Nada como el robo de combustible: por eso grupos criminales han orientado sus fuerzas a esta fuente segura de financiamiento que implica poco riesgo para sus empleados
Sembrar la amapola, cultivarla, rayarla para obtener la goma, transformarla en heroína, transportarla y venderla. Es buen negocio, pero lleva tiempo. Sembrar la hoja de coca, procesarla y distribuirla es más complicado, pero redituable. La mariguana requiere más esfuerzo para el traslado; menos jugoso, pero jugoso al fin.
Las metanfetaminas son más fáciles de llevar de un lado a otro. Y como son pastillitas que se venden caras, mejor negocio. El problema para los narcos es importar ilegalmente las sustancias químicas —a veces de otros continentes— e instalar laboratorios para manipularlas.
Pero nada como el robo de combustible: en siete minutos cargan una pipa completa que les reditúa 90 mil dólares. Más rentable que cualquier droga.
Por eso muchos grupos criminales han orientado sus fuerzas a esta fuente segura de financiamiento que implica poco riesgo para sus empleados: por celos políticos entre diputados y senadores, permanece en la congeladora la iniciativa de ley para tipificar el robo de combustibles como delito grave. Hasta hoy, una ridícula fianza permite a quienes cometen este ilícito permanecer menos de dos semanas en prisión.