marzo 11, 2025

Compartir

Las cifras de contagios por covid-19 son al menos nueve veces más altas de lo que se ha informado. Esto es, en la actualidad habría unos 26 mil enfermos, aunque las autoridades confirmen unos tres mil.

Esto es así, porque se eligió un modelo centinela, que es similar a una encuesta y que se utiliza, en general, para detectar brotes, pero de antemano se sabe que la realidad es otra.

En los hechos estamos en una situación comprometida, donde ya se empiezan a apreciar las dificultades en hospitales y el personal de salud contagiado porque no tuvo el equipo adecuado.

Pero esto es un drama más profundo, porque en febrero México vendió ese tipo de insumos a China, en un muy mal cálculo que ya está teniendo consecuencias bastante graves.

Es muy probable que en las próximas semanas veamos situaciones como las que vienen ocurriendo en España e Italia y que se van a reflejar en la dificultad de dar atención a todos los que la requieran.


FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO.COM

Son datos preocupantes y lo peor es que se estuvo mintiendo con la verdad. Le asiste la razón al subsecretario Hugo López Gatell cuando señala que son 3 mil los casos confirmados y 174 personas fallecidas, pero hasta la tarde del miércoles había omitido referirse a las estimaciones que son las que cuentan otra historia.

Quienes acusaban que no era posible el bajo nivel de infecciones de covid-19 tenían razón y desde hace varias semanas. En el gobierno lo sabían, pero prefirieron optar por centrar el mensaje en las confirmaciones con que contaban, a sabiendas de que eran pocas y que tenían los elementos para saber que el universo del problema era otro.

Todavía el domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que nuestro país, justo con India, era el que tenía los números más bajos de contagios. No era así y esto ya quedó bastante claro.

La entrevista de López Gatell con Richard Ensor de The Economist, precipitó todo, porque el funcionario admitió que existían otras estimaciones, otros datos.

Da igual si esto se hizo por cálculo político o por estrategia de comunicación ante la pandemia, pero lo evidente es que se están generando angustias mayores a las que de suyo desata una situación de emergencia. Es el costo de subordinar la ciencia a los caprichos.

La sociedad requiere de información de calidad para protegerse, para tomar las decisiones que permitan salvar vidas. Es ahí donde los servidores públicos tienen el deber de decirnos las cosas tal y como son para evitar confusiones y otro tipo de tretas para tratar de ganar tiempo, cuando este es ya el producto más escaso.

Autor

Scroll al inicio