El Presidente se vale de todo para atizar el odio en contra de críticos y adversarios de la 4T.
El blanco de sus ataques, en la mañanera de ayer, fueron los diputados de oposición —y ocho de Morena— que resistieron la desaparición de 109 fideicomisos.
Los mismos que, con determinación, impidieron que Morena y sus rémoras entregaran al gobierno federal—además de los 68 mil millones de pesos de los fideicomisos eliminados—, otros 101 mil millones del Fondo de Gastos Catastróficos, previsto para enfermedades graves.
“Es lamentable que legisladores estén defendiendo a ladrones, a gente deshonesta. Lo voy a probar”, dijo en la mañanera.
Jura que en 10 días tendrá el informe sobre los fideicomisos. Eso quiere decir que aún no tiene datos concretos para levantar el índice contra los operadores de los fideicomisos, como lo hizo ayer.
Incurre, pues, en una calumnia y en una agresión a los integrantes del Poder Legislativo que votaron en contra del traslado de esos activos a la Secretaría de Hacienda.
Luego de que el Senado apruebe la minuta de los diputados —lo que ocurrirá la semana que entra—, López Obrador dispondrá, total o parcialmente, de esos 68 mil millones de pesos.
Tendrá para apuntalar sus programas socioclientelares en 2021, año electoral.
Con la desaparición de los fideicomisos se quedan sin apoyos —hasta nuevo aviso— 26 centros de investigación, deportistas, cineastas, escritores, científicos, defensores de derechos humanos, deportistas, pobladores de regiones sísmicas o azotadas por huracanes.
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El Presidente quiere estar de una u otra forma en la jornada electoral del seis de junio de 2021.
No pudo estar en la boleta so pretexto de la revocación de mandato que promovió para el mismo día de la elección. El ejercicio se movió a marzo de 2022.
Ahora busca colarse moviendo la fecha que marca la Constitución para realizar la consulta —1º de agosto— para ponerla el seis de julio.
¿Su argumento? Ahorrarse los 8 mil millones de pesos que costaría organizarla, según cálculos del INE.
En el fondo es una estrategia para neutralizar a la oposición, que, hábilmente, derivó el debate sobre la consulta en el alto costo que tendría realizarla en momentos de dificultades económicas por la crisis sanitaria.
La lógica de López Obrador frente a los ciudadanos —no frente a los partidos— es que la consulta se haga el mismo día de los comicios para “no gastar”.
La bronca es que los senadores de la coalición Juntos Haremos Prehistoria no tienen la mayoría calificada (dos tercios de la asamblea) para hacer una modificación constitucional.
No hay manera de que la iniciativa para cambiar la fecha —presentada por el senador Monreal— se apruebe, si el llamado Bloque de Contención (PAN, PRI, MC, PRD) se mantiene sin fisuras. La bola está en su cancha.
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Nos llegó el primer comunicado del movimiento Sí por México en respuesta a la mención que el Presidente hizo de ellos en la mañanera.
López Obrador adelantó que ya viene un Frena 2 en busca de billullo que no hay. Dice que está encabezado por Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex.
El texto comienza con tres preguntas: ¿qué le molesta, señor Presidente? ¿Que los ciudadanos se organicen? ¿Que haya gente que piense distinto?
Suscrito por decenas de asociaciones, el comunicado anuncia que el próximo 20 de octubre iniciarían su campaña de Sí por México:
Sí a las causas de la ciudadanía, sí al diálogo y la unidad, sí al derecho a pensar diferente, sí a un México más justo, sí al combate frontal a la corrupción, sí a escucharnos unos a otros, sobre todo a otras (así, en negritas).
La respuesta de López Obrador fue la burla: “Me da hasta ternura, sentimiento, me conmueven. Son tan sinceros…”
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