo que tenemos que hacer es exaltar esos valores, volver a los que nos decían nuestros padres: ‘Haz el bien sin mirar a quién’. Reforzar eso: el amor al prójimo, el mantener unidad, integrada a la familia, que es una institución fundamental, es la institución de seguridad social más importante que tenemos en el país”.
La distopía mexicana
En enero de este año la utopía parecía tomar forma, y tal vez eso hizo que López Obrador adelantara su llegada. Se trata de entrada en vigor del Insabi. El 8 de enero el presidente afirmó que el nuevo instituto no cobraría cuotas de recuperación, “atención médica y medicamentos gratuitos”, al ciento por ciento.
Sin embargo, la realidad empezó a imponerse sin que el presidente se hubiera dado cuenta. Un día antes de su declaración, el 7 de enero, la Secretaría de Salud tuvo que aclarar que en el tercer nivel de los servicios médicos sí se cobrarían cuotas.
Cuando al presidente se le dijo que el Hospital General no sólo seguía cobrando cuotas sino que las había incrementado al empezar el año, pidió nombres. Y ocurrió que la directora de ese centro salió a aceptar el hecho, y dijo que desde marzo de 2019 habían solicitado a la Secretaría de Hacienda que las cuotas fueran actualizadas, debido a que se mantenían las de 2015. Hacienda respondió hasta el 30 de diciembre y ordenó empezar a aplicar nuevas cuotas a partir del pasado 2 de enero. Fue lo que se hizo y lo que originó los reclamos de los usuarios del servicio.
Y así ha seguido funcionando el Insabi: entre la confusión, la desorganización y la improvisación. Su funcionamiento empezó con carencias muy graves: sin reglas de operación, sin manuales, sin una adecuada planeación, sin pruebas piloto y con problemas presupuestales.

De la desorganización es buen ejemplo que, pese a que desde enero el Insabi ya había entrado en vigor, las autoridades federales de salud negociaron con los gobernadores panistas, quienes habían manifestado su inconformidad por la intención de centralizar los servicios médicos. Lograron un acuerdo, el cual fue echado abajo pocos días después por López Obrador.
Asimismo, apenas hoy entró en vigor el acuerdo para la atención gratuita de personas sin seguridad social. Ocurre 11 meses después de cuando el presidente creyó que iniciaba.
Además, todo indica que no basta con pretender acabar con la corrupción para dar los recursos necesarios para el sistema de salud. Apenas la semana pasada el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria señaló que el Insabi no tiene un esquema de financiamiento suficiente para cumplir con sus objetivos de cobertura universal. Tiene contemplado atender a 77 millones de personas, pero su presupuesto per cápita disminuyó en 33 por ciento: de 3 mil 607 pesos este año, a 2 mil 602 para 2021. Esto se agrava por la epidemia de Covid-19.
Por su parte, tras una revisión del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, el Instituto Mexicano para la Competitividad halló que los recursos dedicados a la atención médica y hospitalaria, medicamentos e insumos, no se incrementan respecto al presente año, e incluso para algunas instituciones incluso se reducen, mientras que la mayor parte será dedicada a las pensiones.
Sobre el problema de los recursos, también se debe hacer notar que México Evalúa destacó que el año pasado las autoridades federales no ejercieron 65 por ciento de los recursos presupuestados para infraestructura hospitalaria; de esa cifra, 37 por ciento era para equipo médico, 36 a ampliación o remodelación, 14 a adquisiciones, 12 a construcción y 1 a mantenimiento. Sencillamente el gobierno federal no usó esos recursos.
Otro asunto que da idea de cómo se ha manejado el Insabi fue la llegada de una delegación cubana de más de 500 médicos para contribuir a atender la epidemia de Covid-19. Esto le costó 6.3 millones de dólares que fueron pagados directamente al gobierno cubano. Bien a bien no se sabe qué actividades y en dónde desarrollaron sus actividades los galenos caribeños.
