Nadie tiene la obligación de ser feliz, ni de ser bueno, ni de recibir lecciones de bondad.
Gil Gamés
Valores y retropía
Llevo toda la semana reuniendo datos para hablar sobre la cartilla moral, desde luego no se trata de cuestionar el valor artístico ni la pertinencia de las ideas de un personaje como Alfonso Reyes, menos aún cuando se ciñe a un tiempo y a una realidad. La idea fue recuperar datos para contar su historia y explicar por qué desde mi óptica, es una herramienta demagógica que opera como parte de la visión de retropía —para usar el término con el que Zigmunt Bauman califica a la tendencia contemporánea de buscar el ideal en la nostalgia— con la que este gobierno intenta devolvernos a utopías del pasado. Baste como evidencia la visión localista que motiva al ejecutivo a pensar que puede dejar de participar en Davos o considerar a las computadoras y la tecnología como “una moda”.
Desde el inicio de esta gestión, no se puede escribir sobre un evento alarmante cuando ya apareció otro más que lo oculta. La gravedad incluso pareciera ir en aumento, la explosión de un ducto en Hidalgo que ha dejado 73 muertos (hasta concluir este texto) nos obliga a la compasión por las víctimas, sin embargo corren los insultos, se sentencia sin recato a heridos y muertos.
El comportamiento del gobierno en turno, se aleja mucho de todo cuanto predica y sin abandonar la misión de abordar el contexto y mi opinión sobre el reparto de la Cartilla Moral, me extenderé hacia otros temas, pues considero que el inventario de vicios morales combustionan y contradicen toda virtud.
El valor de educar
Se cuenta que en el sexenio de Manuel Ávila Camacho, Jaime Torres Bodet, que era Secretario de Educación Pública solicitó a Alfonso Reyes un texto que sirviera de base para la Campaña Nacional contra el Analfabetismo en el año de 1944. El ensayo original se integraba por 14 lecciones que José Luis Martínez, posteriormente la redujo a 10.
Carlos Lopez Cafaggin en su artículo “Alfonso Reyes y López Obrador: de la Cartilla Moral a la Constitución moral” la describe de este modo:
Entre referencias cruzadas a la religión cristiana, la filosofía helénica y poetas de distintos siglos, Reyes enlistó las cualidades de lo que debía ser un individuo y un político virtuoso: ante todo, la rectitud y la honestidad, la justicia y la educación, el amor y la felicidad, la convicción de crear un mejor país”. La Cartilla Moral también abarca un área gris entre el catolicismo velado y la defensa de los principios laicos.
En 1992 de la obra de Reyes fue reeditada por José Luis Martínez, en el artículo “La Cartilla Moral que AMLO desempolvó” subraya Felipe López Veneroni profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que:
…el texto estuvo en silencioso movimiento, hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cuando Ernesto Zedillo estaba a cargo de la SEP. En esos años se pidió a José Luis Martínez, un discípulo de Reyes, que actualizara la Cartilla Moral, “esto fue en el año de 1992 y se tiraron 700 mil ejemplares, pero dirigidos a los maestros, es decir, era un material de apoyo para la docencia y la formación de profesores.
La intención del actual gobierno es repartir 8.5 millones de ejemplares para adultos mayores quienes recibirán un aumento a su pensión. Concluye el experto “el argumento entonces, como ahora, era que el Estado no tenía por qué normar la moral de los ciudadanos ni de los maestros”. Sentencia con la que concuerdo.
Mi señalamiento no va sobre el texto original, ni la reedición de José Luis Martínez, mismo que también fue repartido por el gobierno del Estado de México por iniciativa del gobernador Alfredo del Mazo; el público objetivo fue también, en esa ocasión, el cuerpo docente. Del mismo modo en que años después pidiera Elba Esther Gordillo a Fernando Savater su Valor de educar. Mi objeción se centra contra del uso de este texto como herramienta de adoctrinamiento, como un “plan de vida ciudadano” establecido desde el ejecutivo.
La adaptación actual, aunque respeta en su mayoría la edición de Martínez, omite ciertas frases como: “La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo” (Lección 1, primer párrafo) que corrobora la descripción de López Cafaggin. Sin embargo, si se omitieron frases como la señalada, se cambiaron términos para hacer más fácil su lectura, incluso se replanteó uno que otro párrafo: “El bien es una cuestión de amor y de respeto. Es amor y respeto a lo que es bueno para todos y aversión a lo perjudicial“ (misma que no aparece en la reedición de Martínez); bien se hubiera podido cambiar el término “hombre” por “persona” para utilizar un lenguaje inclusivo, por ejemplo.
