Hoy, no es un secreto —menos una afirmación sin sustento— decir que el año próximo será complicado, muy posiblemente peor que el que está a punto de terminar. Las cosas para ese año 2021 lucen hoy, lo aceptemos y entendamos o no, más complicadas de lo que veíamos venir hace unas semanas.
Todavía no hace mucho, pensábamos que las cosas se descompondrían a fines del primer trimestre o entrado el segundo; sin embargo, de ahí la sorpresa, lo que se pensaba sucedería en esos días ya está aquí. El manejo equivocado de la pandemia, imposible siquiera maquillarlo, ha dado por resultado un agravamiento de sus peores efectos.
¿Quién en su sano juicio podría afirmar, después de nueve meses de torpezas permanentes, que el manejo de la misma por parte del gobierno federal ha sido el correcto?
¿Quién en su sano juicio aceptaría que actos fársicos como el de ayer en el aeropuerto, son una buena noticia? La demagogia y el ridículo, ¿políticas públicas?
Estamos ya, para todo fin práctico, enfrentados a lo que pensábamos —como dije— se registraría durante los primeros meses del año 2021. Al anticiparse, ¿preocupa y ocupa esto al gobernante y sus cercanos? ¿Y a su partido y dirigentes? ¿Tampoco los contagios y defunciones cuyo número se ha disparado? La única preocupación de ellos es la misma desde hace meses: asegurar el control de la Cámara de Diputados en la LV Legislatura, con 251 diputados de Morena.
Sin duda, todo gobierno y su partido verían como legítimo ese objetivo. Sin embargo, ¿es justificable en el gobernante convertir esa ambición en obsesión, cuando la economía caerá alrededor del 9.0%, y tardaremos años en recuperar los millones de empleos formales e informales perdidos?
¿Es más importante entonces, satisfacer su obsesión de poder absoluto y control del Poder Legislativo frente a una tragedia económica histórica —no la pandemia—, la cual es consecuencia de su pésima gobernación?
¿Quién, con la mínima sensatez se atrevería a poner por encima de la tragedia que golpea a decenas de millones de mexicanos, su ambición y obsesión política?
Sin duda, sólo quien hubiese perdido todo sentido de responsabilidad ¿y por qué no?, el que desconectado de la realidad, rozare ya la insania.
Lo que algunos veían como un imposible, ya está aquí; la pandemia toma un nuevo aire, el rebrote en Europa la agrava y las cosas en Estados Unidos parecen no tener solución. El aún presidente
Donald Trump tiene como objetivo generar una situación que complicaría el arranque de la nueva administración; no le importa que el número de contagios y defunciones vaya al alza pues para él, todo es vengar la afrenta de la derrota.
Por otra parte, este México—que no encuentra en el gobernante la sensatez y capacidad para conducir al país a buen puerto—, ve en el resto del mundo conflictos que rebasan la pandemia lo que nos lleva, a querer y no, a una tormenta perfecta.
¿Estará dispuesto a dejar de lado su obsesión política y gobernará para todos los mexicanos? ¿Dejará de atropellar la democracia con su pretensión de controlar los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial? Lo dudo.
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