Claudia Sheinbaum:
Hace unos días dijiste que no volteabas a ver a Xóchitl Gálvez porque no te gusta mirar hacía la derecha. Lo dijiste como si tú fueras de izquierda y no es así, tú eres parte (y beneficiaria) del populismo que consta de un sistema de recursos discursivos y acciones para conseguir y mantener el poder. El tema no es poca cosa ni un asunto abstracto como veremos:
1. Tu origen, en efecto, está ligado a grupos con una gran tradición de izquierda. Punto Crítico y Convergencia Comunista, por ejemplo, y también estás ligada como activista estudiantil y no líder del CEU en 1986, como has pretendido hacer creer.
2. Por cierto, el principal líder del CEU, Imanol Ordorika, dice candorosamente que como eres de izquierda es importante votar por ti aunque, simultáneamente, afirma que disiente de las 21 reformas propuestas e impuestas en tu agenda, por el presidente.
3. Tú no eres de izquierda, entre otras razones, porque la posibilidad de acceder a la presidencia te ha hecho escupir sobre tu propia historia. No solo porque ya te impusieron una agenda y a los miembros del Congreso de la Unión, sino porque gustosamente eres parte de la adulación al gran líder y su brazo ejecutor. La izquierda democrática, en cambio, siempre cuestionó el presidencialismo y el culto a la personalidad.
4. Tu eres populista, vale decir, abrazas cualquier precepto que conecte directamente con “el pueblo” para destruir la democracia liberal. Independientemente de que lo hagas sin carisma o hablando como tabasqueña, tú en la actualidad no sostienes ningún planteamiento clave de la izquierda, al contrario. En 1977 la izquierda pugnó por la pluralidad y las candidaturas plurinominales para la representación plural y diversa en el Congreso de la Unión. Hoy eres la pieza del gran jefe para acabar con ese sistema de representación.
5. El populismo se caracteriza por dinamitar las leyes y las instituciones de la democracia liberal y para ello apela al pueblo. Como megáfono de López Obrador, tú también arremetes contra el Poder Judicial y los órganos autónomos. Lo haces no para promover su reforma, sino para destruirlos y consolidar al Ejecutivo como la máxima y única instancia de poder en México.
6. La izquierda a la que tu perteneciente y de la que te dices heredera, por ejemplo, la que participó en el movimiento estudiantil de 1968, siempre exigió el diálogo a un poder represor en 1968 y 1971 y a un poder autoritario en 1986 y 1988. Ahora tú eres parte de ese enclave del populismo que niega el diálogo con quienes piensan distinto, aún incluso en la (legítima) defensa de sus intereses, entre otras cosas porque la democracia liberal implica un arreglo entre intereses políticos y económicos. Te ofenden las preguntas que impelen a la transparencia de la gestión pública y enfureces con la opinión que difiere de ti, igual que AMLO, idéntico a cualquier líder populista en el mundo. Ellos son, es decir, nosotros somos, enemigos a destruir que siempre tenemos intensiones oscuras contra el plácido destino que tu líder y tú dicen representar.
7. La corrupción es un mal universal que aqueja a las democracias liberales. El populismo la ha convertido en una herramienta para arrasar con toda su estructura institucional y normativa (y para ello cuenta con los recursos de la “democracia directa” como el plebiscito, una “democracia directa” que ahora impulsa una ignorante ministra en la SCJN, Lenia Batres.
8. Si AMLO destrozó la tradición en la que se formó con Enrique González Pedrero (autor de La democracia de carne y hueso) e impulsó el presidencialismo omnímodo y la tutela de un solo partido, no nos debe extrañar que personajes menores del PRI y el PAN u otros de la izquierda radical se hayan convertido al populismo. Justamente porque el populismo es una forma de conquistar y acceder al poder. Son, como dijera de otros el presidente, ambiciosos, vulgares de poder.
9. El populismo es una maraña de proclamas que se contradicen unas a otras. Puede ser laico y mañana religioso, puede apelar a un héroe simbólico del nacionalismo o puede acudir a un enemigo en el extranjero. Puede ser intervencionista hoy y mañana proclamar por la autodeterminación de los pueblos. Y eso es así porque el populismo no apela a la elaboración intelectual ni a la congruencia, sino a la exacerbación de las pasiones del pueblo al que dice representar. Claudia Sheinbaum es todo ello y todo ello nada tiene que ver con la izquierda.
10. El populismo carece de programas de gobierno, entre otras razones, porque eso implica la responsabilidad de aceptar que los problemas no se resuelven de una vez y para siempre. El populismo dice (solo proclama) tener la receta para resolverlos de tajo (“desde el primer día de mi mandato acabaré con la violencia” dijo AMLO) pero siempre hay un grupo de malditos conservadores y neoliberales que lo impiden. Por eso el populismo nunca sé equívoca y apela siempre al pueblo para que protagonice gestas heroicas contra los enemigos de la patria.
11. Imanol Ordorika se equivoca y con él muchas personas que creen (el populismo siempre convoca a creer) que Claudia Sheinbaum es parte de una tradición de izquierda. No, ella es un instrumento del poder populista que pretende acabar con la pluralidad, izquierda, derecha, o cualquier otra definición ideológica. Y es que el populismo es eso, un tinaco donde caben todos los mercenarios de la política para acceder al poder. Claudia Sheinbaum es eso y, como he dicho, el megáfono que amplifica el discurso populista y que también ejemplifica su gestión ineficaz y criminal. Una muestra de ello es que este 3 de mayo recordamos a las 27 personas que murieron en la Línea 12 por su ineptitud. Así como las ligas de su esposo le pesarán siempre porque ella se benefició de esos actos, también siempre tendrá en sus espaldas las muertes del Rébsamen y las de la L12.