El titular de la Sedena pronunció un discurso que con razón ha provocado diversas interpretaciones. A lo largo de años ha prevalecido en eventos como el del martes la prudencia, firmeza y sobre todo la institucionalidad.
La lealtad al Presidente ha sido la constante de los militares quienes entienden, conocen sus obligaciones y el papel que juegan en la sociedad. Más que tener cuidado con sus discursos lo que hacen es seguir un guion establecido con base en los principios que rigen la vida militar; lo que va por delante es la función y labor de las Fuerzas Armadas.
La desatada militarización en el país va abriendo frentes que no va a ser sencillo cerrar o canalizar. El PRI está jugando en este proceso un rol estratégico. Ha tratado de justificar su apoyo al Presidente bajo argumentos en que no se repara en el análisis del estado de las cosas, están remitiendo todo a lugares comunes, el narco o el Ejército.
Sus explicaciones no se detienen en el análisis de lo que ha pasado a lo largo de estos violentos años y, menos aún, en una evaluación de lo que ha sido el papel de las Fuerzas Armadas en las calles.
En la gran mayoría de los casos los gobiernos estatales se han dedicado a estirar la mano para recibir a los soldados y con esto invertir poco o nada en policías municipales y estatales. El Gobierno federal no ha invertido en los estados, se ha venido apoyando en la Guardia Nacional, la cual al final terminó bajo el mando de los militares, ya lo era en su integración, el Presidente, el PRI y Morena se encargarán del resto.
En medio de contradicciones y el cambio de opinión se están creando escenarios de riesgo, porque no hay garantía de que a través de la militarización se pueda enfrentar de manera integral la inseguridad.
El mensaje del titular de la Defensa en fondo y forma, no se puede pasar por alto el uniforme que porta el secretario, coloca desde el Ejército una extensión del estás conmigo o estás contra mí. De alguna manera más que establecer la lealtad al Presidente y a la institución, lo que hizo fue sumarse al proyecto político presidencial.
Desplegó una crítica inquietante a quienes tienen una visión diferente del proceso de militarización por el que pasa el país.
En el discurso subyace una defensa de la militarización, la que coloca como opción única para enfrentar los problemas de seguridad del país. La crítica hacia quienes piensan lo contrario es evidente, utilizó la palabra “discernimiento” y “comentarios tendenciosos” para establecer su mirada crítica, la cual ha sido interpretada por algunos como una suerte de amenaza.
La afirmación del general Sandoval en el sentido de que los “comentarios tendenciosos” buscan apartar a las Fuerzas Armadas de los ciudadanos pareciera una interpretación de que la crítica que se está haciendo al proceso de militarización tiene que ver con la forma en que se ve a los militares en la sociedad cuando no es así.
Las FA son profundamente valoradas y reconocidas por todos los ciudadanos, la crítica no se centra en ello está en los procesos que estamos viviendo respecto a una participación cada vez mayor, sin importar la forma en que se haga, de las Fuerzas Armadas.
No sólo se trata de los temas de seguridad. Estamos ante una dinámica que le puede dar un giro a las formas de gobernabilidad en el país.
Es un enigma lo que puede venir, porque mientras no se desarrollen estrategias para que las policías civiles se encarguen centralmente de la seguridad, estaremos expuestos a una militarización que hoy, después de 25 años como decía el ingeniero Cárdenas, no ha cumplido sus objetivos.
Estamos ante otra herencia para alguna de las “corcholatas”.
RESQUICIOS
La violencia en Orizaba e Irapuato muestra la cara de lo que estamos viviendo. Detenerse en que es propaganda o que sólo se informa sobre lo que pasa en Veracruz no tiene sentido, al final en Orizaba e Irapuato miles de familias están siendo sacudidas en su cotidianidad.
Este artículo fue publicado en La Razón el 15 de septiembre de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.