22-01-2025

Consolidar y cementar la unidad de la oposición

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Siempre he pensado que la falta de una verdadera y completa unidad entre la oposición, a veces por motivos ideológicos, en otras por protagonismos o intereses partidistas, de grupos o personales, y en ocasiones hasta por simples aversiones a determinadas organizaciones o personas, la hace frágil y quebradiza y, por lo mismo, poco competitiva ante la fuerza del grupo político en el poder. Sobre todo, cuando este grupo está bien enquistado, se aferra al mismo y que por nada lo quiere dejar. Más aún, cuando sabe que cuenta con una maquinaria pesada y poderosa para conservarlo.

Una oposición dividida y dispersa, es presa fácil o no muy complicado para vencerla. Por eso la unidad global, sin egoísmos, siempre será la mejor herramienta, la más sólida, inquebrantable, saludable y benigna, cuando verdaderamente se persigue un objetivo y de veras se quiere concretar un proyecto de país. Cuánta razón tienen los dichos populares que “la unión hace la fuerza” y “júntense y vencerán”. La historia universal, a lo largo y ancho, así lo enseña en innumerables experiencias.

A lo anterior hay que agregar y tener presente, que cuando se está en el gobierno, además se cuenta con los poderes fácticos formales e informales; legales y en ocasiones hasta con los ilegales, que las más de las veces juegan a su favor y se ponen a su servicio para ayudarlo en su proyecto. Obviamente, como a veces coloquialmente decimos, “esto no es de gratis”, sino a cambio de favores que después se cobrarán. Cuando no hay principios ni valores, como luego se dice, “en la guerra y en la política todo se vale.” Y miren que ambos los hacen valer.

Otras veces se privilegian ideologías ante valores superiores que están en juego y ante la unidad para lograr la salud y el bienestar de un país, cuando que éste siempre debe ser primero. Pero cuando está de por medio el país, ¿acaso importan más las ideologías, los intereses individuales de partidos políticos, los particulares de grupos y los personales? Pienso que no; por lo que, cuando las circunstancias obligan, hay que hacer a un lado ideologías. Con más razón cuando éstas están arraigadas y obnubiladas, de tal suerte que no permiten ver y menos explorar otros horizontes. Se vale tener o simpatizar con ideologías o formas de pensar distinta; esta es la riqueza y grandeza de la democracia, pero siempre y cuando no se excluya, sino que se tenga un auténtico aliento abierto; porque ésta, la democracia, también debe estar por encima.

En una democracia todas las ideologías tienen cabida cuando son razonables, porque tiene como esencia en la unidad, la diversidad y la pluralidad. Por eso, lo que hoy más se privilegia es la democracia, al margen de que ésta pueda tener adjetivos, pero siempre con dirección y sentido de gobierno, de convivencia armónica y de bienestar para todos.

Aquí, en el escenario político que vivimos, también se tiene que añadir que la maquinaria no solo es un partido, aunque el que está en el poder es el más vigoroso, sino que se trata de un bloque conformado por varios partidos políticos, y que con estos aliados lo hace aún más poderoso. Esto, por ningún motivo se puede desdeñar o soslayar. Sería un grave error político estratégico.

Todos piensan y traen a flor de boca a un solo partido político. Pero se les olvida que, si bien es cierto es el más fuerte, visible y que deja sentir su poderío, también están otros partidos llavero con éste, que lo que más les interesa es estar siempre con el poder para su sobrevivencia y beneficio, con los cuales forman un bloque todavía más grande y poderoso, y todos cuentan. En los procesos electorales todos son importantes y cuentan por pequeños que sean, porque todos, por poco que aporten en la votación, sus votos suman y pueden incluso hacer la diferencia en elecciones apretadas, como la experiencia lo ha mostrado en otros tiempos, convirtiéndose a veces estos partidos chicos en el fiel de la balanza, inclinándola en favor del bloque con el que están jugando.

Es un error solo centrarse en el partido político fuerte, y olvidar, minimizar, ignorar o menospreciar a los otros partidos políticos del mismo bando. Lo correcto y apropiado, es establecer una estrategia y táctica que vaya simultáneamente contra todos los partidos asociados con el poder. La mira y batalla no se debe centrar solo en uno, aunque sea el más fuerte, y descuidar y dejar libres a los otros, porque minan.

Ciertamente algunos partidos políticos se han constituido en un bloque opositor, y esto ya es un buen indicio; pero hasta hoy otro va por la libre, aunque también como oposición, e igualmente hay agrupaciones, y siguen naciendo otras, con el mismo propósito de hacer oposición al poder en el proceso electoral que se avecina. Sin embargo, aún con el mismo fin que los anima, en la realidad que se vive no dejan de ser islas; grupos que caminan por sí mismos en su propia ruta; aislados y no unidos en un solo bloque opositor que lo blindara de manera compacta y lo apuntalara, de tal suerte que los pudiera constituir en un acorazado, en busca del mismo objetivo. Al menos que, cuidando algunas formas, realmente en el fondo, perversamente se esté jugando con doble balón: uno para brindar espectáculo y el otro para pulverizar el voto, ayudándole a hacerle el juego al bloque en el poder para facilitarle el triunfo. Como luego por ahí se dice, “en política todo es posible”, y una cosa es lo que se ve, y otra distinta es la realidad en el fondo, basada en los acuerdos que se hacen “bajo la mesa”.

