Al condenar el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Cerocahui, Chihuahua, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) llamó a las autoridades a romper “el círculo de violencia extrema” que hay en la Sierra Tarahumara y que afecta a las comunidades más vulnerables.
En ocasión del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, ocurrido el lunes pasado, Guillermo Fernández Maldonado, representante de la ONU-DH, hizo hincapié en señalar que ese crimen “nos recuerda la situación de violencia extrema y vulnerabilidad que enfrentan las comunidades de la Sierra Tarahumara en Chihuahua”.
Para enfrentar esa situación Fernández Maldonado llamó a los tres niveles de gobierno a poner en práctica el plan de contingencia acordado en 2016 para prevenir y atender ataques contra defensores de derechos humanos y periodistas en Chihuahua.
La ONU-DH destacó que los religiosos ultimados realizaban desde hace décadas “un importante trabajo social y pastoral que, entre otras líneas, incluye fortalecer la cultura de la comunidad rarámuri en todas sus dimensiones y la preservación del medio ambiente”.
Asimismo, la organización expresó su solidaridad con los familiares de los sacerdotes, con la comunidad de Cerocahui y con la Compañía de Jesús.
A las autoridades la ONU-DH las exhortó a realizar una investigación efectiva y exhaustiva para identificar a los responsables del crimen, además de brindar medidas de protección inmediatas, efectivas y concertadas acordadas con las comunidades de la zona, muchas de las cuales se encuentran en situación vulnerable.
A esa posición se sumó la representación de la Unión Europea en México, que reconoció la importante labor de los dos sacerdotes en la Sierra Tarahumara y llamó a las autoridades a procurar que haya justicia y que estos crímenes no queden impunes.