Al colocar el tema de las pensiones a expresidentes como muestra de despilfarros y su eliminación, en realidad sólo afectó de modo grave a Luis Echeverría y Vicente Fox, pero más a las viudas de José López Portillo y Miguel de la Madrid, quienes recibían 80% de ellas
EMEEQUIS. Desde que era candidato, López Obrador supo colocar el tema de la pensión que recibían los expresidentes como una muestra de los despilfarros del antiguo régimen. Prometió que las quitaría y cumplió, aunque en realidad solo afectó, de modo grave, a Luis Echeverría, Vicente Fox y a las viudas de José López Portillo y Miguel de la Madrid.
En el fondo, Sasha Montenegro y Paloma Cordero fueron víctimas colaterales de todo este enredo, ya que recibían, por ley, el 80 por ciento de lo que correspondería a quienes fueron sus maridos.
Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo nunca recibieron la pensión, porque renunciaron a ella, y Felipe Calderón la donaba de modo íntegro a una fundación para niños con cáncer: Aquí nadie se rinde.
Con lo que sí contaban, quienes gobernaron México, es elementos de seguridad y funcionarios para trabajar en sus oficinas. Todo esto quedó suspendido en un ajuste de cuentas bastante absurdo, porque no genera ahorros mayores y sí puede provocar problemas en el futuro.
Quizá López Obrador creía que todos sus antecesores vivían de las pensiones, o fingió creerlo, como utilidad en el fragor de la campaña. No lo sabemos, pero no sería extraño que en el futuro se tuviera que revisar esa disposición, ya que en su retiro también requerirá de la seguridad necesaria, porque ello es una cuestión de Estado.
El tema está de nueva cuenta en la agenda, porque el presidente López Obrador lo utilizó para colocar la idea de que Calderón Hinojosa recibía, contando todas las facilidades, más recursos que ex mandatarios como George Bush y Sebastián Piñeira.
LUZ RAQUEL PADILLA, LA VERDAD SOSPECHOSA
Es de imaginar que, al fiscal de Jalisco, Joaquín Méndez, se le debió caer el alma al suelo, cuando los investigadores a su cargo le anunciaron que había una línea de indagatoria sólida: Luz Raquel Padilla pudo haberse quemado ella misma.
En sucesos de alto impacto, lo más complejo es que los hechos empaten con las creencias y que la frustración se mitigue con las explicaciones, por puntales que estas sean.
La verdad siempre es sospechosa, pero en este caso se mezcla con errores de las propias autoridades al tratar de evitar las críticas por lo que se percibía como una mala actuación de los policías que tenían la encomienda a Luz Raquel.
Quizá por ello, diversas agrupaciones feministas ya han señalado que esperan que no se trate de revictimizar a Luz Raquel y a su entorno. Ya están pidiendo que Méndez renuncie al cargo, ya que “está faltado al debido proceso y dificulta la justicia”.
Pero el fiscal cuenta con datos que robustecen su hipótesis, sin que hasta el momento haya descartado otras y entre ellas las de feminicidio. Hay testimonios que probarían que Luz Raquel compró dos botellas de alcohol y un encendedor.
La supuesta presencia de atacantes, quizá se confundió con quienes en realidad la estaban auxiliando, y señalan que la mujer les alcanzó a decir que “se quemó”.
Como sea, la muerte de Luz Raquel refleja un periodo bastante oscuro de violencia y desesperación, algo que también tiene que ser atendido, pero por la sociedad en su conjunto.
Y sí, al fiscal Méndez se le debió caer al alma al suelo, y lo que falta.
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