Los responsables de los cambios señalados son el “Comité para la elaboración de la Constitución Moral: Verónica Velasco, José Agustín Ortiz Pinchetti, Enrique Galván Ochoa”. Esto nos advierte que habrá un texto posterior que no será una simple cartilla sino toda una “Constitución”, vocablo de cariz legal ¿Qué implicaciones tendrá dicha constitución? ¿En qué estriba su diferencia con la Cartilla?
Cuando un dedo señala y los otros cuatro te cuestionan
El Diccionario razonado de vicios pecados y enfermedades morales de Jorge Virgil Rubio es uno de mis libros de cabecera, como maestra universitaria, creo que es muy importante usar el contra ejemplo para ilustrar, así que me gustaría incluir en la percepción moral del nuevo gobierno algunos términos que, junto con algunas deliberadas desobediencias a Don Alfonso (como: “El castigo para quien viola le ley no se deja a la opinión pública”. “El desperdicio es también una inmoralidad”, por hablar de aeropuertos y proyectos truncos. O aquella de defender “…la verdad, que no es posible deshacer con mentiras y que, a veces, hasta puede contrariar nuestros intereses o deseos), no son tomadas en cuenta por nuestro gobierno.
Procedo entonces de manera alfabética sintetizando las copiosas e interesantes entradas de Virgil Rubio.
Capricho: La actuación moralmente justificable se opone al capricho. La persona responsable debe estar en condiciones de dar buenas razones para respaldar sus acciones. Es necesaria la superación del mismo mediante un espacio moral de diálogo. Algo que no me suena afín con ese ganso que tanto se nos cansa. Concluye el autor, que en política “…es obvio que el capricho da cuenta de numerosas decisiones trascendentales que desafían toda intención de pensamiento inteligible”.
Corrupción: Nos señala Virgil que este mal tiene dos derroteros, uno moral y otro político-moral. Abordaremos el sentido político en concreto en donde se lee: “ …designa la degeneración de la política consistente en el gobierno no para los intereses generales sino particulares del grupo en el poder, sus clientes o miembros particulares, mediante el uso discrecional de la prevaricación (someter a la población al desabasto de combustible), el cohecho, la información privilegiada (Grupo Riobóo) y la legislación a medida (Guardia Nacional).
Es muy fácil señalar la corrupción, lo difícil es atacar sus causas, mismas que no se erradican con compensaciones de lástima, ni reparto de idearios morales, sino con un sistema educativo decente, crecimiento económico, seguimiento de programas y con un Estado de derecho (como me hizo el honor de corregir Enrique Krauze a este segmento que usé de tweet). Es bien simple creer que se puede llegar a demolerlo todo con la arrogancia de creer que sólo “nosotros” traemos la “verdad” y la justicia. Los males de este país son complejos y se requieren estrategias bien pensadas, comunicación clara y tiempo para articularlas.
Demagogia: Líder que recurre a argumentos sensibleros, grandes proclamas: patria, honor, familia, apelación a los antepasados… para reforzar su tesis. Con la morenita a su favor, el amor y la esperanza, no creo tener que ejemplificar.
Estupidez moral: En el estúpido moral concurren una inteligencia o información generalmente moderadas que solapada con la estupidez cognitiva una actitud de autoafirmación y una posición sectaria… se caracteriza por un crudo realismo y una autosatisfecha certeza…rechaza las diatribas intelectuales, los matices y las precisiones. Erasmo acuñó el término de morosofó para referirse al sabio tonto. Los ejemplos son muchos, baste con la declaración de Epigmenio Ibarra en redes al señalar al antiguo régimen de ocasionar la explosión de Hidalgo como estrategia desestabilizadora. Acusación sin pruebas, tan vil como quien dijera que el propio AMLO mandó a encender la llama.
Hipocresía: Según el diccionario Oxford la palabra proviene originalmente del griego para referirse a la acción de desempeñar un papel en el escenario. Luego adoptó el significado de asumir una falsa bondad, con disimulo del verdadero carácter o inclinación. Una importante variante es señalada por Kant como falsa humildad, vicio contrario al deber que La Rochefoucauld sintetiza con una des sus ingeniosas frases ”La humildad es una fingida sumisión que utilizamos para someter en realidad a todo el mundo”. Y que a mi parecer vale un poco más de doscientos pesos y un dólar, pero cada quién.
