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viernes 13 diciembre 2024

Bartlett y la SEP salinista

Estos días el presidente López Obrador presentó su iniciativa retroestatopriista de reforma eléctrica, atacó a Carlos Salinas y también se cumplieron 34 años de la noticia del “dedazo” de Miguel de la Madrid a favor de Salinas: el 4 de octubre de 1987 fue “destapado” como candidato del PRI para las elecciones presidenciales de julio del 88. Es buen momento para recordar que, tras esas elecciones, Manuel Bartlett se convirtió en secretario de Educación Pública. Sí: el segundo protagonista de la iniciativa obradorista recién presentada fue –durante 4 años nominales o 3 efectivos- el titular de la SEP en el gobierno neoliberal salinista. Digamos algo sobre ese encargo.

No era una posición de segundo o tercer nivel en el gabinete de Salinas, pues la SEP nunca fue lo que era la secretaría de Pesca, y el entonces presidente no trataba de bloquear políticamente a Bartlett sino de usarlo políticamente. Salinas y Bartlett se usaron mutuamente para seguir en el poder y colaboraron mucho en el sexenio, como lo habían hecho antes. Uno de esos proyectos salinistas fue la descentralización de la educación pública. Como escribió Josefina Zoraida Vázquez, “al ser la descentralización una medida política prioritaria y delicada, Salinas ofreciera la cartera de Educación al licenciado Bartlett, encargado del control político en el sexenio del presidente Miguel de la Madrid” (“La modernización educativa”, en Historia Mexicana, El Colegio de México, núm. 184, abril-junio 1997). A Salinas le importaba su proyecto “modernizador” educativo y si hubiera querido destruir o inutilizar políticamente a Bartlett no lo habría colocado al frente de la SEP desde el primer día de su gobierno, pues poner a Bartlett para que fracasara en el arranque tenía que ser el fracaso mismo e inmediato de la reforma salinista –ni, en ese caso, lo hubiera mantenido en el cargo durante tres largos años.

Bartlett fue un colaborador principal de Salinas y no fue secretario por poco tiempo, pero fue un mal secretario y eventualmente llegó al fracaso político en la secretaría. Por eso fue remplazado (Salinas designó en su lugar a Ernesto Zedillo). El periodo bartlettiano en la SEP sólo vio dos hechos mayores que lo marcaron y lo resumen: Elba Esther Gordillo sustituye a Carlos Jonguitud en la dirección del SNTE y se inicia el intento de la descentralización educativa neoliberalizada. No he dicho que Bartlett puso a Elba Esther, recuerdo que Salinas la elevó cuando Bartlett era su secretario y, por lo menos, con su aceptación secretarial (el dizque genio y dizque demócrata Bartlett no previó nada sobre Elba Esther ni renunció al “hueso” de la SEP ante el relevo sindical). Y tras un desempeño deficiente y tensiones con el Sindicato, por el momentáneo choque de los intereses sindicales y la visión salinista y bartlista sobre educación, Bartlett sería “renunciado” y sustituido por Ernesto Zedillo, quien con Esteban Moctezuma concretaría la descentralización que no pudo Bartlett. Pero no sería marginado sino “resucitado” como candidato priista al gobierno del estado de Puebla –y para ese gobierno y en ese gobierno poblano Bartlett fue apoyado por Salinas.

Se caen todas las afirmaciones e incluso hipótesis sobre un Bartlett históricamente izquierdista y siempre “nacionalista” y antineoliberal. La verdad es que fue parte, efectiva aunque no tan eficaz, del salinismo. Bartlett es un gran farsante cuyo amor verdadero es el poder (un político absolutamente priista que, por cierto, tuvo muchos años como jefe de prensa a Raúl Torres Salmerón, miembro del Yunque ultraderechista). Lo que hoy atestiguamos es otra escena de el síndrome Bartlett

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