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miércoles 11 diciembre 2024

Recomendamos: La cargada contra el INE, por Fernando Belaunzarán

por etcétera

Primero, intimidar. Las resoluciones del INE son recurribles ante el TEPJF y hay una controversia constitucional en la SCJN respecto a la imposibilidad de organizar la consulta de revocación sin recursos suficientes, pero el Presidente no está para ver qué resuelven las instancias jurisdiccionales, sino para dejar establecido que debe pagar el precio quien se resiste a su voluntad.

Los consejeros electorales que, en el uso de sus facultades, decidieron suspender temporalmente algunas labores referentes al eventual ejercicio revocatorio, en tanto se resuelve su controversia en la Corte, no sólo fueron víctimas de escarnio, promovido desde el poder, sino que los amenazaron con ser perseguidos penalmente y removidos de sus cargos mediante juicio político.

Difícil imaginar un atentado más explícito a la autonomía que, además, representa un mensaje ominoso para integrantes de otros órganos y poderes. Quienes se atrevan a disentir de los deseos del Ejecutivo saben que podrán vérselas con un fiscal que se distingue por la persecución de opositores, una mayoría legislativa dispuesta a castigar por consigna y legiones de troles y bots linchándolos moralmente en redes sociales. El amedrentamiento convertido en política de Estado.

En lugar de esperar y atenerse a los fallos jurisdiccionales, surgió el nado sincronizado de funcionarios y personajes ligados al oficialismo que arremetieron contra el INE. Cargada para tratar de poner a la mayoría de seis consejeros contra las cuerdas, dejando a un lado razones jurídicas y reproduciendo el guion de la propaganda oficial que no contribuye a una discusión serena y sustentada del tema. Es falso que con voluntarismo y austeridad alcance para organizar una elección en todo el país; menos aun con los estándares de calidad a los que la institución está obligada.

El surrealismo que acompaña a la pretendida consulta tiene explicaciones, pero antes de llegar a ellas es necesario reseñarlo. Aunque la Constitución establece que la revocación es un derecho de los ciudadanos que le han perdido confianza al gobernante, es éste el que muestra mayor interés en que se lleve a cabo y son sus seguidores los que recolectan firmas para hacerlo posible; pero desvirtuándolo, pues promueven el ejercicio como una suerte de ratificación. Si no se diera la votación que demandan, el Presidente seguiría en el cargo hasta el final de su mandato, es decir, de cualquier manera sucedería lo que ellos desean.

No es menos curioso que, a pesar del interés y la importancia que le da Andrés Manuel López Obrador a la realización de dicha consulta, su obediente mayoría en la Cámara de Diputados recortó al INE el presupuestó que solicitó para organizarla. Así que, resumiendo, quienes exigen la revocación son los que en realidad quieren que se quede, pero no otorgan los recursos necesarios para que tenga lugar y, frente a la declaración de imposibilidad del instituto, amagan con destituir y encarcelar a los consejeros. El absurdo encuentra sentido si lo que se busca en Palacio Nacional es escalar el conflicto con el árbitro electoral.

Por una parte, el revocatorio es un ardid que no da cauce al derecho ciudadano, sino que está pensado para que el Presidente aproveche el numerito, siga en campaña permanente y promuevan el culto a su personalidad. Por la otra, es el pretexto para lanzar todas las fuerzas del oficialismo contra el INE con el previsible propósito de generar una crisis que les permita tomar el control del proceso electoral en la sucesión de 2024.

Quitarle la organización de las elecciones al gobierno mediante un órgano autónomo y ciudadano es una conquista lograda gracias a la lucha de generaciones. Con el retorno del presidencialismo autoritario buscan regresar también a la hegemonía estructural del grupo en el poder y, por lo mismo, acabar con las alternancias. Las garantías democráticas que les sirvieron para ganar la Presidencia ahora les estorban porque quieren evitar perderla.

El INE es baluarte de nuestra democracia. Si cae en manos de la facción gobernante, el régimen autoritario se va a consolidar. En política hay batallas decisivas que no se pueden eludir. Ésta es una de ellas. Tomen su lugar.

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