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Gilga lo escribirá sin anestesia ni preángulos (así se dice): al gobierno le conviene una Corte dócil, o más afín a las iniciativas del Presidente y su gobierno, por decir lo menos, un espacio de comprensión y no de resistencia, de admisión y no de deliberación ríspida. Gil hace memoria: desde los primeros días de su mandato, el Presidente se refirió a los salarios de los magistrados como una ofensa al pueblo. Ellos respondieron en legítima defensa ante la iniciativa de la Ley de Remuneraciones. ¿Va bien Gil o se regresa? En esos días un grupo de rufianes exigió la renuncia de los magistrados, lo menos que les gritaron fue corruptos, y ocuparon la puerta de entrada de la Corte, obstaculizando ingresos y salidas.

El magistrado José Ramón Cossío se despidió de la Corte y en la terna del Presidente, para sustituirlo, apareció Yasmín Esquivel Mossa, esposa de José María Riobóo, amigo, conocido contratista y consejero del Presidente. Sí, recuerdan bien: ella fue la nueva magistrada.

Gamés no trepida en afirmar que al Presidente no le gustan los institutos autónomos, así lo demuestran sus permanentes comentarios: bofetadas a la CNDH; desprecios al INE; cadenazos al director del CRE. Tampoco le gusta una Suprema Corte de Justicia, máximo órgano judicial, tribunal constitucional (al…) y cabeza del Poder Judicial Federal, dispuesta a analizar y no aceptar agachada.

Las controversias constitucionales son una monserga si traemos prisa y queremos que los cambios ocurran a gran velocidad para capturar el Estado en el primer año. Vamos a empacar al viejo Estado y desempacar al nuevo.

Uno menos

Medina Mora no es santo de las devociones liberales de Gilga. Nunca pudo con su oposición férrea a la interrupción del embarazo. Siempre pensó que el cese de cualquier imputación penal contra el ex presidente Peña Nieto fue un exceso que la segunda sala modificó por fortuna (¿cómo ven a Gil metido en las salas y las sales?). En esto, al menos, coincidieron el Presidente y Medina Mora, quien además participó en la concesión de una suspensión que frena las sanciones del Congreso de Nuevo León al gobernador Jaime Rodríguez Calderón. Chin.

O sea, un desastre. Aún así, las acusaciones aún no probadas sobre múltiples movimientos en cuentas bancarias hasta por 102 millones de pesos pusieron al magistrado contra la pared. Salvador García Soto reventó la nota en su periódico El Universal. La Fiscalía había abierto una carpeta de investigación contra Medina Mora.

La renuncia del magistrado Medida Mora a la Suprema Corte de Justicia no solo es su renuncia sino un obstáculo menos para componer una Corte, decía Gil, más dócil. Con la pena, diría un amigo de Gilga: ¡huele a gas! Presionar, amenazar, arrinconar. Como se decía antes: arrimarle el caballo al desafecto. Si hay pruebas contra Medina Mora deberían ser exhibidas antes de que el tribunal de la prensa lo juzgue. Se llaman filtraciones, ¿o vamos a jugar a las escondidillas o a la gallinita ciega?

Más información: http://bit.ly/31SO47T

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