jueves 21 noviembre 2024

Recomendamos: Las maromas de Morena y el “pacto de impunidad”, por Francisco Garfias

por etcétera

Ni el diputado pederasta, Saúl Huerta, ex de Morena ni el presunto diputado corrupto del PT, Mauricio Toledo, reelecto, perderán su fuero el próximo viernes.

Las conveniencias políticas prevalecieron sobre la posibilidad de que los órganos correspondientes los investiguen y, en su caso, se proceda penalmente en contra de ellos.

El dictamen para convocar el viernes a un periodo extraordinario, a fin de quitarles la inmunidad parlamentaria, no alcanzó la mayoría calificada requerida.

Se necesitaban 24 de los 35 votos emitidos. Sólo 20 legisladores votaron a favor, 12 lo hicieron en contra y tres se abstuvieron (dos de Morena y uno del PAN.) Por segunda vez consecutiva no pasó la convocatoria al extraordinario.

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Sólo un ciego no se daba cuenta de que todo estaba armado para que abortara el intento de convocar al periodo. Se trataba de desaforar a un exmoreno y a un petista. Las alianzas se respetan para que se respeten los votos a la hora que se necesitan.

¿Qué hacer para que no se note que protegen a uno de ellos?

¡Eureka! En un solo dictamen metieron los dos desafueros; los nombramientos del titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y de la Función Pública, Roberto Salcedo Aquino. Pero también la prórroga de un mes a la entrada en vigor de la ley que prohíbe la subcontratación.

De última hora incluyeron sospechosas modificaciones en los tiempos de la revocación de mandato, la regulación de la propaganda y las facultades del INE. Todo en el mismo paquete. Así nomás, sin dictámenes ni consensos.

“Qué casualidad que una vez que han perdido la mayoría calificada en la Cámara de Diputados quieren procesarla con extrema urgencia”, destacó el diputado del PAN, José Elías Lixa, uno de los que votó en contra del extraordinario.

Dijo más: “Seamos claros, no pretenden hacer cambios a la iniciativa, sino modificarla absolutamente para dar plena libertad presupuestal y propagandística al Ejecutivo federal. Desde luego que este asunto es gravísimo”.

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La sesión de la Comisión Permanente estuvo plagada de errores, desaseo legislativo, maromas de Morena y sus aliados, debates estériles. Era un ir y venir interminable. Un caos.

Vimos a panistas dividirse en la votación (dos de seis votaron favor del dictamen), a morenistas que cuestionaban la estrategia de sus jefes parlamentarios, a priistas avalando la cancelación del extraordinario.

El mundo bizarro, pues.

El presidente de la Mesa Directiva, Eduardo Ramírez, desechó definitivamente el dictamen luego de que, en votación económica, el pleno votara en contra de que se devolviera a comisiones para volverse a discutir. Lo cantó desde la tribuna.

No era lo que Morena tenía planeado. Al desechar definitivamente el dictamen se llevaba entre las patas las modificaciones al outsourcing —la ley dice que entrará en vigor el primero de agosto—; los citados nombramientos, y los sospechosos cambios sobre el revocatorio.

Larga la discusión sobre si se enviaba nuevamente a comisiones. Se impuso la voluntad de Morena. Se repitió la votación y esta vez ganó el sí. No se desechó.

“Nunca había visto tanta maroma en los tres años que llevo en el Senado”, nos dijo Damián Zepeda. El senador del PAN no prejuzgó sobre la inocencia o culpabilidad de Toledo y de Huerta. “He sido testigo de abusos, pero no por eso avalo pactos de impunidad y eso es lo que está pasando”, afirmó.

Xóchitl Gálvez, su correligionaria del PAN, completó: “por supuesto que están protegiendo los votos de sus aliados (del PT) Todo esto lo hicieron adrede”.

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