El director del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), José Antonio Romero Tellaeche, cometió plagio en un par de artículos académicos, consideró la Comisión de Ética de esa institución. Sin embargo, permanecerá impune, en una más de la larga serie de irregularidades que han caracterizado su administración.
En junio pasado El Universal dio a conocer que en un artículo publicado en 2019 por Romero Tellaeche en la Atlantic Review of Economics fueron copiados párrafos de un artículo de autores turcos que habían aparecido en la EGE Academic Review en 2014.
Casi una semana después, Mauricio Romero, académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México, exhibió que Romero Tellaeche también plagió un texto de Amartya Sen, premio Nobel de Economía 1998, publicado en 2008 en The Economic and Political Weekly, en su ensayo “La herencia del experimento neoliberal”, aparecido en El Trimestre Económico, volumen LXXXVII, número 345, correspondiente a enero-marzo de 2020. A la siguiente semana el Fondo de Cultura Económica retiró el texto del sitio web de la publicación.
El asunto fue denunciado ante la Comisión de Ética del CIDE, que llegó a una resolución en su sesión del pasado 6 de septiembre: el director de la institución sí incurrió en plagio.
El acta respectiva dice: “El doctor José Antonio Romero Tellaeche incurrió en una falta a la ética en los dos artículos académicos de su autoría presentados por la parte denunciante, misma que consistió en la presentación intencional de ideas ajenas como propias y sin dar el crédito debido a las fuentes utilizadas. Esta conducta configura un plagio según la definición del artículo 4º, fracción I, del Código de Ética del CIDE”.
El artículo 150 del Estatuto del Personal Académico del CIDE establece que su Consejo Académico “expedirá un Código de Ética que determinará las conductas que constituyen faltas a la ética y la honestidad académica, incluyendo las prácticas de plagio, así como el procedimiento para sancionarlas”.
El artículo 3 del Estatuto también señala entre las obligaciones del personal académico “actuar con ética y honestidad académica en el desarrollo de sus actividades, en particular, evitar cualquier práctica de plagio que constituya una violación al derecho de autor”.
El Código de Ética del CIDE establece como la primera falta el plagio, que consiste “en toda presentación intencional o no intencional de ideas ajenas como propias, en cualquier trabajo académico de estudiantes o profesores, sin importar el momento o la forma de presentación”. Además, en su artículo 5 señala que “cualquier plagio doloso en un producto académico será considerado falta grave”.
Ese documento refiere que se debe aplicar el artículo 147 del Estatuto, el que señala incluso la rescisión de contrato “en caso de incumplimiento doloso reiterado o faltas graves”. Esta sería la que habría recomendado la Comisión de Ética si hubiera alcanzado los votos a favor necesarios.
Sin embargo, en declaraciones a El Universal, la denunciante del asunto, la doctora Catherine Andrews, comentó que en la Comisión de Ética no hubo los votos suficientes para enviar la recomendación de sanción al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ya que sólo hubo dos votos a favor y dos abstenciones.
Acerca de la votación Andrews señaló que se trató de intimidación, ya que Romero Tellaeche acusó de conflicto de interés a los miembros de la Comisión ante el Órgano Interno de Control del CIDE.
Así, es muy probable que, pese al reconocimiento de la falta grave cometida por Romero Tellaeche, el asunto quede impune.
Al respecto, hay que recordar lo que afirmó María Elena Álvarez-Buylla, titular del Conacyt, cuando en noviembre de 2021 presentó al nuevo director del CIDE: Romero Tellaeche tiene “una trayectoria intachable desde el punto de vista ético y de capacidad de gestión”.