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Es verdad que la Suprema Corte ha resistido con entereza los embates antidemocráticos de AMLO, lo cual es de reconocerse y celebrarse.

Sin embargo, eso puede perderse muy pronto si gana Claudia, pues ella podrá nombrar pronto nuevos incondicionales, como hizo AMLO con la “Ministra del Pueblo”, Lenia Batres.

Al contar con al menos cuatro ministros incondicionales, y una mayoría absoluta en las cámaras, podrá hacer las leyes que quiera, aunque sean anticonstitucionales.

Pues con nuestras obsoletas leyes de tiempos de la hegemonía partidista, bastan 4 de 11 ministros para validarlas. Es absurdo. Evidentemente, habría que hacer una reforma respecto de la Suprema Corte que elimine al presidente en la propuesta (y eventual decisión) de los ministros, pero también exigir 8 de 11 votos de la Sala Superior para validar que una ley secundaria es o no contrapuesta a la Constitución.

Así, lo que AMLO no pudo hacer en ese sentido en su gobierno, sí lo podrá hacer Claudia (por iniciativa personal o siguiendo instrucciones de su Jefe Máximo), incluso si no logra obtener la mayoría calificada del Congreso, lo cual es muy poco probable.

Pero al contar con al menos 4 ministros incondicionales, será muy parecido (aunque no idéntica) a que sí lograra Morena esas mayorías calificadas en ambas Cámaras. Es decir, implicaría un retorno virtual a la vieja hegemonía partidista.
Uno de los elementos esenciales de ese régimen es que partido gobernante (o coalición en este caso) pueda cambiar la Constitución sin negociar con la oposición, al no necesitar sus votos. Se impondrá cualquier capricho, abuso o arbitrariedad del presidente a través de su sumiso partido. Aquí ocurriría algo parecido con leyes secundarias anticonstitucionales, pero validadas por los al menos 4 ministros sumisos al Jefe de gobierno.

En contraposición, Xóchitl propone una reforma incluida en el proyecto de José Ángel Gurría; quitar de en medio al presidente (ella misma) y quizá a los partidos políticos en las propuestas y nombramientos de ministros y otros cargos (CNDH, INE, INAI, TEPJF) dejándolo en manos de comisiones de expertos apartidistas propuestos por universidades y colegios de especialistas apartidistas. Eso no solo recuperaría y protegería la democracia lograda, sino que la fortalecería.

Conclusión:

El triunfo de Claudia sería igual al retorno, en alguna medida, a la antigua hegemonía.

La victoria de Xóchitl facilitaría la recuperación y fortalecimiento de la democracia y sus contrapesos institucionales.

De tal modo que quien no quiera que prevalezca la democracia en México (conozco a muchos que lo reconocen abiertamente) tienen a Claudia como su mejor opción. La otra es a favor de preservar y mejorar la democracia.

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