martes 12 noviembre 2024

A los magistrados del TEPJF

El tribunal electoral federal es muy deficiente desde hace años y sólo ha empeorado. Hoy es peor que nunca: se transformó en un cuerpo jorobado, caótico, productor de episodios vergonzosos, con una mayoría oportunista, filomorenista, presidencialista.

Respecto a la sobrerrepresentación, lo que con realismo y  probabilidad se podía esperar era que el tribunal se entregara al señor presidente y su partido. Así pasó. Mi condena ciudadana a Mónica Soto, Felipe de la Mata, Felipe Fuentes y Reyes Rodríguez Mondragón. Mi reconocimiento a Janine Otálora. Ella no está incluida en el “ustedes” que criticaré. Como analista y crítico público, me queda cumplir un deber, un deber civil: testimoniar.

Testimoniar contra el autoritarismo y la simulación. Contra los simuladores que se contratan políticamente como servidores de los autoritarios. Testimonio en tiempos de la hermandad de los ingenuos, los tramposos, los idiotas (malos ciudadanos), los corruptos y –sin duda- los cobardes. ¿Cuál de esos adjetivos califica a Soto, De la Mata, Fuentes y Rodríguez? ¿Cuál o cuántos?

Esto es también una carta individual contra un fraude postelectoral, contra la crisis constitucional y a favor del pluralismo. A favor de la democracia con “leal pesadumbre”, como diría José Ortega y Gasset. Sin ingenuidad ni esperanza. El testimonio del que hablaba, seco, sobrio, pesimista –pero sin bajar los brazos.

Recuerdo el hecho central del momento trágico: el obradorismo pretendía 50% más diputados federales que la oposición cuando sólo obtuvo 13% más votos que ella. Un abuso. La fuerza oficial tuvo éxito: ustedes, la mayoría del TEPJF, legalizaron definitivamente el abuso. Una sobrerrepresentación extrema que jamás había existido en nuestra moribunda etapa democrática. 

No olvidemos:

La mayoría electoral obradorista es más grande en el discurso que en la realidad y no corresponde a la mayoría legislativa calificada. Su votación efectiva merecía la mayoría absoluta –lo reconozco como cualquier demócrata- pero no merecía la mayoría calificada. Su voto en el tribunal le dio al obradorismo, no al “pueblo” ni a “la mayoría de ciudadanos/mexicanos”, lo que no merece.

La voluntad obradorista no es la democracia; aunque esa voluntad quisiera más poder no era debido entregárselo. Una mayoría electoral no da derecho a todo. Validar la hiper-sobrerrepresentación inventó ese derecho obradorista contra el espíritu democrático de la Constitución y del origen del sistema electoral.

Señalo las paradojas: 1) avalaron la sobrerrepresentación de inspiración presidencial y permiten al máximo poder político que destruya al INE autónomo y, eventualmente, a su propio tribunal, cuando ustedes sean totalmente desechables, cuando llegue la fecha de caducidad que les fije el partido obradorista. El INE cometió suicidio funcional y ustedes lo remataron rematándose… 2) El abuso de la representación proporcional es para, con mayoría calificada, aprobar el “plan C” y destruir también la representación proporcional democrática. Si a los actuales gobernantes les importaran las elecciones democráticas y la proporcionalidad representativa, el plan no tendría lo que tiene. A ustedes tampoco les importó. Ese hecho pesará sobre su nombre en el registro histórico.

Entiéndase: quedan bien ante AMLO y el poder pero muy mal ante la historia democrática: como traidores y cómplices de una muerte: la muerte del régimen democrático mexicano.

La democracia morirá estúpidamente, sin haberse consolidado y sin haberse intentado seriamente su mejora. La mejora no es lo que está haciendo el obradorismo. Lo de Morena y aliados es un fraude postelectoral, relativo a la sobrerrepresentación; es crear una crisis constitucional, por la reforma al poder judicial; y es atacar el pluralismo desde las instituciones, para construir y consolidar una hegemonía partidista (por definición sartoriana, no democrática).

Ustedes han anclado su abollado nombre a ese proyecto. Proyecto autoritario malvestido de pueblo bueno. La Historia se los demandará. Eso es lo que quería repetir, contra Mónica Soto, Felipe de la Mata, Felipe Fuentes y Reyes Rodríguez Mondragón. Un grano de arena para que su decisión algo les cueste: su de por sí escaso prestigio.

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