La detención del extitular de la Sedena, Salvador Cienfuegos, cuestiona las estructuras de Gobierno del país, incluyendo nuestra dinámica interna.
De nuevo la DEA actuó sin tomarnos en cuenta. Es claro que no hay confianza en nuestras autoridades, se sabe que cualquier investigación de este tipo inmediatamente permea colocando a los presuntos responsables en guardia.
Reiteremos, no hay confianza en las autoridades mexicanas, porque hay evidencias de su relación y complicidad con la delincuencia organizada.
Este tema es lo que define que el Presidente no supiera de la investigación que se estaba haciendo en nuestro propio país, dicho de otra manera, no metimos ni las manos. No le quisieron decir a nadie porque sabían de las consecuencias que traería ello y porque también entendían que si en México no se estaba desarrollando ningún tipo de investigación sobre Cienfuegos se debía a que no tenían en el radar nada que tuviera que ver con las evidencias que venía investigando desde hace al menos dos años la DEA.
No tiene sentido hacer generalizaciones sobre el Ejército a partir de esta detención. Sin embargo, hay evidencias cada vez más claras de que la institución está siendo permeada por la delincuencia organizada.
No es un asunto de hoy, pero es un hecho que con la detención de Cienfuegos se abre la caja de Pandora, está ante la autoridad judicial de EU el responsable de los militares en el país en la pasada administración.
Era el personaje más importante en materia de seguridad del pasado sexenio lo que inevitablemente lleva a involucrar a Peña Nieto. El expresidente está en la mira ya sea por omisión o por eventualmente permitir las acciones y complicidades de un hombre al que además se la pasó elogiando a lo largo de los seis años.
Si López Obrador quería motivos para enjuiciar a los expresidentes, con lo sucedido en Los Ángeles, la detención le obliga al menos a investigarlo sin necesidad de hacer algún tipo de consulta.
Las consecuencias para el país son mayúsculas. A querer o no llegan a la presente administración, porque el tipo de acusaciones al extitular de la Sedena debieron haber sido investigadas por las actuales autoridades. No estamos ante cualquier tipo de acusación, el asunto debió haber pasado por la Defensa Nacional y la FGR.
Las consecuencias también pasan por la propia Sedena. El Presidente ha colocado a los militares en todas las áreas posibles, porque parte del supuesto de que la corrupción no ha permeado al interior de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la detención de Cienfuegos no puede verse como un hecho aislado, no hay manera de imaginar que el extitular de la Sedena haya actuado solo, a lo que se suman las muchas herencias que pudo haber dejado en la secretaría.
En medio de todo esto no está para olvidar los innumerables desencuentros entre el candidato López Obrador y el extitular de la Sedena.
Sacar al Ejército a las calles y tenerlo expuesto cotidianamente viene trayendo consecuencias de toda índole y como van las cosas podríamos enfrentar sorpresas en las áreas en las que se les ha venido otorgando nuevas responsabilidades.
En las calles hemos visto algo de ello, ahora habrá que ver qué sucede en el terreno de las labores administrativas que les han encomendado, a lo que suman las de construcción en las obras estratégicas y obsesivas del Gobierno.
La lógica, pero sobre todo los deberes que ahora tiene el Gobierno, indica que deberán venir consecuencias en el país.
Sin omitir la presunción de inocencia, tengamos conciencia de que la DEA detuvo en EU al titular de la Defensa Nacional acusándolo de narcotráfico y lavado de dinero. La DEA de nuevo en nuestra cocina sin siquiera levantar la voz.
RESQUICIOS
Ya son varios los personajes mexicanos detenidos en EU. O no tenemos capacidad para hacerlo, o no confían en la cooperación bilateral, o no los estamos investigando, o somos incapaces y cómplices, o todo junto.
Este artículo fue publicado en La Razón el 19 de octubre de 2020. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.