El Presidente nos puso una trampa a los ciudadanos al repetir aquello de que se está con él, el “liberal y su transformación”, o se está en su contra y a favor de la corrupción.
Es falso. Primero porque no es cierto que López Obrador sea un liberal. Es él quien ha dado poder y negocios como nunca a las Fuerzas Armadas, y es él y solo él, quien ha sido candidato y aliado de un partido evangélico, el que les ha dado estaciones de radio a grupos religiosos y quien cita a la biblia una y otra vez. El Presidente es un conservador de clóset, y esa su decisión, pero que no nos quiera vender lo que no es.
El segundo problema es que bajo su falsa premisa – conmigo o contra mí – quiere obligar a los ciudadanos a volverse incondicionales y eso es inaceptable. Porque en los hechos, alguien puede estar a favor de sus políticas sociales pero en contra de que se usen para su promoción personal; otros pueden coincidir con su discurso anticorrupción pero pueden denunciar que no debería entregar más del 80% de los contratos por adjudicación directa. Y así podríamos seguir porque ser ciudadano significa tener opinión propia y no tener que decir sí a todo.
Pero hay un riesgo todavía mayor. Y es el que implica decir que si no se está con él, se está con la corrupción. Como si él y sólo él fuera el portador del bien y el resto enemigo del país. En una democracia yo puedo estar convencido de que mis propuestas son las correctas, puedo estar seguro que mis ideas son mejores, pero también puedo reconocer que hay otros que también quieren lo mejor y hacen lo que creen que es correcto, aunque tengamos visiones distintas.
En la democracia cada partido busca ganar pero no eliminar a los demás. Esa es la base de la convivencia en una sociedad diversa, el respeto al otro que piensa distinto. Y eso, no cabe en el mundo de López Obrador en el que solo él tiene derecho a gobernar pues el resto del mundo es corrupto ya sea la sociedad civil, los profesionistas, los medios, los otros partidos, los doctores, los científicos, etc.
El Presidente hace esto porque así descalifica todas las críticas, porque así condena cualquier disenso incluido el que viene de su partido, y porque ya está en campaña. Y les tengo noticias, así seguirá durante dos años, rumbo la elección del 2021 y luego para la revocación del 2022.
El Presidente puede tratar de orillarnos a entrar en su juego pero seremos nosotros, los ciudadanos, los que decidiremos si caemos en la trampa o no. Por lo pronto, conmigo no cuenten que este país es mucho pero mucho más, que simplemente estar a favor o en contra de López Obrador.
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