Un aspecto que deja muy clara la lejanía respecto a Dinamarca es el de los medicamentos. Entre los problemas en este asunto es el desabasto de los necesarios para los niños con cáncer, problema que se arrastra desde el año pasado y que a principios de 2020 el subsecretario de Prevención y de Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, declaró como solucionado desde 2019.
Sin embargo, han continuado el problema entre negociaciones, protestas, demandas legales, robos (en octubre hubo uno de medicamentos oncológicos) y, lo peor, muertes. Y el desabasto continúa.
Algo parecido ocurre con los medicamentos de los pacientes con VIH: hoy, Día Mundial de la Lucha contra el Sida, hubo una manifestación en la Ciudad de México de quienes padecen esta enfermedad para denunciar la falta de antirretrovirales y la suspensión de consultas debido a que los recursos se han destinado a atender la pandemia. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos hizo un llamado urgente a Jorge Alcocer, secretario de Salud, para que les garantice acceso efectivo a tratamientos.
Además, el mes pasado la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorgó dos amparos a pacientes de sida que denunciaron la falta de medicamentos antirretrovirales.
Por si fuera poco, en su presunta guerra contra la corrupción López Obrador dispuso la creación de una nueva empresa estatal que se encargaría de la adquisición y distribución de medicamentos, vacunas y equipo médico a nivel nacional. Incluso nombró a su titular, David León Romero, quien tuvo que abandonar el encargo por el escándalo de la presunta entrega ilegal de recursos que hizo al hermano del presidente, Pío López Obrador.
El manejo de la pandemia de Covid-19 merecería un capítulo aparte, pero se deben mencionar algunas cifras y hechos. Un dato que exhibe muy bien las carencias es que México reportó a principios de noviembre mil 884 muertes entre el personal de salud. En septiembre, cuando se reportaron mil 320 decesos por esa enfermedad, un estudio de Amnistía Internacional colocó a nuestro país como el más afectado por ello.
Hasta este lunes la Secretaría de Salud ha reportado un millón 113 mil 543 casos acumulados de contagiados por Covid-19, y 105 mil 940 muertes por esa enfermedad. Pese al subregistro (que han aceptado las propias autoridades), el país va en franco camino de doblar los 60 mil fallecimientos que López-Gatell había proyectado como “escenario muy catastrófico”.
Así, a nivel mundial México es lugar 11 en contagiados y cuarto lugar en muertes por Covid-19.
Pese a que ni se “domó” la pandemia ni se aplanó la curva, el gobierno federal no ha variado su estrategia para enfrentarla pese a su evidente fracaso. Esto se ha reflejado en el repunte de contagiados de los días recientes, cuando las autoridades reportaron el récord de más de 12 mil en un día, y en la creciente ocupación de camas de los hospitales dedicados a la Covid-19.
Este lunes el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se refirió de la siguiente forma a la grave situación de la Covid-19 en el país: “La situación en México es muy preocupante. Los números muestran que el país está en mala situación. Cuando suben los casos y también las muertes es un problema muy serio y pediríamos a México que sea serio. Esperamos que todos los líderes den ejemplo”.
Sin embargo, el subsecretario López-Gatell dijo que el director de la OMS se dirigió a los mexicanos, a la sociedad, no a él ni al presidente. Si así lo hubiera querido hacer, dijo, hubiera usado los canales diplomáticos.
En la encuesta que presentó Reforma a dos años de ejercicio del poder de López Obrador, a la pregunta de si el presidente ha dado resultados respecto a lo que prometió en el manejo de la pandemia, 42 por ciento respondieron que sí, y 50 por ciento que no.
Pese a ello, en su acto por dos años de gobierno, López Obrador dijo que “en vez de quedarnos con los brazos cruzados, decidimos enfrentar tanto la crisis sanitaria como la económica con entrega, eficacia y con estrategias no convencionales que nos han permitido ir saliendo poco a poco de la adversidad por el bien del pueblo y de nuestra nación”.
Y así es como Dinamarca se aleja del horizonte mexicano…