En su trayectoria política Andrés Manuel López Obrador ha usado de varias formas las apelaciones a la libertad de expresión y la propaganda gubernamental en los procesos electorales al contentillo. Como suele ocurrir, fue uno en la oposición y es otro en el poder. Al contentillo.
En las elecciones de 2006 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación consideró que, con sus declaraciones, el entonces presidente de la República, Vicente Fox Quesada, puso en riesgo la validez de la elección presidencial.
En aquella elección el candidato Andrés Manuel López Obrador y la coalición que lo apoyó, encabezada por el PRD, alegaron ante el Tribunal la intervención de Fox Quesada a través de medios electrónicos, impresos e internet para coaccionar el voto a favor de Felipe Calderón.
Como se recordará, en marzo de 2006, en un mitin de la campaña electoral López Obrador hizo un reclamo al entonces presidente por una crítica que le había hecho. Entonces le dijo: “¡Cállese, ciudadano presidente! Deje de estar gritando como chachalaca”. Un día después insistió: “¡Cállate, chachalaca!”.
Así, de una manera muy coloquial, el candidato reclamaba la intervención del mandatario en el proceso electoral a través de diversos mensajes.
Por aquella experiencia y los reclamos de López Obrador fue porque en la reforma electoral (especialmente al artículo 41 constitucional) que siguió a aquel proceso electoral se estableció la suspensión de la difusión en los medios de comunicación social de toda propaganda gubernamental durante el proceso electoral y hasta la conclusión de la jornada comicial. Quedaron exceptuadas las campañas sobre asuntos educativos, de salud y protección civil en caso de emergencia. De esa forma se buscaba dar mayor equidad a las contiendas electorales.
Años después, el 9 de febrero de 2018, en San Luis Potosí, López Obrador pidió al INE que todos cumplieran con la veda electoral para que no hubiera “guerra sucia” como la que, dijo, hacen medios que difunden mentira y calumnias “para afectarnos”. No sólo fue contra el gobierno sino incluso contra los medios de comunicación.
Entonces el político tabasqueño dijo: “Vamos a pedir que el INE esté muy pendiente, que cuide, que en realidad no se haga campaña ni a favor, ni en contra de nadie, eso lo vamos a pedir”.
Es decir, López Obrador entonces pedía el cumplimiento de la ley, incluso contra los medios de comunicación. Entonces no era tan liberal como ahora.
“No hay ningún problema”
Jannet López Ponce, reportera de Milenio, recordó que el 28 de mayo de 2019, cuestionado sobre si estaría de acuerdo con que no se transmitieran de forma íntegra sus conferencias durante el proceso electoral de 2021, López Obrador lo aceptó: “Estoy de acuerdo. No hacen falta que nos manden una notificación. O sea, estoy de acuerdo con que no se transmitan las conferencias en donde hay elecciones. O sea, que ya, en lo que corresponde a nosotros, a partir de mañana ya no se transmite”.
Una reportera le cuestionó que, si se aprobaba la revocación de mandato en 2021, estaría de acuerdo con que se suspendiera la transmisión a nivel nacional. La respuesta de López Obrador: “Sí; bueno, mientras está… vamos a decir periodo. Sí, no hay ningún problema que se suspendan, porque se puede informar de otra manera, no yo. ¿Saben qué? Le tengo mucha confianza al pueblo, a la gente”.
El presidente y sus defensores han dicho que sus conferencias de prensa son de “información” y no de propaganda”. Sin embargo, por ejemplo, apenas el 30 de diciembre pasado el INE determinó una medida inhibitoria contra el presidente por violar la neutralidad electoral. Entonces tomó en consideración dos videos de conferencias de prensa en las que López Obrador lanzó expresiones contra la alianza opositora, mientras que en otro se abstuvo de opinar sobre la que integra Morena, su partido.
La Comisión de Quejas y Denuncias del INE recordó las conferencias de prensa de López Obrador del 23 y del 29 de diciembre pasado. En la primera ocasión dijo contra la alianza de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) que “ellos se están agrupando porque ellos representan al antiguo régimen. Ellos mandaron, ellos dominaron en los últimos 40 años y lo hicieron asociados, simulando que eran distintos. Ahora, ya como se está llevando a cabo una transformación en el país, pues se quitan las máscaras y ya se abrazan y formalmente se agrupan para defender al antiguo régimen, defender los privilegios, lo que significó la política neoliberal: el beneficio para las minorías, la corrupción, el empobrecimiento del pueblo, la inseguridad, la violencia”.
Continuó: “Eso es lo que ellos añoran y es lo que están ahora defendiendo, y van a buscar en las elecciones el regreso de ese régimen antipopular, corrupto, de privilegios. Pero es legítimo, esto pasa en todo el mundo”.
Entonces la Comisión consideró las expresiones del presidente como de carácter electoral, además de que señaló que no fue un hecho aislado sino que es parte de una serie de actos parte de una estrategia de López Obrador para perjudicar a varios contendientes del proceso electoral, con lo que se aparta de su deber de neutralidad como servidor público, con lo cual se ponen en riesgo derechos y principios constitucionales.
En la sesión de prensa del día 29, a pregunta sobre la alianza de Morena (su partido) con el Partido Verde Ecologista de México, López Obrador prefirió no ejercer su libertad de expresión y dijo varias veces: “No me meto en eso”. Sin embargo, apenas unos días antes sí se había metido para fustigar a partidos opositores.
Como se puede ver en ese pequeño ejemplo, en las conferencias de prensa de López Obrador sí hay propaganda de carácter político-electoral (y mucha), y se falta a la neutralidad. Ocurre con demasiada frecuencia.
Pese a los antecedentes antes mencionados y ejemplificados, hoy López Obrador acusa censura y reclama libertad de expresión para difundir “información” gubernamental.