jueves 21 noviembre 2024

La corte de los milagros en las mañaneras

por Julián Andrade

¿Se imaginan insultos y golpes entre los reporteros que cubren la Casa Blanca? ¿Sería posible que un asistente a las conferencias del presidente de Francia desee la muerte, por disparos, para una reportera? ¿Los que cubren las actividades del palacio de La Moneda tienen que estar pendientes de no ser difamados en las redes sociales? ¿Los que siguen periodísticamente las actividades del presidente argentino le preguntan por su salud y le ofrecen remedios caseros?

A todas estas interrogantes, y las que se sumen, la respuesta es no. Por eso, lo que ocurre en las conferencias matutinas del presidente de México es peculiar e inquietante.

A los representantes de los medios de comunicación que asisten cada mañana a Palacio Nacional se sumaron, desde que inició la administración, blogueros, portaleros y hasta payasos.

Lo que parecía una extravagancia producto de la falta de controles en las acreditaciones se convirtió, o siempre fue, una estrategia que funciona para desplazar los temas que son incómodos y para colocar las historias que se requieren desde la perspectiva del grupo en el poder.

Hace unos meses cité, aquí en etcétera, a Jacqueline Fowks, quien señala en Mecanismos de la posverdad: “Es importante notar que quienes hoy difunden mensajes masivos noticiosos o de tipo noticioso, sin ser periodistas, suelen tener relación con poderes fácticos o trabajan como herramientas de operadores políticos o empresariales. No son necesariamente llaneros solitarios u outsiders de la información”.

Y más aún: “Los generadores no profesionales de noticias –que pueden formar parte de grupos de interés— y la inmediatez como valor periodístico, desatan con facilidad casos de desinformación, manipulación y, por ende, posverdad”.

Pero lo que es una disputa por la narrativa, que se desarrolla sobre todo en las redes sociales -porque los medios tradicionales siguen manteniendo altos niveles de credibilidad, modulando la agenda—, está transitando a episodios que pueden derivar en la violencia.

Las últimas semanas han sido particularmente intensas, porque los preparativos para la marcha del 8 y el paro del 9 de marzo que organizan las mujeres, han profundizado las tensiones, mostrando debilidades y falta de iniciativa del propio gobierno.

Es ahí donde esta nueva corte de los milagros irrumpe para tratar de colocar narrativas que generan sospecha sobre los “verdaderos motivos” de las movilizaciones, y se llegó inclusive a pedir que la Unidad de Inteligencia Financiera indague a periodistas e intelectuales que congenian con la agenda feminista.

Esto no ocurrirá, pero es un pulso de lo que se promueve y se traslada a descalificaciones y ataques en las redes sociales, la mayoría de un corte bastante lamentable y que esquiva el debate.

Pero el tono que ahora utilizan también se explica porque las preferencias y las aprobaciones ciudadanas van mudando, sobre todo en quienes utilizan las redes sociales como vehículo de información y participación.

¿Qué hacer? Los periodistas lo que vienen haciendo: informar con calidad y rigor, resistir y evitar caer en las provocaciones.

El gobierno tarde o temprano tendrá que rectificar, porque de otro modo está esparciendo una hiel que se le revertirá, porque el respeto a la libertad de expresión es el punto de salida de cualquier proyecto que se precie de ser democrático.

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