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Dos hechos: el ex presidente Luis Echeverría Álvarez (LEA) cumplió 100 años, y antes el presidente López Obrador había cumplido 3 usurpando la figura de presidente liberal. Un análisis cruzado –AMLO respecto a LEA y el liberalismo mexicano- arroja una conclusión: nuestro presidente se parece a Echeverría, y no a los liberales sino a los conservadores del siglo XIX. Como dijo recientemente Jorge Zepeda, López Obrador es singular y extraordinario…

No me contradigo al decir que AMLO tiene similitudes con LEA y los conservadores, se contradice AMLO. La contradicción es suya, está en él; lo desbordan las contradicciones que observo y señalo.

¿Qué define al presidente de México del sexenio 1970-1976? ¿Qué fue? Un priista clásico, y por eso nacionalista y patriotero; un hablador, con toda su carga de megalomanía histórica (vea bien la foto inserta); un presidencialista autoritario, en lo que convergen el priismo y lo megalomaniaco; un falso demócrata, por autoritario real; pero presentado como hiperdemócrata, es decir, un populista, y un pseudoizquierdista. Y con eso ya describí en buena medida a López Obrador. No oculto las diferencias, como que AMLO ganó una elección democrática y LEA no, quien fue represor violento, lo que no ha sido el morenista hasta la mitad de su sexenio. Pero ahí están las coincidencias. Si quieren verlas o repensar, lean dos libros de Daniel Cosío Villegas, El estilo personal de gobernar y sus Memorias (de la página 264 a la 297).

No sólo eso es López Obrador. En su caso, al no ser liberal en los hechos, es conservador y lo es parecidamente a los conservadores decimonónicos. Éstos, como desarrollo en otro texto (este), eran palancas del ejército y apalancados por ese ejército que era el regular, establecido, vigente y preexistente hasta la Guerra de Reforma; no eran laicistas, sí eran antifederalistas, centralistas y mayoritaristas –AMLO y sus huestes confunden “mayoría electoral” con “pueblo” y “ciudadanía”-, así como expertos en la descalificación por simplismo y exageración, con su toque de victimismo doblemente católico. Todo eso está en AMLO. Con dos diferencias. Una, este presidente no trata de impedir la creación del Estado laico, como sus similares del XIX, pero no le gusta; dicho Estado existe –gracias a los liberales-, AMLO no puede destruirlo ni lo intenta pero no lo respeta escrupulosamente, lo lastima, no es un seguidor riguroso de la laicidad: en un sentido es laico pero no es laicista. La segunda diferencia es que la descalificación que ejecuta el conservador-reaccionario (priista reaccionario: regresar al priismo como régimen) es contra los liberales y los conservadores que sean sus “adversarios”: autoetiquetado como liberal, López Obrador tacha de conservadores a los que somos liberales y a los conservadores con los que comparte muchas creencias. Todo en la lucha por el poder….

Entre lo que no comparte con los liberales de la generación de Juárez están estas tres cosas: 1) ellos crearon el matrimonio civil, cuando sólo existía el religioso, y AMLO no puede ni quiere destruirlo pero tampoco quiere que el matrimonio civil se extienda a las personas no heterosexuales; es decir, la posición de AMLO es la que tienen los conservadores de este siglo y la que tendrían los conservadores del XIX si vivieran hoy, no la que tendrían los liberales de antaño si resucitaran en el presente; 2 esos liberales buscaban una transformación tributaria, como apuntó Francisco Zarco, y AMLO es un conservador de la estructura de la realidad fiscal; 3) ellos representaban un proyecto de clase media: en general, querían que la clase baja se moviera lo más posible hacia la clase media y ésta fuera la gran mayoría; López Obrador no quiere multiplicar a los pobres sino que la mayoría de la clase baja sea su cliente y base, sin subir a la clase media que ataca –y que los plutócratas como Ricardo Salinas Pliego se mantengan como aliados presidenciales.

Lo singular y extraordinario de AMLO es relativo: es la mezcla, no lo mezclado. Lo que está mezclando son ingredientes que muchos han tenido en el pasado, ingredientes viejos y fracasados o no tan viejos pero agotados. No es de izquierda (hay que repetirlo cuantas veces se necesite), ni simplemente priista, ni un simple “nac & pop” –nacionalista y popular- como se llama a sí misma una parte de la izquierda latinoamericana. Lo de AMLO es un priismo echeverrista, populista y doblemente conservador, un casi surrealista priismo “con & pop”…

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