Recomendamos: Para AMLO, el periodismo es el enemigo número uno, por Carlos Loret de Mola

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Durante más de una semana la discusión pública en México ha girado alrededor de José Ramón López Beltrán, el hijo mayor del presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Un reportaje de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que transmitimos en el programa que conduzco, señala que ha vivido en mansiones en Houston, Texas, una de ellas vinculada con una empresa petrolera que tiene contratos con el gobierno mexicano. La respuesta de su papá ha sido acusarme de “corrupto, golpeador, mercenario y sin principios”.

El acoso a periodistas desde la presidencia lleva más de tres años. Ha crecido desde hace unos meses desde la sección “Quién es quién en las mentiras” de su conferencia matutina, dedicada exprofeso a estigmatizar a periodistas —la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha pedido suspenderla— y con acciones digitales posteriores por medio de un ejército propagandístico. El tono circense y ridículo que ha adquirido esa práctica hace que a veces sea tomado con burla y como chiste cotidiano, cuando en realidad debería ser inadmisible.

Lo dije desde antes de que comenzara esta administración: Andrés Manuel López Obrador es una amenaza a la libertad de expresión. Cada día refrenda la validez de esa afirmación y es cada vez más real.

Esta semana los ataques directos no han sido solo hacia mí, sino incluso hacia periodistas con los que simpatizaba antes. En lo que va del año, han sido asesinados cuatro periodistas en el país. En su sexenio van 29, según Artículo 19, quien ha señalado que el Estado es la mayor amenaza contra la prensa.

No solo esa organización y la CIDH han hecho peticiones y emitido alertas —en distintos momentos y en crecientes tonos— sobre el proceder del presidente de México frente a los periodistas, también Human Rights WatchReporteros Sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa o el Comité para la Protección a Periodistas. Han señalado un abierto y sistemático abuso de poder del presidente al calumniar e insultar, desde su posición, a la prensa.

Colocar en la mira a los periodistas que no se someten a él viene ligado a que, tres años después de haber llegado al poder, al presidente ya solo le queda una convicción: él mismo. Las otras se han ido derrumbando.

Más información: https://wapo.st/3rwkwfx

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