Vean la gráfica que acompaña el presente artículo y tómenla sólo, como un botón de muestra de lo que el CONEVAL había logrado. Estamos ante la evolución de la pobreza y de la pobreza extrema en México en los últimos veinticuatro años, es decir durante una generación.
Por esta vez no nos detengamos en el dato más cruel que revela la persistencia de la pobreza en nuestro país (52.4% de los mexicanos en esa condición para 1994 y 50.6% en 2016). Nunca la habíamos logrado, pero por el momento, fijémonos en otros atributos que contiene esta misma gráfica.
En primer lugar la comparabilidad. Lograr el seguimiento de un fenómeno que afecta a tantos millones de mexicanos y de manera tan distinta requiere de muchas más cosas que recopilar datos en un gabinete. Exige analizar millones de cifras que estaban ahí antes de la existencia misma del CONEVAL y ponerlas en sintonía con las que se generan en el presente. Un análisis concienzudo, dato por dato, sin posibilidad de errores. De modo que podemos observar cómo y en qué momento fluctúa la miseria real de México durante la última generación.
Otro atributo de este gráfico es que es perfectamente replicable, es decir cualquier otra persona o institución, en México o en el mundo, la puede volver a construir usando los mismos datos, de modo que a todos nos consta la pertinencia y certeza de los resultados. En otras palabras a todos nos consta, y por eso la gráfica es transparente.
No menos importante resulta el hecho de que los conceptos y el método bajo el cual se diseñó esta gráfica fue discutido durante cientos de horas, por cientos de personas e instituciones en una de las inversiones de esfuerzo intelectual, tiempo institucional y buena política, más importantes que se hayan hecho en el sector público mexicano. Quiero decir: el método todavía hoy, es aceptado por todos, tirios y troyanos, una labor de consenso intelectual y político que nos informa de un grado de profesionalismo fuera de duda y de buen trabajo dirigido a entender y medir el que es –quizás- el principal problema histórico de México.
Este trabajo hizo que la gráfica resistiera todos los ataques que se lanzaron durante mucho tiempo y desde varios frentes. Por supuesto que no faltaron los extremistas que querían llevar la medición hasta niveles en los cuales la pobreza no desaparecía si las personas no se convertían en clase media más o menos acomodada. Según esta minoría, el 90% de mexicanos es pobre. Y por el otro lado, tecnócratas acomodados que creían que México ya no producía pobreza por las magníficas reformas estructurales que ellos estaban culminando. De tal suerte que solo el 15% de la población podía clasificarse en esa condición. Pero la razones y el método de CONEVAL disiparon esas y otras objeciones como telas de araña y por primera vez en la historia nacional tuvimos un retrato fiable y al mismo tiempo resistente de la sociedad real en la que vivimos.
Y como todo trabajo científico, esta gráfica admite mejoras, correcciones y críticas. De hecho, en varios momentos de su historia, el CONEVAL ajustó determinadas variables y determinados instrumentos, siempre atento a las observaciones, a los avances conceptuales y estadísticos de aquí y de allá. Las cosas no se estancaban, mejoraban.
Este es solo un ejemplo entre miles del trabajo real que desarrolla el CONEVAL. Me parece un ejemplo muy ilustrativo pero no es el único y de hecho, existen muchos otros a lo largo de estos años que dan cuenta de la calidad y de la gran utilidad de esta institución. Gran relevancia, comparabilidad en el tiempo, replicable por cualquiera, transparente, aceptado por la gran mayoría de actores académicos, sociales y políticos, resistente a los ataques de extremistas o tecnocrátas y siempre con las orejas bien puestas para poder mejorar.
Insisto, es solo un ejemplo del enorme valor técnico del trabajo de una institución que todavía tenemos y que no podemos darnos el lujo de perder: el CONEVAL.