Estas son apenas 5 entradas que no intentan otra cosa que mostrar que es muy difícil pararse desde el pedestal de una conferencia matutina ungido con una banda presidencial para señalar la viga en el ojo ajeno.
Crítica a la crítica
Michel Foucault calificó al pensamiento crítico como el que posibilita que uno intente liberarse de uno mismo. Nadie percibe lo mismo y somos rehenes de nuestros deseos y prejuicios, nadie nos contamos la misma historia, pero nadie se cuenta solo. Al refutarnos o coincidir nos validamos. Tu historia y tus palabras ensanchan mi percepción, ratificando algunas ideas, ordenando otras y desecho otras. En mi opinión la crítica es una necesidad de equilibristas que se arriesgan a caminar sobre el acantilado tratando de moderar y aceptar sus sesgos, no se trata de poseer la verdad, hazaña imposible, si no de retar y retarse a reflexionar.
El presidente y su gobierno sabían de antemano que ser juzgados era parte del perfil de puesto. Hay diferentes tipos de crítica, la hay inteligente, mal articulada, mordaz, de mal gusto, y eso es inevitable. Las redes sociales son hoy la nueva plaza pública, una calle prosaica donde corren palabras libremente, impulsivas, inmediatas a distancia. Nos abrazamos con ellas y nos maldecimos, nos elogiamos así, libremente. En el diálogo (on y offline) nos modulamos del modo que trabaja Wikipedia, al fin una red social también.
El pensador ideal como señalara en su momento el Proyecto o informe Delphi [1], es “…una persona habitualmente inquisitiva, bien informada, que confía en la razón, de mente abierta, flexible, justa cuando se trata de evaluar, honesta cuando confronta sus sesgos personales, prudente al emitir juicios, dispuesta a reconsiderar y si es necesario a retractarse, clara con respecto a los problemas o las situaciones que requieren la emisión de un juicio, ordenada cuando se enfrenta a situaciones complejas, diligentes en la búsqueda de información relevante, razonable en la selección de criterios, enfocado en preguntar, indagar e investigar, persistente en la búsqueda de resultados tan precisos como las circunstancias”. Es por ello que la actitud de criticar la crítica, de censurarla, es improcedente, es antidemocrática, incluso aunque nos lastime.
No estoy de acuerdo con el Presidente y tal vez tú sí. Al margen de ello tenemos el derecho y la obligación al diálogo. La manifestación de mi falta de apoyo a las decisiones de esta administración me han procurado insultos sin precedente, he visto caricaturas, críticas, memes, que enjuician a nuestros políticos, pero nunca antes había sentido la crítica a la crítica misma con tanta violencia. En lo personal no me importan los insultos, incluso disfruto la polémica. Me indigna no obstante, la ira y la poca sensibilidad que califica a las víctimas de la explosión como merecedoras de su suerte. Peor sería el silencio.
Podemos relativizar verdades, podemos defender posturas, pero si el desabasto persiste, si las explosiones continúan y con ellas la muerte; si este gobierno continúa abriendo guerras sin cerrar heridas, se exacerba la violencia, nuestra situación empeorará, como buenos animales comenzaremos a mordernos. Con crítica o sin ella.
Referencias:
[1] Panel de expertos de diversas instituciones y distintas disciplinas académicas, que se durante los años 1988 y 1989, para discutir qué es el Pensamiento Crítico.
Alfonso Reyes, Cartilla Moral, en Obras Completas, t. xx, México, fce, 1979, p. 484.
https://www.eluniversal.com.mx/columna/adriana-malvido/cultura/la-cartilla-moral1/10
Carlos Eduardo Lopez Cafaggin “Alfonso Reyes y López Obrador: de la Cartilla Moral a la Constitución Moral”: https://cultura.nexos.com.mx/?p=16277
Nayeli Reyes “La cartilla moral que AMLO desempolvó”: https://www.eluniversal.com.mx/mochilazo-en-el-tiempo/la-cartilla-moral-que-amlo-desempolvo
Autor
Maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana y profesora del ITESM, campus Toluca
View all posts