En un país donde las condiciones para hacer periodismo son cada vez más difíciles, varios reporteros que acuden a las mañaneras han encontrado un modus vivendi que consiste en formular preguntas pagadas por grupos de interés, empresas, sindicatos o políticos.
En Palacio Nacional, y en el gobierno en general, se sospecha especialmente de youtuberos que dirigen portales escasamente visitados, comandados por periodistas, hasta hace poco desconocidos, que han logrado hacerse de un nombre gracias a las conferencias matutinas.
El lunes 14 de junio, por ejemplo, a Carlos Pozos (Lord Molécula), le pareció de enorme interés público y gran relevancia periodística llamar la atención sobre el creciente problema que representan las picaduras de alacrán y las mordeduras de serpiente. Aunque usted no lo crea.
Para fundamentar su presunto interés en el asunto, el señor del moñito citó una investigación publicada en su propia página (el chiste se cuenta solo), donde se incluyen datos al respecto. Su participación esa mañana fue seguida de una petición disfrazada de reclamo: “la Cofepris no ha resuelto la aprobación del registro de estos antivenenos”.
Lo que Lord Molécula hizo esa mañana fue interceder por una empresa biofarmacéutica, Probiomed, que el 24 de marzo, como pudo documentar esta columna, presentó una solicitud de autorización sanitaria para poder emplear un nuevo medicamento.
La solicitud aún no ha sido aprobada, por lo que la empresa no encontró mejor forma de agilizar las cosas que recurrir a un gestor disfrazado de periodista, y así llegar hasta el presidente.
Nadie puede acusar sin pruebas al señor del moñito de haber recibido un complemento salarial. Pero si consideramos la irrelevancia de la pregunta, las sumas ingentes de dinero que manejan las farmacéuticas, y lo mucho que está en juego cuando se esperan un permiso de Cofepris, suponerlo es lógica simple.
Prácticas similares ocurren todos los días. Incluso más de un funcionario del gobierno federal dice haber sido extorsionado por personeros de grupos de interés con una frase como ésta: “nosotros tenemos manera de llegar al presidente, pero preferimos resolver las cosas directamente con ustedes”.
Por lo visto, ya le tomaron la medida al mandatario. Ya vieron que, en un arrebato es capaz de despedir a un funcionario sin mayor ponderación, como ocurrió con Juan Díaz Mazadiego, quien tuvo que dejar la secretaría de Economía cuando un periodista le imputó un caso de corrupción.
Vistas con detenimiento, las preguntas de más de un reportero acreditado en la mañanera hacen levantar la ceja. Despiertan dudas perfiles como Sandra Aguilera, Demián Duarte, Marco Antonio Olvera, Hans Salazar, Esteban Durán o José Luis Barraza, por mencionar solo algunos.
Las prácticas de estos y otros reporteros –y la tolerancia presidencial frente a ellos– han terminado por desvirtuar un ejercicio de comunicación sin precedentes. Hacen falta criterios más claros para decidir quién puede formar parte de las mañaneras y en qué condiciones.
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