Para Pablo y Fernando, con afecto.
¿Cuándo vamos a Glasgow?
Hace muchos años leí un chiste sobre un astrofísico, un matemático y un lógico que ven una oveja negra. Hay muchas versiones del cuento, pero esta es la que recuerdo:
Iban en un auto, viajando de Londres a Glasgow, un astrofísico, un matemático y un lógico, cuando ven, a la orilla de la carretera, a una oveja negra. Los tripulantes comentan el hecho:
— “¡Vaya! En Escocia todas las ovejas son negras”, dice el astrofísico.
— “Mmmm, solo podemos afirmar que en Escocia hay ovejas negras”, replicó el matemático.
El lógico, callado hasta entonces, terció:
— “En realidad, lo único que podemos afirmar es que en Escocia hay al menos una oveja, de cuyos lados uno es negro”.
La conclusión del lógico era formalmente válida, pero si Raj, Sheldon y Constantino hubieran bajado del carro, seguramente se habrían percatado de que la ovejita era negra por ambos lados. De hecho, era bastante improbable que la oveja solo tuviera un lado negro y, para conocer esa probabilidad, no se requiere hacer estudios estadísticos: basta con tener sentido común y no hacerse tonto solo.
Algo semejante puede decirse de la valoración de la alianza Va por México (VPM): solo quien gusta del autoengaño puede afirmar que esa liga opositora tiene una eficacia electoral de 50%. Precisamente, en ese caso se confirma que la lógica formal es insuficiente: hubo seis estados con elecciones a gobernador, en solo cuatro de ellos compitió la alianza completa (PRI-PAN-PRD), en los otros dos contendieron en grupos de dos o solos. VPM perdió en dos de los estados donde formalmente participó… pero sus integrantes participaron en las otras dos elecciones estatales y también perdieron.
Y, cuando el formalismo no corresponde a la realidad, deja de ser pertinente: se vuelve torpe e inútil.

El formalista se queda con que VPM ganó en dos de los cuatro comicios, lo que da 50% de eficacia, pero el sentido común preguntaría si VPM hubiera ganado en las otras dos elecciones donde no contendió o perdería de la misma manera que fueron derrotados sus integrantes. El sentido común dice que no, que VPM no habría ganado en Quintana Roo y Oaxaca, mientras que el sentido común entrenado haría las proyecciones estadísticas necesarias, no se escudaría detrás de una tonta excusa formalista, sino que asumiría con aplomo e inteligencia una realidad: los opositores no hubieran ganado en esos dos estados sureños, ni en alianza tripartita, juntos, separados, en singles, parejas, ni en relevos australianos.
Con esta admisión de la realidad no se pretende declarar que VPM es inútil, sino que no debemos asignarle cualidades que no tiene a una fórmula política que puede ser exitosa. La atención de los analistas debió estar en las razones por las que VPM solo conservó dos estados, fracasó en otros dos y hubiera sido completamente inútil en los restantes. Entre las causas de los malos resultados de la alianza se encuentran a) la intromisión gubernamental y oficialista en los comicios; b) la falta de acuerdos inteligentes para que VPM compita en condiciones de unión auténtica, en lugar de dejar inconformes; y c) la pésima selección de candidatos en los casos de las peores derrotas infligidas por el morenismo.
Desafortunadamente, opositores y analistas se han dedicado a verse el ombligo y minimizar los errores de VPM, así como a desestimar los factores externos que amenazan el éxito de la alianza. Parafraseando a un personaje cómico-mágico de Twitter: “les señalo la elección de estado y ustedes se fijan en una efectividad inexistente. Así no se puede, gallos”.
¿La alianza debe seguir? Por supuesto, pero sin las ocurrencias, puntadas, desatinos y aplausos inmerecidos que hasta la fecha existen. Ningún favor le hacen a VPM los políticos y comentócratas que maquillan la realidad con una falsa efectividad electoral de 50%, en lugar de decir, con todas sus letras, que ganaron en Aguascalientes por exclusivo mérito de la ciudadanía hidrocálida que no soporta el gobiernismo zurdo de Morena, que Durango se conservó porque ahí sí trabajó la maquinaria opositora, que Tamaulipas se perdió por la mala selección del candidato, que Hidalgo es un ejemplo de libro de pésima negociación con un gobernador (con su resultante traición) y que Quintana Roo y Oaxaca ejemplifican lo que pasa cuando el gobierno mete las manos en las elecciones.
Para ganar como en Aguascalientes, la alianza debe escuchar más a sus críticos y menos a quienes le dicen que es maravillosa. De entrada, al PAN le hace mucho daño que siga siendo el arenero de Ricardo Anaya, administrado por su testaferro y al PRI lo perjudican tantas cosas, que Alito Moreno es apenas la más visible de ellas. Sin mejores liderazgos, propuestas factibles y candidatos dignos, VPM no avanzará y tendremos a otro formalista alegando ovejas escocesas en 2023. Al tiempo.
Autor
Doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU de Madrid y catedrático universitario. Consultor en políticas públicas, contratos, Derecho Constitucional, Derecho de la Información y Derecho Administrativo.
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