Y en una hipótesis de este tipo para debilitar al oponente, no es descartable que el grupo en el poder, y hay casos que así lo dejan ver, trabaje en el desdibujamiento de la oposición para limpiar y aplanar su camino. A veces se olvida esa vieja máxima universal de Maquiavelo de hace más de cinco a siglos, pero que ha sobrevivido al tiempo, por lo que sigue “vivita y coleando”, que dice “divide y vencerás”. Y miren que no cesan de trabajar en eso. Por eso, siempre hay que estar alerta y tener mucho cuidado que no le metan al caballo de troya; e incluso, que no tenga ya al enemigo adentro haciendo su trabajo. En la real politik, todo es posible, y cuando no hay escrúpulos, de todo se vale.

Lo que vemos hasta hoy, es que varios van corriendo por su lado, y a veces lo hacen por egocentrismos o antipatías que no ayudan, pero que la verdad, como perjudican para lograr el mismo fin que se proponen. Y todo esto es lo que los hace endebles en lo individual o como grupo y, a su vez, hace flaca a la oposición, mientras que el aparato de partidos políticos en el poder crece y crece.

Hoy no es el tiempo de las exclusiones, ni del dispersamiento de talentos y de esfuerzos. Todos tienen algo que proponer y aportar en un marco de diversidad y pluralidad, con conocimiento, habilidades y experiencias; pero todos unidos y armonizados en un solo gran objetivo y proyecto nacional, el cual debe conllevar e integrar en este mismo sentido de unidad, a los espacios legislativos, estatales y municipales que estarán en juego. Es decir, para este propósito necesariamente se requiere conformar una unidad completa, compacta y robusta opositora.

Todos juntos con la mayor igualad posible dándoles presencia y voz a todos, para que todos sientan y se sientan comprometidos, y que vean que cuentan y que son contados, y no obligar a plegarse y adherirse solo en torno de uno o unos organismos o integrantes, como dice el refrán, “sin chistar”. Y más que formar un simple bloque anodino, lo que realmente se requiere, entre todos y con todos, es formar, fortalecer y consolidar un solo movimiento de gran estatura; una gran y consistente cruzada por el país.

No son tiempos de restar ni de dividir, sino de sumar para multiplicar. Solo así se gana. Por eso, hay que juntarse, comunicarse, dialogar, acordar, establecer y definir bien las bases del trabajo que se deba hacer, así como vislumbrar a los posibles perfiles político electorales que resulten más atractivos para la sociedad, vengan de donde vengan pero presentable y con buenas cartas que los avalen y acrediten, a fin de apuntalar bien al que tenga el mayor conocimiento, propuesta, acercamiento y poder de convencimiento con la gente, además del mejor proyecto para la solución de los problemas y de desarrollo y bienestar para el país, en el que estén todos considerados.

Es el tiempo, y no hay mañana, de la unificación; de la unidad en la diversidad y pluralidad o, de lo contrario, más adelante se estará anunciando la muerte de la oposición por su falta de voluntad e incapacidad para organizarse, acoplarse, ensamblarse, armonizarse y soldar la unión, porque en el 2024 se estará “jugando el todo por el todo”; y como se dice en la jerga popular, puede ser una final de pronósticos reservados, de espectáculo y de película; pero también, en el caso de una derrota dolorosa por su falta de capacidad para unirse, de aniquilamiento de la oposición, de algunas instituciones y del juego democrático.

No es tiempo de ideologías, de siglas partidistas, de corrientes políticas, y menos de intereses únicos de grupos o personales, como tampoco de egolatrías o animosidades. Lo que está en juego es algo muy superior; el destino del país. Por eso son tiempos de un realismo político electoral, con un proyecto y programa abierto y amplio de país, donde tengan cabida todas las expresiones político sociales. Se va todos juntos primero por el país, y después, ya logrado el objetivo, se verá con detenimiento el cumplimiento de los compromisos que los alentó y le dieron vida al proyecto. Esto es tener sentido de país; de patria. Lo contrario, quizá hasta inconscientemente, es traicionar al país; a la patria.

Cuando se tiene enfrente a una auténtica aplanadora, y la realidad es que ésta si lo es, para la oposición no solo basta con competir. Si deveras quiere ser competitiva y ganar; el primer deber de la oposición es ir toda macizamente unida; todos juntos sin vanidades ni protagonismos, sino mejor con la sana humildad, entusiasmo y trabajo.

Urge trabajar en todo el país y en todos los ámbitos, para que esa diversidad y pluralidad que existe, coagule en la unidad amplia. Sí, solo así, con la diversidad y pluralidad cementada en la unidad, tendrá futuro la oposición. Por lo tanto, el reto es hacer ya una gran y amplia convocatoria por parte de partidos, agrupaciones, movimientos, grupos políticos y lideres de oposición, que todos juntos por sí mismos sois más grande que los de enfrente, para llevar a cabo una cruzada nacional. ¿Qué esperan?; el tiempo se acaba.

Hay dos frases políticas de algunas décadas atrás que, por su contenido y dirección, vienen muy bien: “Juntos podemos. Juntos lo hacemos mejor”.

 

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