Ciro Murayama, consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), recordaba ayer cuando en la campaña presidencial de 2006, el presidente Vicente Fox hizo la declaración de que no había que cambiar de caballo a mitad del río, en un claro llamado a votar por el candidato del PAN, Felipe Calderón, y no por el del PRD, Andrés Manuel López Obrador, quien le reviró aquel ¡Cállate, chachalaca!
Así exhibió López Obrador la intervención de Fox en aquel proceso electoral, como reconocería el mismo Tribunal Electoral del Poder Judicial al declarar a Calderón presidente electo de México por una ventaja de 233 mil 831 votos, 0.56 por ciento, lo que nunca ha reconocido el tabasqueño, quien mantiene su acusación del fraude.
Los magistrados señalaron que el actual presidente Vicente Fox, con sus declaraciones sobre el proceso, puso en riesgo la validez de las elecciones, pero lo legitimaron.
A raíz de eso, en 2007 y a iniciativa del PRD de AMLO se hizo una reforma a nivel constitucional que impedía al Presidente de la República en turno expresarse públicamente sobre el proceso electoral con excepciones en educación, salud y emergencias naturales. Y así lo respetó Calderón en 2012, Enrique Peña Nieto en 2018 y el propio López Obrador en las locales de 2019 y 2020, cuando en los estados en los que hubo elecciones se dejaron de transmitir las mañaneras.
Pero ahora que es a nivel nacional se lanza contra el INE, cuando tendría que hacerlo contra la Constitución, que es la que establece las limitaciones, diciendo que la mañanera no es propaganda, es información, cuando sí, hay información, pero también propaganda.
Y es que resulta más rentable enfrentarse a esos consejeros que a lo establecido en la carta magna, que protestó cumplir y hacer cumplir y que ahora busca evadir en el tema de la transmisión de sus mañaneras en tiempos de campaña.
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