No todas las lluvias son de ideas. Algunas son sencillamente chubascos sin ton ni son. Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se preguntó lo que será de su vida sin las Olimpiadas. Un tedio. Gamés se volvió fan del salto de la garrocha (¿van a empezar?), del lanzamiento de la bala, quién lo diría, del pentatlón moderno sin siquiera saber cuál era el antiguo. En fon. Por cierto, Gilga ha notado que el periodismo deportivo mexicano deja mucho que desear o desea mucho que dejar. No existe. Muy pocos, poquísimos, explican las reglas de la disciplina de la cual hablan, muchos menos, si se trata de escribir, logran una crónica interesante, nadie informa sobre las clasificaciones de los atletas. Ahora mal sin bien, ¿quiere usted leer un periodismo deportivo hecho y derecho? Lea el periódico El País, siempre encontrará algo que no apareció anoche en la televisión.
Los diarios y suplementos deportivos los leen muy pocos porque lo que publican, la televisión lo ha expuesto mil veces. Los locutores hablan de algo que no han visto nunca, y luego bailan y gritan y una señorita con un vestido puesto como una segunda piel sobre sus curvas sonríe a la cámara. Ante ese espectáculo bochornoso, Yo Río de José Ramón Fernández y David Faitelson ha sido al menos un noticiario deportivo bien hecho, el mejor de la temporada. En el Canal 22, Javier Solórzano informó bien y a tiempo, pero a la hora de hacer chistes, Gamés se metía debajo de la cama. El Canal 11, le dijo un pajarito a Gilga, obtuvo el mejor rating de las Olimpiadas en la televisión nacional. ¿Esto podría ser cierto? Solo Raúl Trejo Delarbre sería capaz de darle luz a este misterio. Oiga Raúl, díganos.
Más ideas
En la orilla de la carretera de las Olimpiadas pasan cosas. Una de ellas a la cual Gil le sigue la huella desde hace años: el rector de la UNAM pidió al Consejo Universitario elaborar una propuesta para liberar el auditorio Justo Sierra. Gil lo leyó en su periódico El Universal y en una nota de Astrid Rivera: "durante la sesión solemne del Consejo, el rector invitó a la Comisión de Seguridad del órgano de gobierno a realizar una lluvia de ideas sobre cómo se podría lograr la devolución del auditorio tomado desde septiembre del año 2000 y que está en poder de los autodenominados Okupa Che Guevara". El rector dijo así: "Veamos cómo podemos empezar a dialogar con este grupo".
Gil se mordió un codo y se devanó los sesos: jamás escribiría mal y con leche podrida de su Alma Mater, caracho, nomás faltaba, pero diantres, la idea de dialogar con un grupo infame de delincuentes pone a Gilga al borde del colapso. Gamés quiere colaborar en la lluvia de ideas aún cuando no sea consejero. Gil propone que para terminar con este penoso asunto se les regale a los okupas el Justo Sierra. Bueno, caray, era una idea.