Primero lo segundo, o como se diga. Gil entra en materia: supongamos que Bolsonaro desatara una serie de acciones represivas contra críticos de su gobierno y por diversas circunstancias financieras y humanitarias hundiera a Brasil en una crisis de dimensiones terribles: desabasto, hambruna, irrespeto a los derechos humanos. No es un deseo sino una nebulosa suposición. Conjeturemos que un grupo de gobiernos forma un grupo Lima, Perú, y llama a rechazar la probable reelección de Bolsonaro.
Así las casas (muletilla patrocinada por el desaparecido Grupo Higa), una brasileña se encuentra al presidente Liópez Obrador en el aeropuerto y le pide una postura respecto al gobierno represivo de Bolsonaro, fascista, racista, sexista, supremacista, ¿el Presidente guardaría silencio mientras se toma mil selfis con sus seguidores? Más aún, ¿la cancillería se pronunciaría así?: “No intervenir en Brasil, exige México en Lima”. A Gilga le daría una vergüenza espantosa, la verdad y la mentira.
Esta breve fábula viene a cuento porque México ha exigido en Lima no intervenir en Venezuela. El Grupo de Lima le pide a la comunidad internacional desconocer la legitimidad del nuevo gobierno de Nicolás Maduro que empieza el 10 de enero. El gobierno mexicano se abstuvo de firmar ese documento: “En tal virtud, México no considera apropiada cualquier vía que no dé prioridad al fomento de la paz y del diálogo”, afirmó el subsecretario Maximiliano Reyes.
Los sapos
Maxi, ¿no le da pena? Ni modo, a tragar sapos y culebras. Sí, sí, ya se sabe: la autodeterminación de los pueblos y la promoción de los derechos humanos en todos los países, menos en Venezuela, donde tenemos amigos buenos.
Gamés vuelve a su fábula: ¿el subsecretario recibiría instrucciones para dar la cara y declarar lo mismo en el caso de una supuesta tragedia brasileña bajo el mandato de Bolsonaro? Si la respuesta fuera sí, Gamés sentiría vergüenza; si la respuesta fuera no, Gilga sentiría la cólera del pélida Aquileo, pues supondría que hay derechos humanos buenos y derechos humanos malos.
Gil no quiere, ni puede, no le da la regalada gana pasar por alto el editorial de su periódico La Jornada, que por cierto goza de cabal salud, muy buena salud, como si hubiera dejado atrás una neumonía. Ese texto lleva por título “Grupo Lima: la miseria de las derechas”. Según esta solfa, el Grupo Lima se ha formado a instancias de Washington. Trump: “quiero un grrupo Limo con esos idiotes para derrocar a Madurro”.
La verdad sea dicha (gran muletilla patrocinada por Morena) el editorial hubiera emocionado a Gilga en el año de 1982. Total, un elogio al presidente Liópez Obrador y su gobierno. ¡Bravo, viva! Defendamos a Nicolás Maduro. Ahora mal sin bien: el diario de marras no ha dedicado un editorial crítico en contra del sátrapa Ortega en Nicaragua. Dios de bondad, ¿no les da pena? No mucha, solo un poco.
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