En el segundo debate presidencial, los temas fueron política exterior, derechos de los migrantes, crimen trasnacional y seguridad fronteriza; la conducción estuvo a cargo de los periodistas León Krauze y Yuriria Sierra y las intervenciones de los candidatos se basaron en las preguntas de algunos de los ciudadanos asistentes al auditorio de la Universidad de Tijuana, Baja California, así como en las que formularon los moderadores.
El candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón inició la ronda con el planteamiento de que México debe “destetarse” de Estados Unidos y voltear a ver hacia otros países para buscar nuevos mercados; según el candidato es momento de “ponerle la pierna dura” al país vecino y “hablarle fuerte” a su presidente Donald Trump en caso de que siga con su actitud hostil hacia nuestro país, e incluso de ser necesario, tomar ciertas medidas drásticas y como ejemplo puso “expropiar” Banamex.
Para Ricardo Anaya, aspirante de la coalición Por México Al Frente, fue una afrenta que el gobierno mexicano haya recibido con alfombra roja a Donald Trump siendo candidato, a pesar de sus constantes agresiones hacia nuestros compatriotas. De ganar la elección, dijo, se comprometería a negociar “de tú a tú” con el gobierno norteamericano y dejar claros todos los aspectos de la relación bilateral para que cada cual se comprometa a cumplir la parte que les corresponda. Señaló que aunque, en efecto, pueden buscarse alternativas de mercado en otras regiones del mundo, es fundamental recobrar una relación digna con Estados Unidos, por ser nuestro principal socio comercial.
Para Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, la solución a la relación con Estados Unidos es que el gobierno mexicano sea honesto y tenga autoridad moral; se dijo seguro de poder convencer al presidente estadounidense de tener una relación de respeto mutuo. Sin embargo, subrayó que desde su punto de vista, la mejor política exterior es la interior, es decir, se pronunció por dar prioridad al fortalecimiento del mercado interno y lograr la autosuficiencia para dejar de comprar alimentos y energéticos a Estados Unidos.
Por su parte, José Antonio Meade defendió la decisión del gobierno mexicano de invitar a Donald Trump, y si bien, reconoció que su victoria electoral resultó inesperada, también es cierto que desde que inició el proceso electoral en el país vecino, se tuvo el objetivo de tener acercamientos con todos los contendientes. Según el aspirante de la alianza Todos por México, a pesar del difícil momento que ha tenido la relación con Estados Unidos desde que Trump asumió el poder, consideró que se han tenido algunos avances como el hecho de que las negociaciones del TLC sigan adelante y no se haya tomado la decisión de cancelarlo como ya lo ha hecho con otros acuerdos. Meade Kuribreña se pronunció también por diversificar los mercados y en ese sentido, destacó el reciente acuerdo con varios países del continente asiático y dijo que de resultar ganador, daría continuidad a este tipo de alianzas comerciales. Se pronunció por la diplomacia y no por la beligerancia para enfrentar a Trump.
Al abordar el subtema de la economía exterior e interior, se produjo el primer choque entre Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador cuando el primero planteó que no se puede fortalecer la economía sin inversión y le reprochara que cuando fue jefe de Gobierno, ésta cayera considerablemente. López Obrador lo tildó de mentiroso y afirmó que en su gestión es cuando más inversión extranjera se captó.
Los cuatro candidatos, con diferentes enfoques, coincidieron en la necesidad de incrementar los salarios y que el tema se incluya en las negociaciones del TLC. Para José Antonio Meade, el salario y la inversión deben ser acciones que se complementen entre sí para cerrar las diferentes brechas de desigualdad que existen en México y en este sentido, propuso generar mayores inversiones en la región sur del país y convertir a la región en un polo de desarrollo.
Ricardo Anaya ofreció aumentar a cien pesos el salario mínimo desde los primeros días de su gobierno y aumentarlo gradualmente en los primeros cuatro años hasta duplicarlo; asimismo, promovería una iniciativa de que los que ganen 10 mil pesos o menos, no paguen impuesto sobre la renta. Jaime Rodríguez Calderón dijo que se debe terminar de tajo con la figura del salario mínimo y se pronunció por una política de salarios justos de acuerdo a la función que se realice, aunque no explicó cómo la instrumentaría; según el independiente, quitándole el dinero a la partidocracia, se podrían generar muchas más oportunidades de empleo. López Obrador insistió en que acabar con la corrupción es el punto de partida de todas las acciones del gobierno que se propone encabezar, en este sentido, dijo que en la medida que se bajen los salarios de “los de arriba” se podrán aumentar lo de “los de abajo”.
