¿A qué Emilio Lozoya se puede creer? ¿El que hoy pelea por su libertad y su dinero, es el mismo que peleaba por no ir a la cárcel y su dinero? ¿El Lozoya en manos del gobierno es igual al que luchaba contra el gobierno? La dicotomía del exdirector de Pemex se puede ilustrar en la forma cómo desde 2017 se ha ido defendiendo con maromas milagrosas de las acusaciones de corrupción y aceptar sobornos de Odebrecht. ¿A cuál Lozoya tiene en sus manos el fiscal Alejandro Gertz Manero? Cuidado. Este personaje desesperado y sin escrúpulos que le puede dictar hoy qué decir, mañana lo puede traicionar.
Para entender la dinámica del testigo colaborador, hay que confrontar a Emilio Lozoya con Emilio Lozoya. Como botones de muestra:
1.- El 16 de diciembre de 2016, en busca de una colaboración premiada, que aquí es análogo a ser testigo colaborador, Luis Alberto de Meneses Weyll se presentó voluntariamente en la sede de la Fiscalía brasileña en Sao Paulo a declarar sobre los sobornos de Odebrecht, el conglomerado del cual él había sido su director en México.
En su declaración de 50 páginas reveló que el único mexicano al que le pagó sobornos –por 10 millones y medio de dólares– fue a Emilio Lozoya. Lozoya respondió en ese momento: “Niego categóricamente la información que hace referencia a supuestos actos de solicitud y/o recepción de sobornos directa o indirectamente por mi parte a la empresa… (Es) información falsa, dolosa e inexistente de principio a fin”.
Hoy, es todo lo contrario. En su denuncia ante la Fiscalía General admitió que se quedó con un millón y medio de dólares que dice que aportó Odebrecht para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, y habla de sobornos para otros políticos, donde él sólo fue el gestor. Al solicitar el criterio de oportunidad, sin embargo, Lozoya admite que cometió el delito y recibió dinero de los brasileños. De ahí el señalamiento de que es un delincuente confeso.
2.- Los 10 y medio millones de dólares fueron señalados en el esquema de corrupción de Odebrecht en 12 países, a finales de 2016, por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y se imputó a un alto funcionario de Pemex, que no identificaron por nombre. De Meneses Weyll identificó a Lozoya en 2017, y dijo en su declaración que le había dado primero 4 millones por asesorías y enlaces con gobiernos estatales y empresas, y 6 millones más por lo que, como director de Pemex, podría ayudarlo.
Lozoya dijo en su denuncia que esos seis millones no eran para él, sino que Odebrecht se los había enviado a Fabiola Tapia Vargas, hermana de Juan Carlos Tapia, propietario de Construcciones Tapia, socio de Braskem, filial de la empresa brasileña que se asoció con la mexicana Idesa –propiedad de la familia política del exsecretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú–, para entregarlo a la campaña de Peña Nieto.
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