sábado 06 julio 2024

Carta a Jesús Ramírez Cuevas, alias “El conejo”

por Marco Levario Turcott

Jesús Ramírez Cuevas
P R E S E N T E

Querido Conejo:

Con que ahora te sumas a la persecución de periodistas y para ello violas el secreto bancario. Que lejos estás, muy lejos, de cuando en 1983 pugnabas por la libertad de expresión e incluso para ello participaste en la revista La Guillotina, donde nos conocimos.

Qué tiempos, aquellos de la Casa Vieja, ¿recuerdas?, donde decidimos abrir paso a un periodismo alternativo al que los medios supeditados a López Portillo hacían. Tu hermano Mauricio en el CCH Naucalpan era uno de los más radicales (militaba en el Partido Obrero Socialista) pero tú lo apaciguabas igual que a tu otro carnal, para ir en una dirección más creativa y crítica de los poderes fácticos. Entonces tú seguiste una ruta en aquella emblemática y querida publicación y yo en los medios convencionales.

Recuerdo que te decíamos Conejo por tu habilidad para expropiar los bienes del capitalismo y beber cervezas y comer en honor de ese odiado sistema o para hacerte de esa gran cámara Minolta en una acción fedayina que muchos te aplaudieron, tan memorable es que hoy todavía la recordamos. Pero también te decían Conejo por tu habilidad para sacar las antenas y saber el momento oportuno en el que te podías ubicar. En ese sentido, claro, fuiste el mejor. Aunque en ese tiempo para mí no era tan claro porque entre tus bailes Punk y tu escasa formación intelectual (todo lo que le dijiste a Sabina Berman al respecto es mentira) sí me convencían tus proclamas en contra de Stalin, el culto a la personalidad y la manera en como el “socialismo real” borraba de la historia a la disidencia e incluso los mataba, como sucedió con Trotsky.

El caso es que muchos (créeme, muchos) de los que te conocimos hace 40 años sabemos que te has convertido en esa clase de personas contra las que dijiste que lucharías. Ahora, desde el poder, te sumas a esas estrategias stalinistas y buscas quemar en la hoguera a quienes ejercen la libertad de expresión, así como también has hecho para impulsar el terrorismo fiscal contra TV Azteca.

Yo, por mi parte, tengo la misma inconsciencia de cuando tuve 17 años. Y estoy dispuesto a defender la libertad de expresión mía y de mis colegas, hasta donde tope. En realidad, yo ya no tengo nada que ganar o perder, aunque eso sí, hasta el final la congruencia va a denunciar a personas como tú, que son capaces de olvidar hasta a sus seres queridos. Ese es el influjo que el poder ha ejercido sobre ti.

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