Así como a la iniciativa de Andrés Manuel López Obrador para reformar la industria eléctrica no se le incorporarán sugerencias de opositores, especialistas o empresarios, de la misma forma la candidatura de Félix Salgado Macedonio luce firme, pues para el Presidente las denuncias de mujeres contra el guerrerense son, sobre todo, un intento por restarle poder.
En la manera de proceder de López Obrador no hay fisuras. En poder, opera a partir de una dinámica de suma cero. Si él cede, sólo la otra parte ganará. Y si alguien critica sus decisiones no puede sino deberse a una agenda de la oposición. Tiene una suspicacia que raya en la paranoia, mas debe a ese resorte intuitivo el haber llegado a donde está.
Por eso, y porque AMLO no tiene ánimo alguno de ceder nada ante nadie, Morena enfrenta un dilema que podría definir su historia: seguir el dictado presidencial –que pide que sean las urnas guerrerenses las que castiguen, o no, a Salgado Macedonio– o abrirse legítimamente a la duda, atendiendo testimonios de víctimas y reclamos de militantes, ya no digamos de una sociedad harta de la violencia de género. Si se sigue el segundo camino no queda claro cómo podría Salgado Macedonio permanecer como candidato a la gubernatura de Guerrero.
La segunda ruta desprecia los instintos de López Obrador, para quien el affaire Salgado Macedonio es una conjura. Así lo declaró el jueves, poco antes de pronunciar la lamentable frase de “Ya chole”: “Vamos a llamar a las cosas por su nombre, nada de simulación. Siempre hay que preguntarse ¿y de parte de quién?, o sea, ¿por qué todo esto?, ¿qué hay detrás?, independientemente de que se trate de una demanda legítima y un asunto delicado, de todas maneras. Existo porque dudo”.
El viernes volvería sobre el tema. Esa mañana el Presidente dijo que “con el caso de Félix Salgado Macedonio pues ya me están uniendo y hay una campaña de linchamiento”. ¿Y por qué ahora esta campaña, ¿de parte de quién?”.
Para Andrés Manuel sólo hay una ruta de salida en esta crisis (él no reconocería que es una crisis): “Y yo lo que planteo es: A ver, hay que preguntarle al pueblo de Guerrero, a las mujeres y a los hombres de Guerrero. Y tenerle confianza a la gente, que también a veces se menosprecia a la gente, suele pasar entre los fifís que se creen dueños de la verdad, ellos son los que saben y ellos son los que forman la opinión pública”.
El viernes en este espacio se recordaban anécdotas de cómo para López Obrador, desde hace más de 20 años, sólo importa ganar. Mencioné que la candidatura de Salgado Macedonio sólo peligraría si llegara a comprometer, mucho, las posibilidades de otras candidatas y candidatos en las elecciones de junio.
Pero tras el “Ya chole”, sobre todo porque al día siguiente de pronunciar esa polémica frase con respecto a las denuncias de violación contra Salgado Macedonio ni reculó ni se disculpó al respecto, está claro que López Obrador no aceptará cambio de candidato en Guerrero.
Ya veremos cómo se traga Morena el sapo –y los respectivos costos que pagaría– de lavarle la cara a Salgado Macedonio al ratificar que Andrés Manuel tiene todo el poder para imponer su voluntad, incluso en casos donde hay denuncias de violencia sexual.
Porque el Presidente está convencido de que nada en política es casualidad sino resultado de una intriga, y porque difícilmente querrá ser visto como un mandatario al que le pudieron imponer un cambio, y al que luego querrán imponer otros.
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