domingo 07 julio 2024

¿Combatiendo el intervencionismo?

por Articulista invitado

Las contradicciones de la 4T en materia de seguridad son evidentes, por un lado, rechazan el intervencionismo y la presión que puede ejercer Estados Unidos sobre México para controlar la frontera y el tráfico de drogas, pero, por otro lado, es incapaz de garantizar la seguridad de la ciudadanía que día con día observa como el crimen organizado controla franjas más amplias del territorio. 

El secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses puso de manifiesto cómo es que las fuerzas de seguridad mexicanas son capaces de dar resultados si la presión de los medios estadounidenses, la circulación de videos y la presión de las fuerzas de seguridad del vecino del norte es tan intensa que los hacen trabajar a una velocidad pocas veces vista, en tan solo tres días el gobierno mexicano pudo localizar a los ciudadanos secuestrados. 

Aunque el presidente López Obrador tache de amarillistas a los medios estadounidenses, las imágenes no mienten, una imagen habitual, los levantones, los narcobloqueos, que padecen miles de mexicanos, a los estadounidenses les sorprenden, ver cómo a plena luz del día los grupos del crimen organizado disparan, despojan y secuestran a un grupo de personas, sin que nadie haga nada, para los estadounidenses es una escena que provocaba asombro e indignación. 

El reclamo por parte de la clase política estadounidense no se hizo esperar, el senador republicano Lindsey Graham cuestionó al presidente López Obrador, que grupos del crimen organizado hayan tomado el control del país y propuso la intervención de las fuerzas armadas estadounidenses en territorio mexicano para hacer frente al tema de la violencia y frenar el tráfico de fetanillo a los Estados Unidos. 

El presidente López Obrador cuestionó la propuesta republicana y la tachó de intervencionista, sin embargo, en los hechos esa crítica no se sostiene, basta ver cómo el gobierno mexicano es el principal defensor del intervencionismo, lo practica al meterse en los asuntos internos del Perú, lo tolera al aceptar un programa como Quédate en México y en donde debe de intervenir prefiere condecorar y proteger a dictadores latinoamericanos que atentan contra la democracia y los derechos de sus ciudadanos. 

La tibia respuesta por parte del presidente mexicano que amagó con promover entre la comunidad mexicana residente en Estados Unidos no votar por el partido Republicano y el despliegue de los cónsules y aliados políticos para impedir que se construya una narrativa que dañe al país, son un reflejo de la débil posición de México ante Estados Unidos, López Obrador pretende controlar la narrativa tal como lo ha hecho en México, pero con una diferencia fundamental, lo que respalda las palabras son los hechos y lo de Matamoros muestra una situación fuera de control, para muestra la entrega de los supuestos culpables por parte de los grupos del crimen organizado. 

La protección de las fronteras estadounidenses y el control del tráfico de drogas corre a cargo de las fuerzas de seguridad mexicanas a costa de los miles de muertos y desaparecidos que ha dejado la guerra contra las drogas en México, los esfuerzos en seguridad enfocados en proteger la frontera con Estados Unidos y detener el tráfico de drogas han provocado que los más de 150 carteles que controlan México sean los que impongan la autoridad en muchas zonas del país. 

Para López Obrador la seguridad de la ciudadanía no es una prioridad y lo ha demostrado con los cambios en las fuerzas de seguridad, creó una Guardia Nacional que no ha podido resolver el problema de la inseguridad y que se utiliza para las ocurrencias del presidente y su sequito, cuidar el sistema de transporte colectivo Metro, combatir el robo de combustible, la construcción de obras prioritarias para la administración, entre otras, que lo único que provocan es la dispersión de los objetivos de la corporación. 

El discurso contra el intervencionismo tampoco se sostiene en los hechos, el promotor original de declarar a los grupos del crimen organizado grupos terroristas fue Donald Trump, amigo del presidente mexicano, político al que López Obrador fue a visitar a Estados Unidos para agradecer todo lo que hizo por México, con el que nunca va a pelear porque se encuentra en campaña, a pesar de todas las ofensas y los ataques que el ex mandatario estadounidense ha proferido sobre México, y con el que López Obrador tiene una afinidad ideológica, por el desprecio que ambos políticos sienten por la democracia. 

La supuesta lucha contra el intervencionismo por parte del gobierno de México flaquea cuando se analizan las cifras de desaparecidos y homicidios dolosos en México, cuando se hacen evidentes las contradicciones del discurso, se defiende a los intervencionistas, se les rinde pleitesía, pero lo más preocupante son las acciones intervencionistas que México tolera.

El discurso presidencial y el ataque en Matamoros ayudarán a mantener al presidente su lógica polarizadora, pero en los hechos el verdadero problema seguirá siendo la inseguridad en la que viven millones de mexicanos, que viven con la amenaza constante de ser secuestrados, extorsionados o desaparecidos por los grupos del crimen organizado, mientras el presidente sigue evadiendo la realidad con su postura de abrazos no balazos.


Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor

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