A Carlos Slim le molesta mucho que le recuerden que los dos más recientes premios Nobel de Economía lo usan como el ejemplo más encumbrado de lo que se conoce como el ‘capitalismo de cuates’ y en el mismo sentido, criticó duramente al extinto Instituto Federal de Telecomunicaciones.
Según los especialistas, Slim es el mejor ejemplo del empresario que aprovecha sus conexiones políticas y el caso más ilustrativo es la adquisición de Telmex. Personajes como Slim, apuntan, medran en sociedades del tipo “extractivo y excluyente”, en donde las instituciones sirven a los intereses de élites poderosas, propiciando la concentración de riqueza en muy pocas manos.
En conferencia de prensa ofrecida este lunes, el hombre más rico de Latinoamérica fue cuestionado al respecto. En respuesta dijo que si los premiados especialistas opinan que está mal que Telcel “sea competitivo” y supere a otras empresas entonces “son unos estúpidos”. No obstante, no comentó nada sobre las conexiones políticas que le permitieron adquirir Telmex, empresa de la que derivó Telcel, América Móvil y muchas otras de un emporio de telecomunicaciones que se extiende por América Latina.
Además, dijo tener recuerdos no agradables de IFT, que en repetidas ocasiones frenó su expansión y le ha negado a su empresa ofrecer televisión de paga.
“¿Está mal que Telcel sea competitivo, sea bueno y gane a otras empresas?, si eso es malo, si eso piensan, los premios Nobel son unos estúpidos”, dijo, acompañado de su yerno, Arturo Elías Ayub.
Slim se refirió así a los economistas Daron Acemoglu y James Robinson, premiados con el Nobel de Economía 2024 y autores del libro “Por qué fracasan los países”. De acuerdo con el comité de premiación del Nobel, fueron galardonados por sus estudios sobre “cómo se forman las instituciones y afectan la prosperidad”.
Acemoglu y Robinson sostienen que las grandes diferencias en el nivel de desarrollo económico entre países se deben a la calidad, deficiencia o ausencia de instituciones. El grado de fortaleza de las mismas llevan, a grandes rasgos, a dos clases de entornos institucionales: los inclusivos (o incluyentes) y los extractivos (o excluyentes).
En una nación de instituciones sólidas, el entorno para el desarrollo es inclusivo. Se fomenta la innovación y los derechos de propiedad. Es propio de las naciones desarrolladas, con democracias firmes. En países de instituciones débiles, dominadas por la corrupción, el entorno es extractivo o excluyente. Es el caso de México y Slim, el gran ejemplo de empresario que saca provecho de la debilidad institucional de un país.
Molesto, el empresario aseguró que Telcel “nunca fue un monopolio”. Cuando surgió ya había otras empresas en el mercado, afirmó. “Competimos contra ATT y ahora resulta que somos muy malos y abusivos porque tenemos más participación de mercado que la empresa más grande del mundo”.
En cuanto a Telmex, defendió que tampoco lo es, pues su mercado es reducido. “Telmex no tiene ninguna preponderancia, tienen cero participación en la televisión de paga, en banda ancha debe tener un 38% del mercado, lo que tiene es muchos teléfonos antiguos que no se han cancelado, Telmex tiene una desventaja, no le han dejado dar televisión de paga a sus clientes”.
El tema de la televisión de paga es un rencor añejo que guarda Slim hacia el regulador, recientemente extinto por una reforma constitucional impulsada por Claudia Sheinbaum. El organismo, por ahora, sigue operante ya que no se ha promulgado la legislación secundaria para su traslado a la Secretaría de Economía.
Tenemos un “mal recuerdo” del IFT, dijo. “Nunca nos dio la televisión de prepago, y los presidentes tampoco, entonces es un servicio que no lo tenemos, tenemos una Telmex golpeada, con una gran red”, y no obstante “no podemos dar televisión de paga, hubo un momento que se nos iba a dar, pero dieron marcha atrás, entonces no era tan autónoma”, criticó.
Parte del rencor de Slim es la sanción que el IFT dio a Telcel en septiembre del año pasado por incurrir en prácticas monopólicas, lo que el empresario siempre negó.
ofv