En el apagón del 28 de diciembre del año pasado, que afectó a unos 10 millones de usuarios, tuvo responsabilidad la Comisión Federal de Electricidad (CFE), reconoció su director, Manuel Bartlett, aunque también culpó a una empresa privada. También llamó “bozal” al cubrebocas de un reportero, quien se lo tuvo que retirar pese al repunte de contagios de Covid-19.
Durante una conferencia de prensa, aunque Bartlett reconoció la responsabilidad de la CFE, atribuyó la razón de la interrupción del servicio eléctrico a una empresa privada que construía una instalación.
Así, según el titular de la Comisión, “hay una responsabilidad nuestra también; no estamos ocultando nada. Con la premura de la empresa que quería instalarse en determinado tiempo para tener sus beneficios, se hace un trabajo, se abre la línea y se deja sin protección. Es el privado y el error que cometimos nosotros”.
La empresa privada que hacía los trabajos que provocaron fallas en la red de protección que condujo al apagón fue Central Eléctrica San Carlos, de Grupo Acciona, empresa española, según estableció el peritaje independiente, señaló Bartlett.
El funcionario agregó que “la responsabilidad clarísima es de ellos; es decir, no cumplieron las indicaciones de la CFE, del Cenace (Centro Nacional de Control de Energía). No las cumplieron: instalaron con menor calidad, aparatos de menor calidad”.
Derivado de lo anterior, la empresa del Estado mexicano propondrá a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) la suspensión de permisos y contratos con centrales eléctricas que no reporten sus avances de construcción en el momento de su verificación.
Bartlett no eximió de responsabilidad a la CRE: “Lo que nosotros tenemos que garantizar es que el sistema funcione y no haya peligro para la población. Hay cientos de permisos que dio la CRE, que significan tres, cuatro veces la electricidad que se va a demandar. La CRE no hizo ninguna planeación”.
Cuestionado por un reportero sobre si la CFE emprenderá alguna denuncia penal contra Grupo Acciona, Bartlett dijo que lo hará si hay delitos que perseguir: “Esto ya es un análisis de responsabilidades, pero yo creo que cuando hay responsabilidades los proveedores también son responsables. No es una cacería de brujas, como se puede decir; no somos enemigos de las energías limpias, al contrario”.
(El periodista que preguntó lo anterior al funcionario lo hizo por primera vez con cubrebocas; sin embargo, Bartlett le dijo: “A ver, les voy a comentar una cosa: con el bozal no se oye ni se entiende. Estamos casi todos vacunados y tú estás lejos. No se entiende nada de lo que dices”. El reportero se retiró el cubrebocas, repitió su pregunta, a lo que el titular de la CFE contestó: “¿De qué? No te entendí”. Esa petición, en el contexto del repunte de contagios de Covid-19, se dio en un espacio cerrado donde estaban reunidas varias personas, tal vez sin la ventilación adecuada, además de que la vacuna no impide la transmisión del coronavirus, que viaja en gotículas y aerosoles que se expulsan, por ejemplo, al hablar, y que pueden permanecer suspendidas en el aire por largos periodos. Por ello se utiliza el cubrebocas).
El mismo día del apagón, que afectó al 30 por ciento de la demanda total del sistema eléctrico mexicano y a la cuarta parte de la población del país desde Sonora hasta Quintana Roo, la CFE lo atribuyó a un incendio de maleza bajo líneas de alta tensión a los largo de un kilómetro, que, por la fuerza de los vientos, llevaron el aire caliente y la ceniza a los conductores de las líneas, lo que provocó un corto circuito.
En aquella ocasión también la CFE aprovechó para atacar a las energías limpias: el sistema tenía baja demanda y muy alta generación intermitente eólica y fotovoltaica, y el sistema “no puede operar con exceso de generación intermitente”, por lo que ello “implicará para los generadores privados reducir su producción anual”.
Entonces la CFE se autorreivindicó, no reconoció ninguna responsabilidad y atacó a la inversión privada en el sector eléctrico.