viernes 22 noviembre 2024

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por etcétera

Utilizar el miedo como un instrumento de presión ha sido, sin lugar a duda, una de las herramientas más eficaces que ha utilizado el gobierno federal para amedrentar a sus enemigos políticos. La fórmula, además, es evidente, ni siquiera pretenden ocultarla. Primero se filtra a algún medio de circulación nacional que se está investigando a un personaje o que sus cuentas fueron congeladas. Una vez que la nota cobra fuerza, se genera el respectivo linchamiento en redes sociales y los aludidos buscan, despavoridos, asesoría legal, sale Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera a negar que la UIF tenga alguna investigación en curso.

Tan sólo el viernes el funcionario aclaró que “no existe investigación alguna relacionada con el senador Miguel Ángel Osorio Chong”. El modus operandi fue el mismo, filtraciones sobre las propiedades del priista y un posible mal manejo de recursos cuando era secretario de Gobernación, para después aclarar que no hay nada. Lo mismo sucedió ese mismo día con la filtración de que supuestamente Enrique Peña Nieto estaba bajo custodia policial en España.

En esta ocasión le tocó a Osorio o Peña, pero lo mismo ha pasado con otros funcionarios del gobierno anterior. De ahí que la aprehensión de Emilio Lozoya y su llegada a México le caigan “como anillo al dedo” al Presidente.

Es el exdirector de Pemex quien le está dando la mejor salida al Ejecutivo. ¿Que México se convirtió en el tercer país con más muertes por el covid-19? Nada como Lozoya para contrarrestar el tema. ¿Qué la economía cayó a niveles históricos y apenas imaginables? Saquemos al extitular de Pemex para que declare.

Y hay que decirlo, ha funcionado. Nombres van y nombres vienen. Que si Luis Videgaray entregó 6.8 millones de pesos a Ricardo Anaya para aprobar la Reforma Energética; que si fueron en total 52,000 millones de pesos lo que se les dio como soborno a los legisladores, que si hay muchas personas involucradas. No importa si es verdad o no, el punto es enlodar, distraer, porque, además, el imaginario colectivo los va a declarar culpables.

Pero si hay alguna duda sobre cómo el gobierno pretende usar las declaraciones de Lozoya, el jueves pasado el Presidente lo dejó claro. En su respectiva mañanera fue acorralado por los reporteros que cuestionaban su decisión de nombrar cónsul de Estambul a Isabel Arvide, frecuente asistente de las mañaneras que se hizo famosa por alabar al Presidente, pedir una ley para quien lo llamara mezquino y, de paso, suplicar porque le ayudaran con publicidad.

Reporteros cuestionaron al mandatario si su gobierno estaba cayendo en lo mismo que gobiernos pasados de poner en puestos de servicio público a personas sin ninguna experiencia, con pasado cuestionable y cuyo único mérito en estos meses es haber fungido un papel de aplaudidora profesional.

Los medios no daban tregua con sus cuestionamientos. Fue una lucha de esgrima hasta que finalmente el Presidente respondió: “Ayer precisamente el Senado aprobó embajadores y cónsules, y aprobaron por unanimidad las propuestas que enviamos, todas por unanimidad. Entonces, el caso de Isabel Arvide fue la gran nota. Y, por cierto, no se está hablando mucho de Lozoya, de la lista de Lozoya, que ya va a darse a conocer”.

En una respuesta el Ejecutivo desnudó la estrategia: ante un tema complicado estará Lozoya o César Duarte o Tomás Zerón o Videgaray o Peña.

El Presidente ha dicho que quien nada debe nada tema y en el gobierno pasado hay mucha cola que les pisen. Lo que el Presidente y su gobierno no deben olvidar es que usar el miedo como la espada de Damocles puede ser un arma de doble filo, porque el hombre más peligroso es aquel que tiene miedo.

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