Desde antes de la pandemia, recordemos, sufrimos el decrecimiento de la economía mexicana en un 0.1%. Iniciaba la tormenta y ya para 2020, ahora si con COVID, la contracción del PIB alcanzó más del 8.5%. Desafortunadamente en el primer trimestre de este complicado 2021 tampoco hemos crecido.
El presidente López Obrador nos dijo hace un par de días que estaremos con un crecimiento igual al de antes de la pandemia a mediados de este año. ¿Será posible? Las cosas van tan mal que si lográramos un decrecimiento del 0.1% serían buenas noticias. A esto hemos llegado.
Pero esa terrible posibilidad, ni siquiera se ve alcanzable. Parece muy difícil, casi imposible, por la contracción de la inversión extranjera y la falta de confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros en la actual administración. Los cambios sorpresivos y bruscos de reglas y rutas de desarrollo. que son el sello de la 4T, no animan a confiar en México. Por lo tanto, será muy difícil la generación de riqueza.
Y así, con dolor debemos enfrentar que miles de restaurantes, hoteles y negocios de todo tipo en la ciudad han quebrado. Lo veo en mi entorno inmediato y seguramente ustedes también y cada vez que paso enfrente de alguna pequeña empresa cerrada me doy cuenta de la tragedia que estamos viviendo. El cierre de un negocio implica despidos, desempleo y muchas familias desesperadas por sobrevivir, a ver cómo, y salir adelante.
Este desastre económico, que como decía antes ya estaba tejiéndose antes de la pandemia, se ha producido por una letal combinación de indolencia y falta de voluntad del gobierno federal y del de la ciudad para apoyar a los empresarios. Para esta administración todos los comerciantes y/o empresarios chiquitos o grandotes son “conservadores” “minoría rapaz” y deben de rascarse con sus propias uñas. Un horror.
Salir a caminar por mi Alcaldía, Miguel Hidalgo, es ver negocitos quebrados, casas y departamentos desocupados y una innumerable cantidad de anuncios donde se rentan oficinas. Nadie ha salido de la pobreza como resultado de las promesas de AMLO, por el contrario, tenemos hoy 10 millones de pobres más que al iniciar el gobierno de MORENA.

El Gobierno de la Ciudad se ha visto paralizado por la ambición, así como los alcaldes de este partido. No se busca soluciones, no hay imaginación financiera, solo saben obedecer y callar, dada la verticalidad de esta administración y concentración de poder en el presidente.
A lo largo de estos años, no ha habido ningún a apoyo significativo a las MYPIMES. Simplemente, dos datos interesantes, mientras que en Perú se han dado apoyos de hasta el 15% del PIB y en Estados Unidos de casi el 27% en México, nada de eso ha sucedido. Entendieron bien, nada.
¿Cómo es posible entonces salir adelante en esta crisis?
Por lo pronto, este 6 de junio necesitamos una ciudadanía alerta, enterada, y dispuesta a salir a votar para defender una política económica inteligente y una democracia en riesgo, ambas hoy en manos de quien nos está llevando poco a poco al precipicio.
No me quiero poner melodramática, pero quizá sea nuestra última oportunidad de detener el desastre que ya estamos viviendo.
No podemos hacernos de la vista gorda y mirar para otro lado, es mucho lo que está en juego. Los demagogos no deben ni pueden gobernar a nuestro país, a nuestra ciudad ni a nuestras demarcaciones. Tenemos que luchar si no queremos evitar seguir de mal en peor.