La prensa literaria del mundo ha celebrado los 80 años de Mario Vargas Llosa (1936). Gil tiene edad para escribir que ha leído a Vargas Llosa desde su primer libro, La ciudad y los perros (1962) y que ahora tiene entre las manos Cinco esquinas (Alfaguara, 2016). Vargas Llosa lleva 54 años escribiendo: 18 novelas, memorias, teatro y periodismo, mucho periodismo. Gamés recuerda ese tiempo feliz en el cual se compraban en librerías las primeras ediciones de Cortázar, Onetti, García Márquez, Carpentier, Lezama, Fuentes, Rulfo, Bioy, Borges. Juntando y rejuntando la obra de Vargas Llosa, Gil encontró un breve libro: Cartas a un joven novelista, publicado por Alfaguara en el año 2011. Gilga arroja un puñado de citas arrancadas a este libro y puestas en esta página del fondo.
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Me atrevo a sugerirle que no se haga muchas ilusiones en cuanto al éxito. No hay razón alguna para que usted no lo alcance, desde luego, pero, si persevera, escribe y publica, pronto descubrirá que los premios, el reconocimiento público, la venta de libros, el prestigio social de un escritor, tienen un encaminamiento sui géneris, arbitrario a más no poder pues a veces rehúyen tenazmente a quienes más los merecerían y asedian y abruman a quienes menos. De manera que quien ve en el éxito el estímulo esencial de su vocación es probable que vea frustrado su sueño y confunda la vocación literaria con la vocación por el relumbrón
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¿Qué origen tiene esa disposición precoz a inventar seres e historias que es el punto de partida de la vocación del escritor? Creo que la respuesta es: la rebeldía. Estoy convencido de que quien se abandona a la elucubración de vidas distintas a aquella que vive en la realidad manifiesta de esta indirecta manera su rechazo y crítica de la vida tal y como es, del mundo real, y su deseo de sustituirla por aquellos que fabrica con su imaginación y sus deseos.
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