Cuando los integrantes del Comité Técnico de Evaluación (CTE) fueron presentados, el 28 de febrero, en la Cámara de Diputados como custodios de la transparencia en el relevo de cuatro vacantes del Instituto Nacional Electoral (INE), John Ackerman fue la estrella.
El ideólogo de la autoproclamada Cuarta Transformación tomó protesta con un mensaje que secundaron algunos de sus compañeros y legisladores de Morena, PT, PES y PVEM: el proceso de calificación de los 390 aspirantes a consejeros del INE debía iniciar la recuperación de la confianza y legitimidad del árbitro.
Pero cuatro meses después, el juez transformador terminó siendo cuestionado por sus compañeros del CTE, en un pronunciamiento que lo exhibe como el niño que se sale de la cancha con todo y balón cuando pierde.
Lo sucedido este jueves 16 de julio en la Cámara de Diputados evidenció las dificultades del voluntarismo gobernante para sofocar la pluralidad política en la dicotomía de buenos y conservadores. Aquí los hechos:
En la ceremonia a distancia, en la que el CTE entregó los nombres de los 20 finalistas a la Junta de Coordinación Política (Jucopo) que reúne a los jefes de las ocho bancadas de San Lázaro, Ackerman manifestó su desacuerdo con una evaluación que excluyó a perfiles comprometidos con “la agenda de cambio” e incluyó a otros que, según él, no lo merecían.
Alegó que hubo presiones, que el formato de examinación favorecía a perfiles grises y tecnócratas. Y con la deliberada intención de vetar cinco candidaturas a los ojos de un morenismo legislativo acostumbrado a la línea, descalificó a Javier Aparicio, Carla Humphrey, Eunice Rendón, Iulisca Bautista y Jesica Rojas por sus supuestos nexos con PAN, PRI, PRD y fraudes electorales. Ninguno de sus seis compañeros del CTE lo acompañó en el berrinche.
Silvia Giorguli, directora de El Colegio de México, celebró el trabajo colegiado y la profesionalización y experiencia de los finalistas.
El académico del CIDE, José Roldán Xopa, destacó la importancia del respeto a las reglas del CTE cuando no hubo consenso en torno a los candidatos.
La periodista Sara Lovera celebró este ejercicio, al que calificó de democrático y el cual les exigió capacidad de escucha, argumentación, razonamiento, diálogo y libertad de conciencia.
La abogada Ana Laura Magaloni reivindicó el hecho de que la mayoría consideraba que los 20 finalistas eran los mejores perfiles.
El jurista Diego Valadés negó intromisiones y presiones. Y llamó a no abonar más en la desconfianza hacia el trabajo que hacen los ciudadanos.
La politóloga Blanca Heredia recordó que la democracia es pluralista o no lo es.
¿Qué sucedió? El miércoles 15 de julio, Ackerman abandonó la sesión virtual del CTE cuando faltaban tres votaciones de un total de 20 porque la candidata Diana Talavera no pasó. Alegó que ella obtuvo un puntaje muy alto en la prueba escrita. Y, oh sorpresa, al revisar quién la había calificado, se toparon con que fue el propio Ackerman, sin haberse excusado por el conflicto de interés que eso representa por la cercanía política con la aspirante.
Si bien el petista Reginaldo Sandoval validó algunos señalamientos del intelectual orgánico, los ocho coordinadores aplaudieron el resultado del CTE.
Mario Delgado, jefe de la diputación de Morena, festejó el fin de las cuotas y los cuates porque los 20 mejor calificados, remarcó, no eran producto de una negociación política.
Incluso el siempre beligerante Gerardo Fernández Noroña (PT) reconoció el trabajo de los examinadores y discrepó con la descalificación de Ackerman a Carla Humphrey, segunda de abordo en la estratégica Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto.
Y es que el esposo de la secretaria de la Función Pública, Eréndira Sandoval, no tuvo empacho en desacreditar a una funcionaria del gobierno que dice defender, evidenciando el canibalismo que priva en el ala radical que él representa.
En voz de Marco Gómez, el PVEM reclamó a Ackerman que a toro pasado objetara las reglas del juego y pretendiera influir, con sus descalificaciones a candidatos, en una decisión que sólo compete a los diputados. Pero el intento de sabotear el consenso en torno a los cuatro futuros consejeros electorales estará latente hasta que, el próximo miércoles 22, se vote en el pleno el acuerdo que los coordinadores parlamentarios construyan.
Mañana la Jucopo entrevistará a los 20 finalistas y será clave que nadie sea portador de los vetos de Ackerman.
Cabe, sin embargo, la preocupante posibilidad de que sea el propio Presidente quien haga suyas las palabras del ideólogo morenista.
Pero también existe la expectativa de que López Obrador cumpla la promesa del pasado 1 de julio de ser guardián del proceso electoral, respetando al INE, al Tribunal Electoral y a la Constitución. Esta es la hora.
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