Otro momento de polémica se generó al hablar de la delincuencia trasnacional y la seguridad en la frontera; en este rubro, Jaime Rodríguez Calderón reiteró su planteamiento de “mochar manos” a los corruptos, en este a quienes en las aduanas propician diferentes delitos como el tráfico de armas, drogas y trata de personas. López Obrador apuntó que la peor plaga son los políticos corruptos, entre los cuales aludió a sus adversarios José Antonio Meade y Ricardo Anaya, a quienes calificó como los representantes de “la mafia del poder”; asimismo criticó la estrategia de seguridad emprendida por los gobiernos del PRI y el PAN que han orillado a mucha gente a irse del país; asimismo consideró que muchos de los sembradores de amapola, no tienen otra salida para enfrentar la miseria en que viven.
Meade fustigó al tabasqueño por la postulación de Nestora Salgado como candidata al Senado, a pesar de que ésta fue señalada por secuestro y liberada por un error judicial. El aspirante priista se pronunció por un mejoramiento de los protocolos de seguridad fronteriza que ya existen, así como una “tecnificación” de la zona fronteriza para detectar oportunamente el tráfico de armas, dinero y droga en las aduanas. Dijo que López Obrador desconoce los temas de seguridad nacional. Por su parte, Ricardo Anaya planteó en este terreno una renovación de los cuerpos policiacos en los estados fronterizos y en general, de todo el país; respecto a la posibilidad de legalizar la marihuana, se pronunció por un debate público al respecto.
En torno a la migración, José Antonio Meade planteó que se les brinde asistencia de salud y humanitaria a quienes procedentes de Centroamérica principalmente, pasan por territorio nacional, aunque no siempre tienen como destino Estados Unidos, sino buscar oportunidades en México. No obstante, apuntó que debe haber una diferenciación de aquellos otros migrantes que vienen a cometer delitos a nuestro país, y en este sentido, tratar cada problemática por separado. Respecto a los connacionales que viven en Estados Unidos, presumió que durante su gestión como canciller, se lograron avances para que muchos de ellos tuvieran documentos legales.
Andrés Manuel López Obrador planteó convertir los consulados en “procuradurías” que defiendan a los migrantes y adelantó que nombraría a la académica Alicia Bárcena como embajadora de México ante la ONU. Insistió en que con el combate a la corrupción habrá cada vez menos mexicanos que se vean obligados a migrar, y más aún, que aquellos que sean deportados tendrán oportunidades de reinsertarse en México al impulsarse el desarrollo del país con lo que se ahorre en frenar “el saqueo” de los del “PRIAN”.
A su vez, Ricardo Anaya se comprometió a proteger a los dreamers para que sus derechos sean respetados e insistió en una redefinición de la relación con Estados Unidos para conseguir éste y otros objetivos de la agenda migratoria; lo mismo, dijo, aplicaría para el caso de los migrantes de países como Guatemala, Honduras y El Salvador, es decir, plantear una nueva relación con estos países, en donde todas las partes se comprometan con una agenda común.
Por su parte, Jaime Rodríguez, el “Bronco”, reiteró su postura de que todo el dinero que actualmente se gasta en mantener partidos políticos, se dedique para detonar el potencial de desarrollo que cada región del país tenga, a fin de que los migrantes que sean deportados, tengan opciones para reincorporarse.
En la fase de conclusiones, López Obrador aseguró que Carlos Salinas se puso de acuerdo con sus adversarios de “la mafia del poder” para desatar el rumor de que está enfermo, sin embargo, aseguró estar al cien y “bateando por encima de los 300”. Dijo que no sólo es el de mayor edad, sino el de más experiencia y que por estar más de 25 puntos arriba en las encuestas sus contrincantes lo atacan, pero según él, “el pueblo” ya optó por el “cambio verdadero” que él representa.
Ricardo Anaya dijo que el problema no es la edad de López Obrador sino sus ideas “del pasado” que pretenden convertir a México en un ente aislado de un mundo globalizado. Dijo que al tabasqueño le hace falta modernizarse en su discurso y en sus proyectos de gobierno con recetas que ya han probado su ineficacia en el pasado.
José Antonio Meade se ufanó de tener una trayectoria libre de escándalos, a diferencia de sus adversarios Anaya y López Obrador, pues mientras el primero está señalado por no poder explicar el origen de sus bienes ni su nivel de vida, el segundo representa un riesgo para el país al proponer amnistía para delincuentes, enfrentarse con los inversionistas que generan empleos y al negarse a transparentar de qué ha vivido en los últimos años.
Por último, Jaime Rodríguez Calderón dijo que mientras sus opositores se pelean por ver quién de ellos es el más corrupto, él es el único “antisistema” que atrevió a desafiar a la “partidocracia”; López Obrador, dijo, no lo es porque vive del sistema y lo retó a devolver las prerrogativas que recibe su partido; asimismo, lo acusó de pretender instalar un modelo autoritario con un “congreso palero” que lo complazca. Para él, todos sus contrincantes son lo mismo.
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