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miércoles 11 diciembre 2024

Cómo atropellar al Quijote

por Juan Villoro

Mazatlán es el extraño paraíso que ha convertido una enfermedad en un placer. Ahí los coches sin puertas ni ventanas que recorren la costa se llaman “pulmonías”.

No ha faltado vida cultural en una ciudad que es sede del grupo de danza Delfos, el teatro Ángela Peralta, varias universidades, librerías, radio ciudadana y escuela náutica. Durante el carnaval se entrega el Premio Mazatlán, fundado por el escritor y periodista Antonio Haas, que ha sido recibido por José Gorostiza, Ricardo Garibay, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco y Vicente Leñero, entre muchos otros.

En 1997 un grupo orgullosamente bohemio decidió organizar una feria del libro sin más recursos que el entusiasmo y las siglas de la iniciativa: FELIART. El inventor del proyecto fue el novelista José Luis Franco, convencido de que la promoción cultural pertenece a la caballería andante. Autor de la novela Quién habita el Ángela Peralta, se dispuso a conseguir no sólo el apoyo de las transitorias autoridades, sino de los perdurables fantasmas de la ciudad.

Asistí a esa primera feria donde el fervor por la lectura superaba a las condiciones materiales para llevarla a cabo. La gente aportaba mesas y sillas de sus casas, los autores llegábamos con nuestros libros bajo el brazo y un magnavoz circulaba de mano en mano para que algún escritor se convirtiera en pregonero de otro.

Nada de esto hubiera sido posible sin la infatigable labor de Luis Alonso Enamorado, personaje de ficción que por azar vive en la realidad. Vestido enteramente de blanco, con saco, chaleco y sombrero, Enamorado llegó al bar donde combatíamos el calor con unas cervezas y alguien lanzó este grito de ingenio: “¡El muñequito se salió de la rosca!”. El origen del escudero de Pepe Franco es aún más sorprendente. Huyó de la guerra de El Salvador después de ver morir a su madre y llegó a pie hasta Tijuana, donde pensó en pasar al otro lado hasta que la Patrulla Fronteriza lo hizo cambiar de opinión. En Mazatlán se integró al ambiente con sus ropas de trompetista de jazz y su habilidad para convertir el afecto en una forma de la economía. Fundó un periódico turístico que lo especializó en intercambios (los restaurantes se anuncian a cambio de comida y los hoteles a cambio de alojamiento). Era la persona ideal para conseguir cualquier cosa: FELIART nació “de prestado”.

Cuando Franco descubrió que faltaba un podio para la inauguración, le habló con urgencia a Enamorado, quien movió contactos y en unos minutos consiguió el objeto requerido. Consumada la tarea, se atrevió a preguntar: “¿Qué es un podio?”. ¿Hay alguien superior a quien encuentra incluso lo que ignora?

Ciertos escritores merecen el Premio Cervantes por su obra. José Luis Franco y Luis Alonso Enamorado lo merecen por su vida. Cuando la salud de Pepe se quebrantó, haciendo que también en sus olvidos se pareciera al Quijote, Luis asumió el desafío final de Sancho de continuar la lucha contra los límites de la realidad y se hizo cargo de FELIART.

Por desgracia, los políticos no siempre han respaldado esta aventura. Hace unos años el alcalde panista Alejandro Higuera prohibió que la feria se llevara a cabo en la Plazuela Machado. En 2019, FELIART debía celebrarse del 3 al 11 de mayo con más de sesenta invitados, pero Luis Guillermo Benítez, que gobierna Mazatlán bajo las siglas de MORENA, retiró el apoyo y puso en duda la honestidad de Enamorado, con la misma falta de sensatez con que dijo que quienes se manifiestan en su contra son “puros blanquitos” pertenecientes a una minoría. Benítez desestima un principio esencial de la democracia, que consiste en respetar a quienes discrepan aunque no formen mayoría, y un principio básico de la izquierda, que consiste en apoyar la educación y la cultura. Es lamentable que posturas reaccionarias se amparen bajo el nombre de MORENA.

En 2015, el antropólogo y escritor Joel Barraza Verduzco contribuyó a organizar FELIART. Según cuenta Mónica Maristain en una estupenda crónica, el coche de Barraza fue chocado por un camión de la basura mientras él visitaba librerías para invitar gente a la feria.

Una metáfora perfecta de la relación que Mazatlán tiene hoy con la cultura, donde el sueño de promover libros es atropellado por quienes sólo parecen interesados en beneficiarse de los desperdicios.


Este artículo fue publicado en Reforma el 10 de mayo de 2019, agradecemos a Juan Villoro su autorización para publicarlo en nuestra página.

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