La Madame de Sullivan , Soledad Ramírez, tenía “trabajando” cada noche a su servicio, en esa calle de la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, a cerca de 60 mujeres.
Ninguna estaba ahí por su voluntad. Todas habían sido secuestradas en regiones marginales de México, o bien seducidas y engañadas por padrotes que luego de golpizas bestiales las explotaron sexualmente noche a noche.
Sullivan funciona todos los días del año. Las esclavas de esa calle son forzadas a plantarse en las banquetas mientras se les restringe el tiempo para comer o acudir al sanitario. Veinte minutos es el tiempo máximo que pueden concederle a un cliente. Cada segundo que excede es pagado con golpes o con dinero.
“Lo que las autoridades permitieron en Sullivan es una matanza, un matadero de mujeres”, dice Mayra.
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