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jueves 26 diciembre 2024

Breve historia de AMLO contra la transparencia

Se cumplió un mes del bloqueo obradorista al INAI. No he visto que se recurra mucho a la historia para entender ese ataque de López Obrador. Me refiero a su historia como gobernante. Hagámoslo.

Obviamente y como siempre en su caso, para ciertos personajes la apuesta del presidente por la opacidad sería culpa de la izquierda y del chavismo… Pero resulta que 1) así como hay izquierdas ajenas a la transparencia, hay derechas que también lo son –Trump, aliado de AMLO, para no ir más lejos-, al mismo tiempo que hay izquierdas y derechas que han ido contra la opacidad. Y 2) el PRI hegemónico era casi la definición misma de opacidad gubernamental, y de secrecía estatal, por lo que encarnaba al enemigo del acceso a la información que debía ser pública; ese PRI no era chavista ni de izquierda alguna. No se necesita ser chavista para ser autoritario y antitransparencia, como demuestra el priato, y el priato es lo que más explica a AMLO.

La historia de López Obrador como gobernante es una historia contra la transparencia y compañía, reproduciendo la historia del PRI que lo formó, que en el fondo admira desde siempre y que en el poder necesita, el PRI hegemónico que sobre todo en los ochenta se resistía a una transición democrática porque ésta tenía que ser contra él. La transparencia y el acceso a la información pública en este país son efectos de la transición democrática antiPRI hegemónico: efectos del abandono de la esencia institucional de un sistema cerrado y de la búsqueda de ampliación y mejora de la nueva democracia (en lo que no se avanzó mucho en muchos ámbitos, hay que decir); con toda precisión, el proyecto político-gubernamental de AMLO es contra esa transición, a favor del priismo como visión básica del Estado (mezclada con su personalismo; este presidente no quiere que el Estado sea mínimo, quiere que no exista el Estado postpriista, que no es puro, para crear impuramente un Estado obradorista a la PRI). De ahí que el jefe de Gobierno López Obrador estuviera contra la visión detrás de los antecedentes del INAI, en contra de la transparencia desde los años en que empezó aquí…

AMLO fue jefe de Gobierno del DF de 2000 a 2005. Vicente Fox fue presidente de la república de 2000 a 2006. [Chávez llegó al poder casi al mismo tiempo y no influyó de inmediato a nivel internacional]. La primera Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental se promulgó el 11 de junio de 2002, a partir de iniciativas presentadas a finales del 2001. Detrás del diseño y aprobación de esa ley no está Fox como mente maestra, ni simplemente el PAN, sino una serie diversa de actores políticos, gubernamentales y sociales, entre ellos un cuerpo informal de la sociedad civil llamado Grupo Oaxaca. Entre los individuos relevantes en el proceso está el jurista Sergio López-Ayllón. El Instituto Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental, el IFAI, fue establecido como producto de esa ley el 24 de diciembre de 2002. En paralelo a la crítica a los obsesos de la acusación chavista, hay que refutar a los obsesos de la acusación neoliberal: que en un periodo de tiempo X la política económica sea neoliberal no significa realmente que todo lo demás sea neoliberal; las leyes e institutos de transparencia y acceso informativo existen con o sin entorno neoliberal y no son en sí mismas neoliberales sino de origen demoliberal, pro libertades dentro y para la democracia. Tampoco son fiscalías penales, como ignorantemente implicó “El Fisgón”. El INAI y sus causantes no son neoliberales sino democráticos y por eso molestaron y molestan al hoy presidente. Por su parte, en el entonces DF, el 7 de diciembre de 2001 se presentó la iniciativa semilla de Ley de Acceso a la Información Pública pero hasta el 8 de mayo de 2003 se promulgó la primera Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Distrito Federal.

López Obrador no quería esa ley, con todo y sus defectos y omisiones, es decir, se oponía pero no por querer algo mejor. La vetó y antes pretextó que aprobar la ley crearía burocracia y que sólo se necesitaban procedimientos administrativos dentro del marco institucional vigente. Este marco era el marco no sólo sin garantías de transparencia y acceso a la información sino en general contrario a ellas. Es, en esencia, lo que ahora dice sobre la destrucción del INAI para concentrar los temas en la Secretaría de la Función Pública de su gobierno. Antes decía no construyamos un nuevo marco institucional y dejemos todo en la administración del poder ejecutivo, hoy dice destruyamos el marco institucional de transparencia y dejemos –regresemos- todo a la administración del ejecutivo. Siempre la lógica política contraria a la transición antiPRI hegemónico. Por lo mismo, el senador morenista-oportunista Alejandro Armenta propuso abrogar/desaparecer la ley de transparencia y acceso a la información respectiva: para que no hubiera asidero legal que justificara o hiciera necesario al INAI y se regresara un marco institucional como el que prefería AMLO en 2000-2003.

Así, el jefe de Gobierno López Obrador y su “contralora” Bertha Luján –la mamá de su hoy secretaria del Trabajo- contrapropusieron una ley de Procedimientos Administrativos y Publicidad de los Actos de la Administración Pública del Distrito Federal. Su idea era que no existiera ley de transparencia y acceso a la información pública con órgano autónomo garante. Como dijimos, AMLO vetó la propuesta contraria a la suya, el 27 de noviembre de 2002. Como sea, una ley de transparencia fue aprobada en la Asamblea local, y promulgada en mayo del año siguiente. Pero después López Obrador se opuso a la elección de consejeros ciudadanos del Consejo de Información Pública del DF e interpuso en julio de 2003 una controversia constitucional ante la Suprema Corte, la 50/2003, para evitar la instalación de dicho Consejo. En noviembre de ese año las cosas seguían estancadas porque el jefe de Gobierno se negaba a “soltar” el presupuesto que diera vida práctica al Consejo. Según se retoma en un Punto de Acuerdo del 20 de diciembre de 2006 aprobado en la Comisión del Distrito Federal del Senado, “el gobierno de la ciudad, mediante la expedición de acuerdos clasificatorios, ocultó la mayor parte de la información, pues 38 de 58 entes restringieron información pública, lo que significó que el 65% de la administración capitalina restringió información, sin fundamento”.

Por ese camino –que incluye más hechos que no tocamos por espacio- sólo podía llegarse al ocultamiento o “reserva”, en distintos grados en distintos momentos, de la información sobre la construcción del distribuidor vial San Antonio. Es el caso del segundo nivel del periférico capitalino, coordinado por Claudia Sheinbaum, pero idea original de empresarios privados, cercanos a Carlos Slim, que hoy siguen “desarrollando” en la Ciudad de México y con los que participó el también empresario José María Rioboó.

Ese pasado, más la corrupción del presente, es lo que tiene a Morena “reservando” información a diestra y siniestra, paralizando al INAI y deslegitimándolo hasta el exceso. Es lo que tiene al presidente buscando la muerte del instituto, al que ya había atacado con insistencia en 2021. No todo en el pasado 2000-2018 fue mejor, algunas cosas estaban mal y continúan, otras han empeorado, unas sí estaban mejor, y algunas más son logros que sobreviven amenazados. Debemos defender estos últimos, lo bueno de la transición, no el pasado en paquete. Debemos hacer esa defensa, con la mayor exactitud que nos sea posible, y criticar a López Obrador y Sheinbaum como pareja de la opacidad. Son pareja antidemocrática.

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