La eliminación de la violencia es una demanda que además de tener años, ha sufrido cambios fundamentales porque ha llevado a las mujeres a una lucha en varios frentes, al pasar de la protesta a la acción, de la toma de calles a la implementación de cambios jurídicos, sociales y en el hogar para cambiar el entorno.
Desde luego que la protesta en las calles es y seguirá siendo un instrumento importantísimo para visualizar la violencia que se ejerce contra las mujeres y reclamar políticas públicas encaminadas a su erradicación. Y cómo no seguir en las calles, si todavía hoy pareciera ser la única manera en que las autoridades miran a las víctimas y actúan.
Sin la protesta en las calles no sabríamos de las miles de mujeres como Fátima, Maricela, Ingrid, quienes han perdido la vida a consecuencia de la violencia, tampoco tendríamos noticia de la mala actuación de los cuerpos policíacos, y de la indiferencia de las autoridades frente a la tragedia social que representa la muerte de una mujer.
En el caso del PRD, la historia de la lucha y defensa de las mujeres ha sido la misma, hemos estado en las calles exigiendo derechos, mejores condiciones laborales, de salud y que la violencia en todas sus formas pare. Por años hemos salido a las calles, las hemos tomado, hemos gritado y exigido un alto a la violencia.
Sin embargo nuestra lucha y respaldo a las mujeres ha ido más allá y hemos puesto manos a la obra. Gracias a la presencia de las mujeres en el poder ejecutivo y en el legislativo, hemos implementado castigos para quienes golpean, abusan o matan a una mujer.
Implementamos una amplia gama de reformas legales gracias a las cuales hoy las mujeres, particularmente de la Ciudad, tienen derecho a decidir el número de hijos que quieren tener y también si ya no desean hacerlo; somos libres de amar, vivir y formar vínculos afectivos con quienes deseemos sin temor a ser castigadas por la ley; además contamos con uno de los Código Penales más avanzados, donde el feminicidio se sanciona hasta con 70 años de prisión.
Es cierto que falta mucho por hacer, particularmente en lo que tiene que ver con sensibilizar a jueces y ministerios públicos para que atiendan con perspectiva de género a las mujeres que son violentadas, en la eliminación de todo tipo de violencias, particularmente la que se vive en el hogar y que este año quedó al descubierto en medio de la pandemia de Covid-19.
Resulta increíble, pero hoy que la lucha de las mujeres tiene décadas tras haber conseguido el derecho a votar y ser votadas, que existan violencias que no se ven y están normalizadas, tanto en el entorno familiar como en el escolar, laboral y social.
Por eso no podemos callar y mucho menos coincidir con quienes afirman que tenemos un gobierno feminista o comprometido con las mujeres, todo lo contrario, vivimos bajo la presencia de un régimen sumamente machista y misógino, que no ve, ni escucha a las mujeres. Un gobierno al que no le gusta que las mujeres protesten, exigen y sobre todo cuestionen.
Hoy en recuerdo de las hermanas Mirabal, brutalmente asesinadas por exigir sus derechos, y por quienes se instauró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer refrendamos el compromiso de seguir luchando para erradicar la violencia que sabemos tiene como origen patrones sociales y culturales arraigados que se presentan en toda los niveles económicos, sociales, culturales y educativos.