En la discusión pública toma cada vez mayor relevancia la iniciativa que el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó para reformar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH), ya que implicará, en caso de ser aprobada, la concentración del poder y un presupuesto a disposición y decisión del Poder Ejecutivo, lo que es preocupante tanto en términos económicos como políticos y jurídicos.
En su artículo “Poderoso caballero es don dinero”, publicado en Excélsior, María Amparo Casar resalta que López Obrador sabe que “su proyecto requiere, primero, de dinero; después, de dinero y, por último, de dinero. Pero en una democracia el poder de la bolsa está en el Congreso y para disponer de él hay condiciones”.
Esas condiciones son tres, expone Casar: tener mayoría en el Congreso, que esta sea disciplinada a la voluntad presidencial y que el Ejecutivo quiera concentrar el poder. López Obrador cuenta con las tres.
La articulista también comenta que desde antes el Presidente puede reasignar y hasta desviar enormes cantidades del presupuesto mediante las llamadas “adecuaciones presupuestarias”. Con ello se violan las facultades del Congreso, considera Casar.
Sin embargo, advierte que con la propuesta de López Obrador y en caso de que sea aprobada por el Congreso, “esa práctica se profundizará” porque el presidente se ha otorgado mayores facultades y busca aún más “para gastar a su entera satisfacción”.
También recuerda que, mediante modificaciones a la LFPRH, se estableció que el destino de los recursos generados por el ahorro de la austeridad gubernamental será el que, “por decreto, determine el titular del Poder Ejecutivo”.
Además, la politóloga y coautora del libro Dinero bajo la mesa destaca carencias fundamentales en la iniciativa: por ejemplo, no se define qué es una emergencia económica, quién la dicta, su temporalidad y sus reglas.
En caso de prosperar la iniciativa, “estaríamos frente a la abdicación del poder de la bolsa de nuestros representantes y un daño monumental a la división de poderes. Nunca, en la época del demoniaco neoliberalismo, un Presidente se atrevió a tanto”.
Al respecto el pasado lunes en el artículo “Gobernar por discurso”, publicado en El Universal, cinco autores (Juan Jesús Garza, Sergio López Ayllón, Issa Luna Plá, Javier Martín Reyes y Pedro Salazar Ugarte) señalan que “la asignación de los recursos presupuestales es una materia que compete al Poder Legislativo”, y añaden que “el principio de que no puede haber tributación sin representación es una de las grandes conquistas del constitucionalismo moderno”.
Los autores recuerdan que las reglas para la discusión, aprobación y vigilancia de la aplicación del Presupuesto de Egresos “responden a las dinámicas democráticas de pesos y contrapesos”.
También hacen diversos señalamientos sobre las medidas de austeridad que el presidente anunció el miércoles 22; a algunas las calificaron con inconstitucionales, a otras que rebasan las facultades del Ejecutivo y otras más imposibles de cumplir.
Los autores consideran que la publicación de esas medidas, un día después, en el Diario Oficial de la Federación, “no tiene parangón en la historia constitucional de México, al menos desde tiempos democráticos”. Su sentencia sobre ese documento es lapidario: “Es prueba escrita de desprecio por el derecho: un texto que confunde lo posible con lo deseable, la política con la norma, la ideología con la realidad”.
Consideran que lo dicho en una conferencia de prensa matutina se convirtió en decreto y después en iniciativa de ley, y al respecto destacan: “En todo Estado constitucional, los gobiernos actúan subordinados a la ley (sub lege) y mediante normas públicas y generales (per leges). La combinación de mañaneras, decreto e iniciativa que hemos visto la semana pasada son muestra del debilitamiento de ambos principios. Tenemos enfrente actos administrativos que contravienen la Constitución y las leyes e iniciativas legislativas que, de ser aprobadas, romperían el orden constitucional”.
Finalizaron su texto con un señalamiento de la gravedad de esa acción del presidente: “Esta pandemia no debe utilizarse para desactivar poderes e imponer ideologías. Si no recuperamos el sentido y respeto por los principios constitucionales y las instituciones viviremos una realidad de poderes ilimitados”.
Un especialista que ha comentado también comentó el decreto e iniciativa del presidente sobre el presupuesto es Leonardo Núñez, quien publicó en Nexos “Darle más poder al poder: la presidencia presupuestal”. En este texto, después de describir brevemente cómo hasta ahora el Presupuesto de Egresos ha sido “una carta de buenas intenciones” que después es modificadA mediante las adecuaciones presupuestarias con un control muy tenue que más bien es simulación, lamenta la iniciativa de López Obrador.
Sobre esta dice, contundente: “En términos sencillos, el presidente busca enterrar por completo la simulación del PEF para dejar claro un mensaje: en México nadie decide cómo va a gastarse el dinero más que él; nada ni nadie puede oponerse a la voluntad presidencial y, mucho menos, cuando se trata de dinero. Esto es una regresión al presidencialismo más rancio y tóxico, a la vez que evidencia un profundo desprecio por la democracia y las instituciones”.
Acerca de la discrecionalidad que ha existido en la asignación del presupuesto, Núñez recuerda que incluso Morena presentó una reforma para limitarla, “pero la perspectiva cambió cuando llegaron al poder”.
Sin embargo, considera al autor del libro ¿Y dónde quedó la bolita? Presupuesto de Egresos ficticio, la iniciativa presidencial busca liquidar cualquier limitación a la asignación del Presupuesto por el Ejecutivo.
En caso de que la iniciativa presidencial fructifique, concluye Núñez, “tendremos a un presidente capaz de hacer con el presupuesto lo que él decida, sin que nada ni nadie pueda oponérsele; sin tener que detenerse en ninguna trivialidad procedimental o deliberativa, y todo será perfectamente legal. Esto no es una cuestión menor: significaría un paso gigantesco, tal vez el más importante de este sexenio, para eliminar los pesos y contrapesos, pues en el presupuesto se refleja toda la política pública. En lugar de corregir aquellos elementos que permitieron hacer del presidente una figura casi omnipotente durante la hegemonía del PRI, y que fueron objeto de crítica por décadas por parte de la oposición, la apuesta de Morena es ampliarlos todavía más. Tal vez por eso Andrés Manuel López Obrador nos dijo que esta crisis le vino ‘como anillo al dedo’: para darle más poder al poder”.