Ante la prohibición de utilizar animales silvestres en espectáculos públicos en México, y el descenso en la demanda nacional que ello ha generado para la industria, nuestros circos (aún los más tradicionales) han tenido que irse de ‘mojados’ a Estados Unidos. Y al parecer no les va nada mal.
Algunos de ellos ya ofrecían de antaño espectáculos circenses en territorio estadounidense, pero era una actividad accesoria durante sus giras por el norte del páis; sin embargo, dadas las dificultades para operar en México, algunos de los circos mexicanos más tradicionales (y muchos de los no tanto), han optado por hacer de esas presentaciones en Estados Unidos su actividad principal.
El Circo Hermanos Vázquez, el más grande de todos ellos, tiene ya tres años trabajando exclusivamente en Estados Unidos; ofrece un show completamente en español y visita cada año entre 13 y 14 ciudades con alta población latina, como Dallas, Houston, Denver, Atlanta, Nueva York y Chicago.
Otros circos más pequeños también han trasladado sus carpas para instalarse al norte del país y ofrecer esparcimiento en vivo, como el Circo Ticolini, el de los Hermanos Aguilar, el Osorio y el de los Hermanos Caballero, entre otros; si bien, por razones de economías de escala, se especializan en ciudades muy cercanas a la línea fronteriza.
En cuatro estados del país, Guanajuato, Veracruz, Sinaloa y Campeche, diversos magistrados concedieron amparos contra la Ley General de Vida Silvestre que entró en vigor en junio de 2015, por lo que ahí sí se puede seguir disfrutando del circo con animales, señaló a El Expreso el presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circo AC, Armando Cedeño. No obstante, denunció que alguno de esos circos tuvo problemas en Campeche, pues los molestan; “es una cacería terrible” debido a la campaña de desprestigio contra los circos, destacó.
El Circo Hermanos Vázquez, que debutó en Dallas hace ocho días, ofrece un espectáculo completo que incluye payasos, ventrílocuos, contorsionistas, malabaristas, trapecistas y el “hombre bala”, además de actos con animales vivos, como caballos y perros.
“Un circo sin animales, la verdad es que no es un circo; nosotros por eso estamos en Estados Unidos”, dijo a Notimex Guillermo Vázquez Jr., uno de los cinco hermanos Vázquez, actuales propietarios del circo y miembro de la tercera generación de la familia, pionera de este espectáculo en México.
“Nuestro país nos cerró las puertas con esas políticas”, afirmó el empresario, tras lamentar que en México se aprobara a finales de 2014 la ley que prohíbe el uso de ejemplares de vida silvestre en los circos. Guillermo Vázquez aseguró que la prohibición “fue una onda política”: Eran intereses de terceros que vinieron a decirle a los más débiles: “vámonos contra el circo”; refirió.
“En México sigue habiendo corridas de toros, ¿no es así?”, cuestionó Vázquez; o sea que la ley no ha frenado el maltrato a los animales; “la gente sigue comiendo carne”. ¿Entonces, qué culpa tenía el circo? cuestionó.
“Aquí tenemos caballos, tenemos un acto de granja padrísimo donde participan mis sobrinos, la cuarta generación de artistas del circo, y podemos tener tigres y elefantes, pero en esta ocasión no los tenemos, porque cambiamos el espectáculo cada año; tal vez el año que entra los traigamos, pero aquí en Estados Unidos sí se puede”, comentó.
Renzo Ticolini, propietario del Circo Ticolini, un artista colombiano que trabajó muchos años en México como trapecista con los hermanos Vázquez y otros circos, dijo que además de la prohibición al uso de los animales en las carpas, él decidió trasladarse a Estados Unidos por la seguridad.
“Es mucho más complicado; es diez veces más caro, pero es diez veces más seguro”, indicó. “En México es mucha la inseguridad, la extorsión”. Ticolini asegura que en los circos los animales son bien tratados: “Cómo vas a maltratar a lo que te da de comer”.
En Dallas, el Circo Hermanos Vázquez se instaló en el extenso estacionamiento de un centro comercial de la década de los años 1970, ubicado frente al “Gallerias Dallas”, uno de los ‘malls’ más grandes de la ciudad.
El circo que los padres de Guillermo Vázquez fundaron en 1969 en un barrio de la Ciudad de México, ha crecido exponencialmente y constituye ahora una comunidad de 200 empleados, 150 de ellos mexicanos y 50 de otros países.
La caravana se traslada de ciudad en ciudad en un convoy de cien vehículos, coordinados desde una oficina central ubicada en la comunidad de Donna, en la frontera de Texas con México.
En Estados Unidos, el Circo Hermanos Vázquez se ha adaptado a las cambiantes circunstancias, utilizando las nuevas tecnologías para la venta de boletos por internet y ofreciendo una moderna carpa con butacas de plástico, aire acondicionado y baños. El Circo Hermanos Vázquez tenía 20 años viajando a Estados Unidos, antes de tomar la decisión de trasladarse permanentemente a este país.
“Nosotros ya veníamos de México como un circo de renombre y todo, y la gente que nos conocía era solamente la que nos había visto en México, la que venía a Estados Unidos a sembrar las cosechas, a trabajar en restaurantes, a lavar platos”. explicó.
“Antes venían puros hombres y después vimos ya una evolución. Veníamos el año después y ya traían a la novia, luego a los hijos y ahora estamos divirtiendo a hasta una segunda generación de inmigrantes”, expresó.
En su debut en Dallas, el primer acto estuvo a cargo de los payasos, Pedro Pedro, Tin Tin y Peter, tres generaciones de la familia Campa. Luego siguió un espectáculo de acróbatas ucranianos que combinan la gimnasia rítmica con equilibrio, fuerza y destreza aérea. Aunque en el Vázquez la mayoría de los artistas son hispanos, el circo también recluta talento de otras nacionalidades.
Un redoble de tambores marcó el comienzo de los actos más solemnes del espectáculo, donde existen riesgos para la vida de los acróbatas, como el del “hombre bala” que sale disparado de un gigantesco cañón y vuela unos 30 metros para caer en un colchón de aire, o el de los tres jóvenes trapecistas que hacen acrobacias a 10 metros de altura.
Mientras en la pista se desarrollaba el espectáculo, en las gradas empleados del circo venden a las familias espadas con dulces multicolores, fotografías con los payasos y otros personajes y golosinas típicas cómo el algodón de azúcar y los churros.
“La comunidad hispana está representada por tradiciones, por costumbres y la familia; nada más representativo que el circo, un circo mexicano que viene a Texas a crear empleos, que viene a Texas a crear tradiciones”, dijo el cónsul de México en Dallas, Francisco de la Torre, invitado a cortar el listón inaugural de la temporada del circo en esta ciudad texana. Comentó que los circos, como el de los Hermanos Vázquez, son “un extraordinario embajador de la cultura mexicana”.
(Con información de El Universal)
aml