Imagen: TVC/YouTube
Una vez más, leo y me sorprendo de los alcances hacia abajo que tiene Sanjuana Martínez. En su texto “La prensa Anti AMLO” publicado en Sin Embargo y otros medios hace dos días, es pródiga en hablar de lo que ella ha bautizado como prensa antiamloísta.
No les deseo el mal, pero lean dicho artículo y dénse cuenta del preocupante subtexto que recorre el mismo.
Sanjuana muestra una feroz alegría al asegurar que los periodistas que fuimos y somos críticos de AMLO tenemos “una especialidad que ya no es necesaria”, estamos en “desuso” y que muestra de ello son los despidos de periodistas que se han verificado en muchos medios en cuanto AMLO resultó ganador.
Según la argumentación de la señora, los medios despidieron periodistas críticos (y no oculta su enorme gusto por ello) debido a que AMLO dejó de ser oposición y entonces, ya no hacía falta criticarlo.
Claro está que ella se apresura a aclarar que eso no ocurrió porque el presidente electo haya hecho presión alguna. No, cómo cree usted. Nada dice de las amenazas implícitas que se han hecho para que (al estilo del otro López, el Portillo) se recorte el gasto de publicidad oficial. Recuerden que el tocayo del nuevo presidente dijo, descaradamente: “No pago para que me peguen”, y castigó la publicidad de muchos medios.
Ella no deplora que el nuevo oficialismo esté resultando en un recorte tremendo de plumas mucho peor que en sexenios anteriores, haciendo víctimas de ello a colegas suyos de lo mismo que ella padeció (ella se queja de que en más de una ocasión funcionarios de otros sexenios pidieron su cabeza, por ser periodista incómoda).
No, para nada. Ella se alegra muchísimo. Le da gusto. Lo que dice a lo largo de todo el texto es: se lo merecen, por criticar a AMLO. Solo le falta sacarnos la lengua y decir “lero, lero”. Y con ello valida, sin darse cuenta (porque es tonta), lo que los críticos de AMLO llevamos diciendo mucho tiempo: Andrés Manuel López Obrador es un autoritario.
Y por supuesto–no podía faltar–Sanjuana recurre a un argumento favorito de todos los que miméticamente, están usando términos como “pejefóbicos” y “antiamloístas”. (Curiosa telepatía. Hasta parece que es una estrategia. Pero seguro no lo es. Seguramente es producto del pensamiento independiente de cada uno).
Este argumento es: que los periodistas críticos a AMLO hemos callado siempre ante TODO lo ocurrido en el país, ante todos los excesos, abusos, errores, pifias y demás, de los sexenios anteriores. Por supuesto, la señora no menciona un solo nombre.
Es fácil generalizar así. Es tramposo también. Sanjuana sabe que sus devotos seguidores, que creen en su “periodismo” a ciegas, no se pondrán a analizar el trabajo de años de todos los que hemos sido y somos críticos de López Obrador. Nadie evaluará de verdad qué hemos dicho y qué no, cuándo y en qué proporción.
Eso, por un lado. Por otro, aun si alguno de nosotros hubiéramos sido “monotemáticos” en contra de AMLO, estamos en nuestro derecho.
Mediante una lógica retorcida que suena coherente en una lectura superficial, Sanjuana asegura que ese trabajo periodístico tuvo como finalidad destruir a AMLO. Al no conseguirlo, los medios desechan a dichos periodistas, debido a que se demostró que estaban equivocados.
No. Los medios que –equivocadamente– han prescindido de los servicios de valiosas plumas (Milenio, prescindiendo de Martín Bonfil Olivera, por ejemplo) lo han hecho por dos motivos: uno, temen la crisis financiera que podría causar un recorte de la publicidad oficial. Dos: están aplicando la técnica que mi querido papá acertadamente llamaba “el gusanazo estratégico: una arrastrada a tiempo”.
Lo que Sanjuana está celebrando gustosísima es el doblegamiento de los medios ante el autoritarismo de Andrés Manuel López Obrador. Ella, que tanto lloró por ser supuestamente perseguida por ser periodista combativa, celebra la debacle de colegas suyos.
Porque para ella el periodismo es militante o no es. Para ella, el periodismo debe militar, pero no de cualquier lado, no, sino del lado correcto de la historia. Primero, como la oposición auténtica que los partidarios de AMLO creen ser. Ahora, como el partido en el poder que desecha a los inservibles.
